En estos días
se está realizando en Guatemala un juicio para juzgar a militares de ese país
acusados de violar los derechos humanos. El CEMIDA está colaborando en esa tarea y para que la
opinión pública tenga un somero conocimiento de las circunstancias que rodearon
la realización de los crímenes por los que son acusados algunos miembros del
Ejército Guatemalteco, puede resultar
imprescindible un ligero resumen de los antecedentes que desembocaron en la
ejecución de actos criminales que llegaron hasta comprometer la naturaleza de
la condición humana. De ahí
la siguiente relación.
Guatemala
(náhuatl: Quauhtlemallan: lugar de muchos árboles) es un país con una cultura resultante de la
herencia maya y de la influencia colonial española. Su superficie es de 108.889
kilómetros cuadrados y la capital es la Ciudad de Guatemala. La población supera
los 14.000.000 de habitantes
y está compuesta
por los mestizos,
a los cuales se
denomina ladinos, que
alcanzan al 40%, los indígenas, mayas y garífunas
que representan el 45%; y los
blancos, que conforman el 15% restante.
Su territorio fue el centro del Imperio Maya -
Quiché, de avanzada cultura, destruido
por la brutal conquista española en la primera mitad del siglo XVI.
El 75% de su población es rural y
el 24% restante vive en el medio urbano. La población campesina, casi totalmente indígena, fue históricamente marginada política, económica y
socialmente. La estructura agraria
determinó una alta concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos y, como consecuencia, una inmensa mayoría de
campesinos desposeídos y explotados por los terratenientes como
arrendatarios, aparceros o medieros.
Prosperaron las producciones del
banano, el cacao, el café y la caña de azúcar
y para establecer relaciones comerciales con otras naciones, la
burguesía criolla decidió declarar su independencia el 15 de
septiembre de 1819.
Ello no ocasionó una mejoría de las condiciones de vida del pueblo y,
para evitar reacciones, resultó necesario organizar una fuerza militar afín con
esos intereses que nunca luchó contra un
enemigo exterior, pero si mantuvo el control del pueblo empobrecido. Para 1901
la United Fruit Company de EE UU
constituía la fuerza económica y
política principal del país y para consolidar su llamado “imperio bananero”,
obtuvo el manejo del transporte ferroviario
(IRCA), sumando así a sus explotaciones el control de ese sistema. A ello
agregó la propiedad de los muelles de
Puerto Barrios y San José además de
grandes extensiones de tierras ociosas. El gobierno y la clase dirigente servían a los
intereses de esa Compañía, la que, con
apoyo de miembros de empresas y del gobierno de EE UU, tenía poder hasta para
cambiar gobiernos democráticos.
En 1944, un grupo de militares
disidentes, estudiantes, y profesionales liberales, llamados los
"Revolucionarios de Octubre", derrocaron al entonces gobernante, Federico Ponce Vaides, sustituyéndolo por una
Junta compuesta por el Mayor Francisco Javier Arana, el Capitán Jacobo Árbenz y
el Dr. Jorge Toriello Garrido. Esa Junta convocó a elecciones libres que fueron ganadas por el
Dr. Juan José Arévalo Bermejo, que acababa de regresar de su exilio de 14 años
en la Argentina.
Su objetivo fue:”liquidar el semi feudalismo, organizar un capitalismo moderno
y democrático y defender los intereses públicos con criterio nacionalista”.
Para ello inició un período de grandes progresos planificando una reforma
agraria, protegiendo a las comunidades indígenas, y limitando los poderes de
las grandes corporaciones. Éstas y los latifundistas guatemaltecos lo
calificaron de “izquierdista” apoyados por los intereses geopolíticos de EE UU.
Las reformas iniciadas por
Arévalo fueron continuadas por Jacobo Árbenz
Guzmán. El proyecto de este gobierno se basó en la
profundización de la
reforma agraria iniciada con el fin
de incrementar la productividad de las
tierras y el nivel de vida de la población.
Para ello propuso la expropiación de las tierras improductivas y su
cesión en usufructo a campesinos. Esta medida lesionó intereses de la United
Fruit y de las clases sociales dominantes los que, en1954 y apoyados por la CIA, organizaron una fuerza
de efectivos mercenarios que, ingresando
por Honduras, dieron un Golpe de Estado derrocando a Árbenz. Al
mismo tiempo aviones estadounidenses bombardeaban
las principales ciudades
guatemaltecas y la OEA
guardaba silencio.
Asumió la dictadura Carlos Castillo
Armas quien revirtió
los cambios realizados
por Arévalo y por Árbenz. Fue asesinado
en 1957 y asumió el General Miguel Ydígoras Fuentes, anterior Ministro de Obras
Públicas de la dictadura y detractor de las políticas de Arévalo y Árbenz. Cabe
recordar que Ydígoras facilitó la organización en Guatemala de los
mercenarios que, impulsados por EE UU, realizaron
en 1961 la fallida Invasión de Playa
Girón para derrocar al régimen
cubano de Fidel Castro.
Así se fue desarrollando una
violencia sin límites al amparo de la “Doctrina de la Seguridad Nacional” impuesta en la Región por EE UU en
el marco de la
“Guerra Fría” sostenida
contra la Unión Soviética y que
definió como objetivo estratégico para la represión de la “amenaza marxista” el aniquilamiento del
enemigo interno.
El Ejército identificó al indígena como ese ”enemigo interno”, apreciando que la
guerrilla se había apropiado de las reivindicaciones históricas de demanda por la tierra y la lucha contra la pobreza, el racismo y la exclusión. Y así los mayas fueron considerados la base natural
de la guerrilla. Para eliminar esa amenaza utilizaron el genocidio contra estos
grupos étnicos invocando razones políticas y militares. Para
colaborar con tan alucinantes conceptos los Boinas Verdes (United States Army Special Forces) se
instalaron en el país, entrenaron tropas
especiales del Ejército (los KAIBILES)
hasta convertirlos en la fuerza ilegal contrainsurgente más poderosa de América
Central y facilitaron la organización de fuerzas paramilitares como la Mano
Blanca y el Ejército Secreto Anticomunista.
Esta actividad oficial encontró su pronta contrapartida en las realizadas
por El Ejército Guerrillero de los Pobres
(EGP).
En respuesta a gobiernos cada vez
más autocráticos y represores un grupo de militares de menor rango, entre los que estaba
Alejandro Yon Sosa, se rebeló en 1960 y al fracasar, varios de sus integrantes
huyeron y establecieron lazos con Cuba. Este
grupo se convertiría en el núcleo de las fuerzas insurgentes que lucharían
contra los gobiernos “de facto” durante los 36 años siguientes. Organizaron cuatro grupos guerrilleros que
realizaron sabotajes económicos y ataques a las instalaciones del gobierno y a miembros de las fuerzas de seguridad estatal.
Todos ellos se reunieron finalmente en la Unión Revolucionaria Nacional
Guatemalteca (URNG).
En octubre de 1981 las dictaduras
militares de Argentina y Guatemala
acordaron el envío de una misión militar argentina compuesta por Oficiales del
Ejército y de la Armada, la que, con la
colaboración de militares de Israel y de Chile,
instruyeron a efectivos locales y
a los paramilitares, llamados “Escuadrones de la Muerte”, en técnicas de “inteligencia avanzada” aplicando la doctrina enseñada por la Escuela de las Américas. En 1982 los argentinos se replegaron como
consecuencia del apoyo de EE UU a la agresión armada inglesa a las Islas Malvinas, Sandwich
y Georgias del
Sur.
El 9 de marzo de 1982 el Ejército
fue encargado de velar por el “buen
desarrollo” de las elecciones y vigilar
su transparencia. Al comprobar el fraude que se cometía, el 23 de marzo de 1982 varios de sus componentes dieron un Golpe de
Estado e instalaron una Junta Militar de tres miembros (uno
de ellos el General
José Efraín Ríos Montt) que anuló la Constitución de 1965, disolvió el
Congreso, suspendió los partidos políticos y dejó sin efecto la Ley Electoral. Luego de pocos meses Ríos Montt despidió a sus colegas de la Junta y asumió la dictadura de la República, adoptando
las acciones terroristas de sus antecesores.
Más aún, el gobierno de Ríos
Montt marcó probablemente el período más
violento del conflicto. Se calcula que produjo
más de 60.000 muertes, en su mayoría
indígenas desarmados. Las violaciones a
los derechos humanos fueron toleradas y realizadas por miembros del Ejército y los
paramilitares. Por ello hoy se
los juzga con el cargo de haber cometido “GENOCIDIO CONTRA LA HUMANIDAD.”
Reproducimos algunos conceptos
emitidos en el actual Juicio, por el Fiscal:
“Una vez, durante 16 meses, el General de Brigada, José Efraín Ríos
Montt, se autoproclamó Jefe de Estado, deshizo la Junta Militar que lo había
llevado al poder y nombró a Héctor Mario López Fuentes como Jefe del Estado
Mayor Presidencial y a José Mauricio Rodríguez Sánchez al frente de la
inteligencia. En 1982 cuando Ríos Montt
llegó al poder el Congreso de Guatemala fue disuelto, se invalidó la
Constitución de la República y se desconocieron las elecciones populares realizadas
apenas dos semanas antes del golpe de Estado. Se redactó una proclama que
constituyó el Estatuto Fundamental de Gobierno y se dictaron decretos - leyes para imponer un orden dictatorial al
país, implementándose un sistema de justicia con Tribunales de Fuero Especial,
con jueces que no tenían rostro y dictaban resoluciones desde el anonimato”.
Las acusaciones de la Fiscalía, intentan explicar cómo se
manejó el país durante los años en que los militares fueron gobierno. Ríos
Montt también ha escuchado las acusaciones en contra de su Jefe de Inteligencia
Rodríguez Sánchez, todas muy parecidas a
las que se tienen en su expediente y que expresan: “Eran personas que gobernaban arbitrariamente desde el Ejército, Señor Juez”.
Se ha
presentado un listado interminable de masacres y asesinatos ocurridos en
más de 57 comunidades ubicadas en la Región
Ixil, Departamento de Quiché, al
noroeste de Guatemala. El Fiscal López fundamentó su acusación con 128
testimonios recopilados en el Informe de la Comisión del Esclarecimiento
Histórico. De uno de los documentos
presentados, la Fiscalía también citó un
párrafo que establecía que era necesario “realizar
el mayor esfuerzo para lograr la misión
encomendada a su Sección de Asuntos Civiles, que debía intensificar la
ladinización de los ixiles, de manera que desaparezcan como subgrupo cultural
ajeno a nuestra manera nacional de ser”.
Habrá que ver cómo termina este Juicio,
aunque resulta increíblemente incompleto
al juzgar sólo a un dictador y a su Jefe de Inteligencia. La pregunta es ¿no tienen responsabilidades todos
los integrantes de la Cadena de Comando restante y no cometieron los mismos
delitos sus antecesores y sus predecesores? Por algo se empieza… Así lo dice la experiencia argentina en pleno
y eficaz desarrollo.
El 8 de agosto de 1983, Ríos
Montt fue depuesto por su Ministro de
Defensa, General Óscar Mejía (Ríos Montt
sobreviviría para fundar un partido político,
el FRG). Mejía permitió un
regreso controlado de la democracia en Guatemala, comenzando con una elección
en julio de 1984 para que una Asamblea Constituyente redactara una Constitución
Democrática que se presentó el 30 de mayo de 1985.
El Licenciado Vinicio
Cerezo, ganó la primera elección
sostenida bajo la nueva Constitución con casi el 70% de los votos, y tomó
posesión del cargo el 14 de enero de 1986.
Sin embargo la violencia de la represión militar continuó como si nada
hubiera ocurrido. Recién a fines de
1996, luego de que Álvaro
Arzú ganara la Presidencia y efectuara una primera purga en el
Ejército, pudo firmarse un Acuerdo de Paz
con la guerrilla con lo que se dio fin a
36 años
de guerra
Cabe la reflexión de que si al término del conflicto
E/O la Doctrina de la Seguridad Nacional había perdido vigencia y su
razón de ser, sus consecuencias militares en el conflicto debieron cesar, pero
el racismo continuó al servicio de una sociedad que aceptaba la imagen del
indio como un salvaje, y continuó
haciendo uso de la violencia contra las comunidades aborígenes.
En lugar de hacer como México, que
incorporó a este grupo más amplio a la idea de nación, Guatemala se definió como un estado de
blancos y éstos, se consideraron superiores. Sin embargo, durante el breve periodo democrático de 1944 a 1954, los indígenas
habían consolidado su posición como campesinos y demostraron que podían ser los
autores de su propia historia, comenzando a incorporarse a la vida política y económica del país. Pero en la imaginación
de los blancos había un permanente miedo de que si los “indios” obtenían
poder, se levantarían contra ellos
Esta situación había logrado que a partir de los años 70,
los aborígenes comenzaran a incorporarse al conflicto armado. La
respuesta del Estado fue la llamada Masacre de Panzós en 1978.
Más tarde, en 1980, cuando un grupo de aborígenes ocuparon
la embajada española como un acto
pacífico de protesta, la masacre resultante, donde fueron asesinados entre otros el
embajador español y el padre de Rigoberta Menchú (Premio NOBEL DE LA PAZ), fue un punto de quiebre. Las élites locales culparon al embajador
español Cajal de ponerse del lado de la gente equivocada considerándolo un traidor a su raza. Era la única manera en la que podían explicar lo que pasó sin entrar en conflicto
con su imagen. Cuando perdieron prestigio internacional ya no tenían más que
perder y continuaron la matanza. Las actitudes criminalmente racistas de los mandos
del Ejército contribuyeron a la ejecución del genocidio. ¿Por qué aún cuando la amenaza de la
guerrilla desapareció el gobierno continuó masacrando a los indígenas? Fue porque la
élite política y militar quería darles una
lección a los aborígenes para que nunca más se les ocurriera pensar en sublevarse contra el inicuo régimen
de explotación impuesto. La estructura
del estado racista continuó intacta y no hubo ningún cambio legislativo real,
ni en el sistema de justicia, ni en la estructura
económica, que continuaron funcionando con la misma lógica de exclusión y discriminación hasta hace poco
tiempo. Se verá que logra el presente Juicio.
RECOPILACION DE INFORMACION
ELABORADA POR LA PROF. ELSA
BRUZZONE Y EL
CNL (R) JOSÉ LUIS GARCÍA - CEMIDA
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