COMUNIDADES
EN BALVANERA Y EL ABASTO
Cristóbal
Colón desembarcó en América, creyendo que llegaba a Las Indias, en el año 1492, viaje supuestamente financiado –tal cuenta la leyenda– por “la fantasía” del
empeño de las joyas de la Reina Isabel.
Sin embargo las joyas ya estaban empeñadas
antes del descubrimiento de América. Venía Colón con una tripulación “non
santa” de presidiarios amnistiados para la travesía, enarbolando en una mano la
cruz y en la otra la espada.
En el año
1536 Pedro de Mendoza funda por
primera vez la Ciudad de Buenos Aires, los nativos a los que denominó Querandíes
(palabra guaraní que significaba “Gente de Grasa”), finalmente la sitian y destruyen
en 1541.
Entonces
entra en el juego conquistador Juan de Garay, que en 1580 la refunda,
entregando tierras a diestra y siniestra entre sus amigos y tripulación, junto
a las tierras también reparte “indios”.
Así comienza el reparto original
de las tierras (hoy porteñas), que serán el inicio de las grandes quintas de la
pre-historia de los Barrios de Balvanera y Almagro. Como la del portugués
Carlos de los Santos
Valente, de 18 hectáreas, en lo que hoy es el barrio de Almagro, solar que ocupaba
el radio que delimitan las actuales calles Hipólito Yrigoyen, Castro Barros,
Medrano, Díaz Vélez y una línea oblicua que partiendo de esta última y
Billinghurst, terminaba en Maza e Hipólito
Yrigoyen, en ese entonces Camino Real al Oeste.
Finalmente
comprada el 29 de agosto de 1838 por
Miguel Ramón Rodríguez, quien le vende
la mitad norte al terrateniente Julián
de Almagro, hijo de Juan María de Almagro y De la Torre (1755-1843), múltiple funcionario de la
Colonia y terrateniente beneficiario de vastas posesiones en Entre Ríos y La
Banda Oriental.
Así, a vuelo de pájaro, se ve cómo se formaron los barrios, y más tarde los loteos de las tierras que hoy pisan los almagreños y
balvanerinos.
El criollo
La palabra criollo tiene un origen etimológico
dudoso, aunque la mayoría de los lingüistas lo derivan de “crío”, el
nombre que le dieron los españoles a su descendencia nacida en el Nuevo Mundo
(América hispánica). La RAE lo hace derivar del portugués “crioulo”, que se usaba en Brasil para identificar a los esclavos –hijos de africanos que nacían en su territorio–.
El criollo era descendiente directo de españoles,
siendo de ese origen su padre y su madre (los hijos nacidos en América pero con
sangre española e india eran llamados mestizos).
El criollo adquirió su idiosincrasia y su arraigo al territorio americano, sintiéndose
diferenciado de los lazos que lo unían con la Metrópoli, especialmente porque
si bien pudo adquirir un status económico apreciable gracias a las actividades
mercantiles que se les permitía desempeñar, tuvo que soportar las restricciones
del monopolio comercial impuesto por la
Corona.
Después
que los primeros conquistadores vinieron a usurpar estas
tierras, se produce casi tres siglos más tarde una segunda gran inmigración,
ésta es de brazos laburantes de origen fundamentalmente español e italiano, y
produce una substancial eclosión a partir de fines del siglo XIX y principios
del XX.
Balvanera y la zona del Abasto fueron
los que mayor inmigración retuvieron, con mezcla de otras
latitudes, como judíos polacos, árabes y otras; hacia
1880 comenzaron a llegar los judíos sefaradíes provenientes de Siria, Turquía,
Grecia y Marruecos. Gracias a su idioma con influencias del español, debido a
su pasado en España, se asimilaron fácilmente y se establecieron en distintos
puntos del país, muchos de ellos en Balvanera.
PARROQUIA DE BALVANERA CIRCA 1870 |
La inmigración judía se inició a mediados del
siglo XIX y comenzó a decaer en la década del ‘30 del
siglo XX, período durante el cual las políticas antisemitas estaban difundidas
en el mundo y también en las políticas argentinas, como la mal llamada “Revolución
del ‘30”.
Una nueva corriente migratoria se dio después
de la Segunda Guerra Mundial, donde llegaron en su mayoría judíos ashkenazíes
provenientes de Alemania, Polonia y Rusia.
La colectividad judía en nuestro país ocupa el
séptimo lugar entre las comunidades judías del mundo.
Siria y Líbano son dos países de la costa
oriental del Mediterráneo, de allí provienen las principales corrientes
inmigratorias árabe parlantes, que llegaron a la Argentina con las oleadas
inmigratorias anteriores a 1940.
Por lo general, todos los inmigrantes
provenientes de Siria y Líbano, independientemente de su religión, eran
llamados “turcos”. El gentilicio se debía a que hasta finales de la Primera Guerra
Mundial, eran turcos sus pasaportes por provenir de territorios que se
encontraban bajo la dominación otomana.
A partir de 1870 en Buenos Aires comenzó a
vislumbrarse la formación de nuevos barrios, superando la barrera inicial de la
llamada Calle de las Tunas (Callao-Entre Ríos) y se
modificó el damero inicial. Dos de ellos se destacaron: Almagro y Balvanera, que crecieron con
el asentamiento de los inmigrantes en tierras loteadas de grandes latifundios.
Entre estas dos conformaciones se desarrolló
la zona del Abasto, como un tercer polo de crecimiento hacia el oeste, donde
residían pocas familias en extensas quintas, manteniendo las tierras ocupadas
con sembradíos de verduras y frutas de la estación.
Otros factores
desencadenantes del crecimiento poblacional en el lugar fueron también las
epidemias y la aparición del tranvía eléctrico que llegó a Buenos Aires hacia
1898, que junto al primer ferrocarril de 1868, produjeron con sus vías el desarrollo de amplios sectores de la llamada “Gran Aldea”.
El Mercado de
Abasto fue el núcleo de la inmigración italiana que estableció su actividad con
la comercialización de verduras y frutas al que se anexó carnes, pollos, huevos
y otros artículos frescos de consumo masivo.
LAS MUEBLERÍAS INICIADAS POR LA COMUNIDAD ESPAÑOLA SOBRE LA AVENIDA BELGRANO |
Eran oriundos de
diversas regiones de Italia, con
el tiempo se habituaron al cosmopolitismo local, con ellos trajeron su singularidad,
lo que distinguiría en más este foco habitacional. Allí se hablaban diferentes
lenguas y dialectos, hasta el griego que tal vez mezclado con el lunfardo debió
hablar el mismo Aristóteles Onasis en su juvenil paso por El Abasto.
Los italianos
carreros que venían a los boliches del lugar, intercambiando diálogos y
palabras en intentos de comunicación con los criollos, dieron origen a una lengua confusa
que se plasma en la literatura de la época, “el
cocoliche”, que puede definirse como una
variedad mixta de castellano y de dialectos de las penínsulas Ibérica e
Itálica.
Antonio Cuccolicchio fue un italiano nacido en Calabria, que
trabajó como peón de limpieza en el circo de los hermanos Podestá. Al hablar
mezclaba el italiano con el español, creando un nuevo “dialecto” muy gracioso,
que se tradujo en un impacto para el público asistente.
La dominante presencia de
los inmigrantes no logró que se apagara la fama de Balvanera como barrio de
guapos (cuchilleros), de milongas, lugares de
baile de tango naciente y hasta lupanares.
Contiguos a este enclave y
muy cercanos a la Plaza Miserere, se ubicaron los judíos-rusos que llegaron a
Buenos Aires. Todas las quintas que en esa época rodeaban la zona fueron loteadas y cuando se ofrecieron para la venta esas tierras
primero las cercanas al mercado 11 de septiembre, pero luego en 1880 en todo el
barrio.
EL PRIMER EDIFICIO DEL MERCADO DE ABASTO HACIA 1890 |
Al final de los años 1970, el barrio se convirtió en una zona favorecida por las
tiendas de electrónica de importación, a la vez que mantenía su tradición
textil; las nuevas comunidades de inmigrantes coreanos y chinos pasaron a tener
una presencia relevante en diversas actividades comerciales, más tarde serán dominicanos,
africanos y peruanos las últimas corrientes migratorias. Éstas últimas
estableciendo importantes restaurantes a lo largo de la calle Agüero, entre
Córdoba y Valentín Gómez.
La comunidad árabe tuvo a su vez tiendas y
sedes de instituciones en el extremo sur de Congreso, cerca de San Cristóbal.
También existe una importante comunidad de coreanos desde los años 80 y más
recientemente el barrio ha sido un punto de influencia de miles de inmigrantes
bolivianos.
La zona sur acogió a muchas instituciones de
la comunidad gallega, y se distingue por su animado comercio del mueble en
torno a la avenida Belgrano. Durante los dos primeros decenios del siglo XX, la
zona en torno a la avenida Corrientes
fue elegida como núcleo de la comunidad judía de Buenos Aires, contando con sinagogas y clubes judíos,
la sede de la AMIA y el teatro Yiddish IFT. También se concentró en ella el comercio textil, lo
que a su vez atrajo a grupos de las comunidades árabe y armenia.
La población de estos barrios según el censo del año 2010:
Balvanera: 137.521 (4,4 km2)
y una densidad de 31.254 p/km2
Almagro: 128.206 (4,1 km2)
y una densidad de 31.269 p/km2
Los orígenes del barrio de
Balvanera se remontan a la segunda mitad del siglo XVIII, más precisamente el 7
de diciembre de 1797, cuando Antonio González Varela –apodado Miserere– donó una parte de sus tierras para la
construcción de un hospicio que sirviera de albergue a los misioneros
franciscanos. Siendo el 1º de abril de
1933 el año de constitución de la Parroquia.
En cambio Almagro debe su nombre
a una transacción inmobiliaria cuando el 28
de septiembre
de 1839 Juan María de Almagro compró una fracción de aquella gran quinta
de 18 ha.
Miguel
Eugenio Germino
Fuentes:
https://familysearch.org/wiki/es/Emigraci%C3%B3n_e_inmigraci%C3%B3n_de_Argentina#Inmigraci.C3.B3n_europea._1880_.E2.80.93_1914
http://www.wikiwand.com/es/Balvanera_(Buenos_Aires)
http://www.wikiwand.com/es/Balvanera_(Buenos_Aires)
No hay comentarios:
Publicar un comentario