sábado, 30 de mayo de 2020

EDITORIAL PRIMERA PÁGINA Nº 300 JUNIO DE 2020


EDITORIAL JUNIO 2020




Entrando ya en el tercer mes en que se instaló en nuestro país la pandemia del Covid-19, surgen algunas dudas y preocupaciones además de la saturación del encierro, son las de cómo continuar con los tratamientos habituales y regulares que por distintas enfermedades cardiovasculares, renales, diabetes, pulmonares, cáncer y otrasvienen realizando especialmente los afiliados al PAMI, extensivo además a las distintas obras sociales, dado que la situación de quienes se encontraban en distintos seguimientos y controles se ven completamente trastocados.
Existe en debate un doble problema y una doble preocupación, por un lado el temor y el peligro de asistir a un consultorio u hospital, y por el otro la cancelación de todos los turnos asignados desde hace dos meses (que es el tiempo mínimo en que se otorgan los turnos a los pacientes afiliados no urgentes), quedando éstos expuestos en una zona gris, e interrumpido de hecho el control periódico habitual del paciente y el contacto directo médico-paciente.
 Las consultas telefónicas, remotas o vía email, se hallan colapsadas o son de dificultoso acceso para personas adultas mayores, quedando el paciente en un limbo médico de complicada solución, buscándose en este momento el difícil formato de terapias de manera virtual. La única recomendación es la de recurrir a la guardia o a los teléfonos de emergencia ante una urgencia.
En muchos casos ante esta epidemia imprevista, gran parte de los aludidos se encuentran sin saber cómo actuar y sometidos, además, al temor de movilizarse en el transporte público, a su vez riesgoso, o al taxi de privativo costo para jubilados.
La experiencia que dejó la historia de las epidemias y pandemias muestra siempre que los más perjudicados son los pacientes de menores recursos, como lo demostraron las epidemias de cólera, peste bubónica y fiebre amarilla, que recayeron principalmente sobre los sectores más vulnerables económicamente.
Históricamente siempre hubo hijos y entenados, y hoy lo demuestra la incidencia del Covid-19 en las villas, barrios populosos y de habitantes más carenciados, una deuda pendiente de muchísimos años en el país y en el mundo.
La Ciudad de Buenos Aires es un ejemplo clásico con el mayor número de infectados del país.
El tema es de difícil solución en plena pandemia. Momento en que sale a la luz toda la desidia de los distintos gobiernos pasados, unos en menor medida y otros grandes responsables de la continuidad de esta situación. La falta de agua corriente y el hacinamiento habitacional son los peores enemigos, y la higiene es casi una utopía.
Cuando se otorgaron millones de nuevas jubilaciones hecho destacable no se previó ampliar la estructura del PAMI, que hoy no alcanza a cubrir con eficiencia los tantos nuevos usuarios, ya que fueron escasos los nuevos establecimientos necesarios y adecuados para una óptima atención, hecho que hoy surge a la superficie.
En la medida en que se mantenga o agrave la pandemia, más complicada será la solución de estos problemas, que pasan a ser de carácter social. Al no haber una vacuna ni claridad de las medicaciones apropiadas para aplicar en la emergencia, la única arma es el aislamiento.
Se debe a su vez luchar en otros terrenos, la vulnerable situación económica del país por un lado, los irresponsables de siempre que buscan sacar un rédito político, la desinformación de la prensa maniatada por intereses económicos bastardos y “los tontos” que se encaprichan en desobedecer las recomendaciones oficiales de “cuidar para cuidarse”.
Así las cosas en esta entrada del mes de junio y la aproximación del invierno que traerá complicaciones adicionales que se suman al problema del incontrolado aumento de la carestía de vida, sin ninguna justificación y solo con fines especulativos, que se da patadas con la nueva lógica del mercado con políticas más abarcativas, alejadas del clásico neoliberalismo hegemonizado desde hace más de cuatro décadas. La crisis económica no la desató la cuarentena que hoy se pretende descontrolar; ¡ojo con la Ciudad de Buenos Aires Sr. Larreta!, no bajar la guardia ni ceder a los sectores que pregonan la apertura sin controles, que no son pocos, están concentrados y tienen “la gran prensa” de su lado y a periodistas irresponsables que los secundan. Lo esencial es comprender las gravísimas consecuencias éticas y políticas que se derivan de aquélla, porque tras el paso de la peste ni el país ni el mundo pueden ser igual que antes.
Hay que cambiar de raíz el sistema tributario hoy obsoleto e implementar un impuesto a las grandes riquezas, de carácter permanente, que incluya a su vez al mundo bancario, la bolsa y los grandes hipermercados, todos ellos sectores dominantes, mientras que los aportes del Estado a las grandes empresas en los pagos de salarios deben ser correspondidos por una participación accionaria en las mismas.

                                          Hasta la próxima




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