Si buscamos la definición de árbol vemos que se define como: planta de tronco leñoso, grueso y elevado que se ramifica a cierta altura del suelo formando una copa. Y resulta fácil observar, con solo transitar los barrios de esta ciudad, que en esta gran urbe hay amplias zonas, veredas y predios donde no existe el verde.
No pretendo ser
novedoso, pero los beneficios para la salud son varios y muy valiosos, ya que
los árboles dan sombra, oxigenan el ambiente, disminuyen la contaminación del
entorno, atemperan los ruidos y conforman un paisaje y entorno muy saludable
para la vida humana. Inclusive para la salud física y mental.
Estas líneas,
intentan pujar por una ciudad que debería ser más hermosa, sana y amigable para
ser habitada.
En definitiva, el
objetivo es introducir la naturaleza dentro de esta isla de cemento. La ciudad
requiere de más plazas y espacios verdes en cada barrio o comuna. De los más de
300.000 árboles de Buenos Aires, muchos se encuentran
en mal estado, o son arrancados y no se plantan nuevos en su lugar. Algunas
especies son tan bellas como el fresno, el plátano, el tilo y el
hermoso jacarandá y tantas otras especies que
pueden encontrarse en nuestras calles.
Para concluir,
para cuidar hay que primero valorar y entender, y respetar y amar a este
hermoso regalo de vida que tiene raíces, tronco, ramas, hojas, flores y frutos.
En su interior circula la savia, que sería para
el árbol lo que para nosotros es nuestra sangre. Se trata de un ser que respira, tiene un metabolismo complejo y pulsa
por vivir y crecer y cumple armoniosos ciclos que encastran a la perfección con
las diferentes estaciones del año. Su destrucción o ausencia contribuye a
extinguir (aunque no todos lo vean claramente) la vida humana sobre la faz de
la tierra. Evitemos este suicidio colectivo, necesitamos más árboles en Buenos Aires, ya que la calidad
bien entendida empieza primero por la propia casa.
C.A.B.A.
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