La
laguna de la niña encantada
- Leyenda
Mapuche -
Hace mucho tiempo, en un viejo poblado de Mendoza, vivía una hermosa princesa mapuche llamada Elcha (espejo).
Era una mujer increíblemente bella, el
orgullo de todos los habitantes de la tribu.
El cacique tenía una vieja contienda
con una tribu vecina, donde Elcha tenía un buen amigo.
Con el correr del tiempo esa amistad
se convirtió en un amor verdadero, tan sólido como los rayos del sol y tan puro
como los destellos de la luna que
alumbra las noches mágicas del hermoso lugar.
Los tiempos que corrían eran muy
difíciles, el clima, las cosechas, la economía… no se podían dar el lujo de
estar enemistados con la
tribu vecina, ya que juntos
podían hacer frente al desequilibrio que estaban sufriendo
en esos tiempos complicados, pero había un problema: la enemistad de las familias.
La hechicera de la aldea sugirió
olvidar sus causas y tratar de entablar una relación con sus vecinos, la mejor manera era unir en matrimonio a ambos herederos, es decir que la hermosa Elcha debía
aceptar por esposo al hijo del cacique
vecino.
La hechicera se encargó de reunir a
ambos caciques en una reunión muy amena, se pusieron de acuerdo y fijaron la fecha para la celebración.
Cuando Elcha fue informada de la
decisión de su padre, la idea de matrimonio no le causó ninguna gracia y le informó a su padre que su corazón tenía
dueño, pero el cacique debía cumplir
su palabra e hizo caso omiso a este comentario.
Pronto la noticia del casamiento corrió en la aldea vecina, al
escucharla el joven indio muy enamorado tomó una decisión para rescatar a su
amada, fue así que el día anterior a la boda
tomó dos caballos de la tribu,
buscó a su amada y escaparon rumbo
al norte.
Los caciques pronto se enteraron de la
huida y ambas
tribus comenzaron la búsqueda de la pareja de fugitivos, ya que la celebración de la boda debía
cumplirse como estaba pactado al llegar la noche.
La persecución dio comienzo, en ese
mismo instante se escondió la luna y se desató una gran tormenta; rayos, truenos y una densa lluvia
azotaban el lugar; esto no detuvo a las tribus, que poco a poco se acercaban a los
fugitivos.
En la oscuridad de la noche
tormentosa los jóvenes equivocaron el camino dirigiéndose a un gran barranco,
de repente un gran corte en la tierra detuvo sus caminos, al mirar hacia abajo
pudieron ver los reflejos de la noche en los espejos de agua de la laguna. Un gran rayo cayó iluminando todo el lugar y pudieron ver a los guerreros que los
tenían acorralados.
La única opción para la pareja de
enamorados era saltar a la aguas de la laguna y sin mucho pensar los jóvenes se
arrojaron al agua.
La primera en llegar al borde del
precipicio y asomarse a ver, fue la
hechicera de la aldea, en ese
instante cayó un rayo sobre ella dejándola petrificada; los guerreros muy temerosos se
acercaron al borde y pudieron ver el reflejo de la hermosa Elcha.
Desde ese día y hasta la fecha se pueden observar los reflejos de Elcha y de la bruja petrificada, por esta razón los moradores del lugar la llaman “La laguna de la niña encantada”.
Desde ese día y hasta la fecha se pueden observar los reflejos de Elcha y de la bruja petrificada, por esta razón los moradores del lugar la llaman “La laguna de la niña encantada”.
Esta leyenda tiene sus orígenes en la
laguna de Malargüe (Molles, pcia. de Mendoza).
Esta bellísima laguna que se encuentra a 8 km. del Centro Termal Los
Molles, ha sido siempre una inagotable
fuente de inspiración para la imaginación popular de la zona, que rodea de
misterio el lugar. Rocas basálticas negras, propias de los procesos volcánicos,
hacen de mágico marco a su lecho, poblado por una enorme variedad de especies
ictícolas.
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