sábado, 30 de mayo de 2020

MANUEL BELGRANO


Manuel Belgrano
El 20 de junio de 1820 muere en la absoluta pobreza





El 20 de junio de 1820 Manuel Belgrano muere en Buenos Aires en la pobreza extrema, asolado por la guerra civil. Fue uno de los más notables economistas argentinos, precursor del periodismo local, impulsor de la educación popular, la industria nacional y la justicia social.

Encomendado a conducir los ejércitos liberadores, el 23 de agosto de 1812, como General en Jefe del Ejército del Norte, comandó el abandono estratégico de la ciudad de Jujuy (“Éxodo jujeño”), con el objetivo de reagruparse ante el avance de las fuerzas realistas del general Goyeneche; luego sobrevendrán los triunfos patriotas de Tucumán y Salta, y la premiación a Belgrano con 40.000 pesos oro, que dona para la construcción de cuatro escuelas.


Escuela nº 452 de Jujuy: la última del legado de Belgrano inaugurada 191 años después


Quienes ya peinan canas o miman calvicies, recuerdan las primeras enseñanzas recibidas a través desde la escuela primaria allá por los años 1940/50, con docentes anclados en una educación estancada en los tiempos, la revista Billiken por entonces era la única que ofrecía enseñanzas alternativas a través de la gráfica, los colores y grabados llamativos, y a los próceres deshumanizados como muñecos de cera, y a Belgrano, con el solo mérito de creador de la bandera.
Hecho indudablemente importante, aunque no el único ni el principal de su significativa vida pública, que venía desde antes de la Revolución de Mayo. Ya en 1793, Belgrano desde el Consulado propuso fomentar la educación y capacitar a la gente en oficios que pudiera aplicarlos en beneficio de la nación (entonces colonia).


                        EL EXODO JUJEÑO

En 1806, durante las invasiones inglesas, se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad, y a partir de entonces compartirá su pasión por la política y la economía con una carrera militar que no lo entusiasmaba demasiado, pensaba que podía ser más útil aplicando sus amplios conocimientos económicos y políticos.
Cumplió un rol protagónico en la Revolución de Mayo y fue nombrado vocal de la Primera Junta de gobierno. Se le encomendó la expedición al Paraguay. En su transcurso creó la bandera el 27 de febrero de 1812. En el Norte encabezó el heroico éxodo del pueblo jujeño y logró las grandes victorias de Tucumán (24/9/1812) y Salta (20/2/1813). Luego vendrán las derrotas de Vilcapugio (1/10/1813) y Ayohuma (14/11/1813) y su retiro del Ejército del Norte. En 1816 participará activamente en el Congreso de Tucumán.


LAS ESCUELAS DONADAS POR BELGRANO

Como premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII le otorga 40.000 pesos oro (un equivalente a 80 kg de oro), que donará para la construcción de cuatro escuelas públicas, ubicadas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero.
“He creído propio de mi honor y de los deseos que me inflaman por la prosperidad de mi patria, destinar los expresados 40.000 pesos para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras en las que se enseñe a leer y a escribir, la doctrina cristiana, y los primeros rudimentos y obligaciones del hombre en sociedad”.
Belgrano redactó además un moderno reglamento para estas escuelas que decía, por ejemplo, en su artículo primero que el maestro de escuela debe ser bien remunerado por ser su tarea de las más importantes de las que se puedan ejercer. Pero lamentablemente, el dinero donado por Belgrano fue destinado por el Triunvirato y los gobiernos sucesivos a otras necesidades, las escuelas recién se fueron construyendo muchos años después de su muerte.
También lo recompensaron con un sable con empuñadura de oro y una medalla al valor, único objeto que Belgrano conservó hasta su muerte, y hoy se encuentran en el Instituto Nacional Belgraniano.
En 1818, las provincias beneficiarias de las escuelas hicieron un reclamo en conjunto al Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón, que fue respondido recién en 1823 por Bernardino Rivadavia, quien sostuvo que no había podido dar con aquellos fondos.
Diez años después el gobernador de Buenos Aires, Juan Ramón Balcarce, admitió oficialmente que ese dinero formaba parte de la enorme deuda de la provincia de Buenos Aires. En 1858, Amadeo Jacques, reflotó el tema y en 1870, el Estado bonaerense reconoció públicamente que los fondos existían.
En 1882, los fondos belgranianos pasaron a una ingeniosa cuenta llamada Fondos Públicos Primitivos, cuenta en la que según la investigadora tucumana, Marta Dichiara durante cuarenta y cinco trimestres, el Banco Provincia dispuso de los recursos donados por Belgrano, sin pagar un centavo de interés.
La escuela de Santiago del Estero fue inaugurada en 1882 por el gobernador Felipe Ibarra, con fondos propios, y funcionó hasta 1926.
La provincia de Jujuy fue la que mejor cumplió con el legado belgraniano, las obras comenzaron en 1813, pero a los pocos meses debieron suspenderse ante el avance de los ejércitos españoles que bajaban del alto Perú. Luego de retomadas las obras se inaugura, aunque pudo funcionar apenas tres años, debió cerrarse en 1828.
En 1998, el gobierno jujeño le adjudicó a una empresa constructora 700.000 dólares para completar la obra, que demoró 6 años en construirse, y fue inaugurada el 7 de julio de 2004, tras apenas 191 años de la donación. Es la Escuela Nº 452 de Jujuy, en el barrio Campo Verde.
Caso curioso el de la provincia de Tucumán, la más amada por Belgrano. En 1976, el gobernador quiso crear la Escuela de la Patria (tal como Belgrano pidió que se llamaran) y formó una comisión para cumplir con la memoria del prócer. Todavía en 1981, el predio ubicado en la calle La Rioja al 600.  e inaugurado con pompas con una piedra fundamental, así quedó. Con el paso del tiempo, la piedra ya no estuvo y el presidente Menem récord Guiness de promesas incumplidas, retomó el tema, encargándole al Ministerio de Educación que se construyera alguna de las escuelas soñadas por el prócer. Ésta se concretaría recién en el año 1998, pero claro, más chica y más cara que lo previsto en el presupuesto. No se sabe qué pasó con los $ 299.033, que quedaron de diferencia entre el monto remitido y el que pagó la provincia.
En la ciudad de Tarija (sur de Bolivia), la "Unidad Educativa General Manuel Belgrano se construyó con dinero argentino y abrió sus puertas recién en 1974, para convertirse en una de las más importantes de la zona, con casi 3.500 alumnos.

LA BATALLA DE TUCUMÁN

EL EXODO JUJEÑO (23 DE AGOSTO DE 1812)

Después de la fracasada campaña militar al Paraguay, Belgrano es designado como nuevo comandante del Ejército del Norte, el que en julio de 1812 en Jujuy deberá enfrentar a varios enemigos simultáneamente –a las tropas españolas bajo el mando de Pío Tristán por el norte–, con un ejército diezmado por las batallas, con centenares de heridos y enfermos, desmoralizado por las derrotas y desatendido militarmente por las autoridades de Buenos Aires, el desabastecimiento producido por la desidia del Triunvirato, al punto de que se ve obligado a pelear sin armas, municiones, ni pólvora.
Tras los reclamos a Buenos Aires, nunca contestados, debía arreglárselas como pudiera. Había ideado como medio de dispensar subsistencia a sus tropas hambreadas –se les adeudaba meses de sueldo– el cultivo de una huerta de hortalizas y legumbres. Mientras tanto, en Buenos Aires los gobernantes se repartían los beneficios del monopolio del puerto y de la aduana.
Uno de los partes enviados por Belgrano lo denunciaba de esta forma:
"Digan lo que quieran los hombres sentados en sofás o sillas muy bonitas, que disfrutan de comodidades mientras los pobres diablos andamos en trabajos; a merced de los humos de la mesa cortan, tallan y destruyen a los enemigos con la misma facilidad con que empinan una copa (…) Si no se puede socorrer al ejército, si no se puede pagar lo que éste consume, mejor despedirlo.”
Es que su ejército de liberación no tiene donde caerse muerto: “Ni tiempo, ni suelas, ni cosa alguna tenemos: todas son miserias; todo es pobreza, así amigo que yo me entiendo”, le escribe a Martín Güemes.
Poco después le escribe a Pueyrredón: “Todas son miserias en este ejército. No dinero, no vestuario, no tabaco, no yerba, no sal, en una palabra: nada que pueda aliviar a esos hermanos de armas sus trabajos ni compensar sus privaciones”. Y enseguida: “La deserción está entablada como un consiguiente al estado de miseria, desnudez y hambre que padecen estos pobres compañeros de armas”.
Sin embargo Belgrano no bajará la guardia, afrontará las consecuencias, y conseguirá restaurar la confianza de sus hombres.
 “La subordinación del soldado a su jefe se afianza cuando empieza por la cabeza y no por los pies, es decir cuando los jefes son los primeros en dar ejemplo; para establecerla basta que el general sea subordinado del Gobierno, pues así lo serán los jefes sucesivos en orden de mando. Feliz el ejército en donde el soldado no vea cosa que desdiga la honradez y las obligaciones en todos los que mandan”.
Como respuesta a sus reclamos de refuerzos y equipo, el 17 de julio recibía una nota de reconvención por su audacia del Rosario y un verdadero ultimátum por su agravada reincidencia del 25 de mayo en Jujuy. ¡La bandera era casi un crimen! “Ha comprometido usted nuestra política exterior –dice, poco más o menos, el gobierno–. Oculte disimuladamente la bandera, reemplácela por esta otra que enviamos (¡la de la Colonia!) y procure en lo sucesivo no anticiparse al gobierno. Debemos igualmente prevenirle que esta será la última vez que el gobierno sacrificará hasta tan alto punto los respetos de su autoridad. A vuelta de correo dará V.S. cuenta de lo que haga en cumplimiento de esta superior resolución”.
 El 29 de julio de 1812, Belgrano emitió un bando disponiendo la retirada general. La orden de Belgrano era contundente: había que dejarle a los godos la tierra arrasada: ni casas, ni alimentos, ni animales de transporte, ni objetos de hierro, ni efectos mercantiles. Desconfiaba profundamente de las oligarquías locales, a las que llamaba los desnaturalizados que viven entre nosotros y que no pierden arbitrios para que nuestros sagrados derechos de libertad, propiedad y seguridad sean ultrajados y volváis a la esclavitud.


LA  BATALLA DE SALTA


EL REPLIEGUE DE JUJUY
LAS BATALLAS DE TUCUMÁN Y SALTA

A las cinco de la tarde de aquel 23 de agosto de 1812, partió la gran columna de hombres, mujeres, niños y ancianos, llevando todo lo que podían, en carros, carretas y caballos, ganado y mascotas, muebles y enseres y los archivos documentales de la ciudad. Lo que no podía llevarse debía ser destruido, nada debía quedar en pie que pudiera servir de abastecimiento a las tropas invasoras de Pío Tristán que acechaban desde la Quebrada de Humahuaca, como lo habían comprobado los voluntarios de Díaz Vélez que se habían acercado a la avanzada española.
Los sectores más humildes del pueblo jujeño apoyaban la extrema decisión, en cambio Belgrano desconfiaba de los adinerados locales, y tenía datos suficientes de los contactos de éstos con el enemigo para hacer negocios con las probables nuevas autoridades, y habrían recibido garantías de que sus vidas y sus bienes iban a ser respetados.
Las órdenes eran terminantes, o se plegaban al éxodo o serían fusilados, no les quedaban alternativas.
 “…Entended todos que al que se encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intente pasar sin mi pasaporte, será pasado por las armas inmediatamente, sin forma alguna de proceso. Que igual pena sufrirá aquel que por sus conversaciones o por hechos atentase contra la causa sagrada de la Patria, sea de la clase, estado o condición que fuese. Que los que inspirasen desaliento, estén revestidos del carácter que estuviesen, serán igualmente pasados por las armas con sólo lo deposición de dos testigos… Que serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no lo efectúen con la mayor escrupulosidad, sean de la clase y condición que fuesen… No espero que haya uno solo que me dé lugar para poner en ejecución las referidas penas, pues los verdaderos hijos de la patria me prometo que se empeñarán en ayudarme, como amantes de tan digna madre, y los desnaturalizados obedecerán ciegamente y ocultarán sus inicuas intenciones. Más, si así no fuese, sabed que se acabaron las consideraciones de cualquier especie que sean, y que nada será bastante para que deje de cumplir cuanto dejo dispuesto. Cuartel General de Jujuy, 29 de julio de 1812.”
 La larga columna era custodiada por las tropas patriotas y recorrió en el cortísimo tiempo de cinco días los 250 kilómetros hasta su destino, la ciudad de Tucumán. Los planes eran resistir en aquella ciudad, desobedeciendo las órdenes de Buenos Aires de retirarse hasta Córdoba.
El último en abandonar la ciudad de Jujuy fue Belgrano, para supervisar en persona el estricto cumplimiento de sus órdenes. A la retaguardia quedaba Eustaquio Díaz Vélez, para hostigar permanentemente a los realistas y cubrir la seguridad el éxodo.
Los españoles, alentados por la retirada, atacaron la retaguardia de Belgrano en el Combate de Las Piedras, el 3 de septiembre de 1812, pero fueron derrotados, dejando en el campo de batalla una importante cantidad de pertrechos, 50 muertos y 2 oficiales más 40 soldados capturados.
Así se llega a la trascendente Batalla de Tucumán el 24 de septiembre de aquel año 1812, con un triunfo concluyente de las fuerzas patriotas, que persiguieron al enemigo hasta Salta donde volvieron a derrotarlos el 20 de febrero de 1813. Sin embargo, la guerra de la independencia no terminaría allí, estos triunfos serían jalones de una etapa de aquella gesta.
Belgrano nunca cobró los sueldos de su campaña al Norte, y debió pagar con su reloj los gastos de medicina poco antes de morir en la más extrema pobreza el 20 de junio de 1820, en momentos en que arreciaba la crisis política en Buenos Aires, con aquel día recordado como Día de los Tres Gobernadores.
No dejó de pedir, hasta su último aliento, que se cumpliera su legado. Ni tampoco se cansó de calificar a los responsables de los incumplimientos, como parásitos, inútiles y especuladores. Esto es parte de la historia que nunca se enseñó en las escuelas. Hombres de tal naturaleza, valentía y desprendimiento se hacen acreedores a la admiración y el reconocimiento de las siguientes generaciones, hasta hoy y para siempre.

Miguel Eugenio Germino


Fuentes:
--Pigna Felipe, Los mitos de la Historia Argentina, Tomo 1, Norma, 2004.
--http://adhilac.com.ar/?p=2100
--http://foro.seprin.com/showthread.php?66517-Mi-general-y-para-darle-el-gusto-a- flordeliz
--http://www.me.gov.ar/efeme/3dejunio/index.html
--http://www.taringa.net/posts/info/3240477/23-de-agosto-Exodo-Jujeno.html
--https://www.elhistoriador.com.ar/el-exodo-del-pueblo-jujeno/






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