EDITORIAL ABRIL DE 2023
“Los débiles no luchan.
Los más fuertes quizás luchen una hora. Los que aún son más fuertes, luchan
unos años. Pero los más fuertes de todos luchan toda su vida, y éstos son los
indispensables… Quien no ha compartido la lucha compartirá la derrota”.
Bertolt Brecht
Hace apenas unos días,
el 8 de marzo, se conmemoró el Día internacional de
la mujer trabajadora, una propuesta de Clara Zetkin en 1910, una alemana
militante del ala izquierda de la socialdemocracia y dirigente del Partido
Comunista alemán hasta la llegada de Hitler al
poder. Zetkin elevó su propuesta en el “II Encuentro
Internacional de Mujeres Socialistas” que se celebró aquel año en Copenhague, lo hizo como homenaje póstumo a las 129 costureras industriales de la
fábrica estadounidense Cotton Textile Factor, quemadas vivas, a modo de
escarmiento.
Sin embargo, este
año, escasa fue la trascendencia en el país de aquella fecha, como de la
igualdad de género y de la igualdad de
remuneraciones entre el hombre y la mujer, que son aún asignaturas pendientes
en el mundo –también en nuestro país–, donde la mujer continúa estigmatizada, tal como lo indican las estadísticas, y los últimos
graves atentados machistas desde hace ya muchos
meses.
El atentado a Cristina
Kirchner –no esclarecido aún–, como su condena y
proscripción, revelan lo lamentable del asunto.
Lejos en la historia de la “quema de brujas” en las hogueras de la Inquisición, como bien lo documenta el genial
dramaturgo Bertolt Brecht en su extensa obra, lejano está aquel fuego de
extinguirse. En las hogueras ardieron mujeres y también hombres.
Hoy, en el año
2023, se pretende mantenerlas encendidas –“por si las moscas”–, y en el
mantenimiento de aquel fuego eterno, están implicados
sectores que responden a los intereses más egoístas y reaccionarios de los
factores del poder real, que dominan los
medios más poderosos, las redes sociales, los emporios monopólicos y ciertos
fragmentos financieros, que extorsionan continuamente, junto a una oposición
predispuesta a mantener la tea encendida en sus manos; todo al amparo de una
Corte Suprema y sus jueces enquistados en Comodoro Py.
Gustavo Campana lo explica claro: “La torta es siempre la misma, tiene las
mismas porciones. Cuando ellos gobiernan, reparten pocas. Cuando gobierna el
campo nacional y popular son más, porque le sacaron el cuchillo al tipo que
tenía el poder real para cortarla. O los enfrentas o administras la crisis”.
Todo pasa por “la distribución”, mientras ello
no cambie y se niegue la lucha de clases, la injusticia reinará en el país, y
para colmo con el monitoreo del Fondo Monetario Internacional, otra de las
patas del asunto. Es de necesidad urgente y prioritaria renegociar aquella deuda impagable.
Para ello existen
un presidente y un ministro de Economía, para gestionar
en favor del pueblo, de lo contrario no estarán a la altura de la grave
situación que se vive, están de más.
Sus vacilaciones las pagará a futuro un pueblo
expuesto e indefenso.
Por ello, éste
debe estar movilizado, en la calle, en las empresas, en las fábricas, en los
distintos movimientos de masas, ¡alerta y
movilizado!
Mientras el país esté así sometido, será
imposible revertir la distribución, que seguirá en una “cancha inclinada” hacia
los sectores poderosos de la economía y las finanzas, que buscan a quien
devorar.
Con el Congreso paralizado,
la Corte arrogándose funciones de los otros dos
poderes, y el imperio del lawfare (guerra política por la vía
judicial-mediática), nada bueno se podrá
alcanzar, más pronto que tarde vendrán por nuestro litio y nuestra agua, y la soberanía será una quimera inalcanzable.
Hoy es imperioso el avance
del juicio político en curso a la Corte, como
alguien dijo: “ésa es la verdad de la milanesa”,
lo demás será, mientras tanto, cartón pintado, fácil presa de las llamas de las hogueras que acechan.
Hasta la próxima
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