viernes, 31 de marzo de 2017

FRANK BROWN: EL CLOWN QUE CULTIVÓ LA TERAPIA DE LA RISA



EL 9 DE ABRIL DE 1943 FALLECÍA FRANK BROWN
EL CLOWN QUE CULTIVÓ LA TERAPIA DE LA RISA






“¡El circo, sí, el circo! ¡Sobre su arena fue nuestra escuela, sobre su arena conquistaron los gauchos del drama las tablas de los escenarios! Tal el humilde y honroso origen y ningún arte escénico puede ostentarlo mejor”
 Así describía al circo Pepe Podestá, en sus memorias

Frank Brown, continuó la vocación de su padre Henry, allá en su lejana Inglaterra a la manera de los bufones retratados por Shakespeare, al que solía parodiar con sutileza transitando la delgada línea que separa el drama de la comedia.
Hizo casi toda su carrera en Argentina, iniciándose en el circo de Pepe Podestá.


¿QUE ES UN CLOWN?

 La palabra deriva del inglés. El clown o payaso es un creador, un provocador de risa, sensaciones y emociones, hace reír, sentir y reflexionar con su visión del mundo y sus intentos de posarse por encima de sus fracasos, muestra su vulnerabilidad sin tapujos, es el niño que todos llevan dentro, que no tiene tabúes, que disfruta jugando y que quiere ser como los adultos aunque nunca logre conseguirlo.

REPARTIR GOLOSINAS ENTRE LOS CHICOS ERA SU FELICIDAD


LOS INICIOS

Henry, su padre, logró que el pequeño Frank se incorporara a los once años a un circo con el que recorrieron como juglares los caminos de Gran Bretaña, una vida ambulante, llena de historias increíbles pero ciertas. Los primeros años trabajaba sin cobrar, ya que se consideraba que aprender el oficio era de por sí ya una buena paga. Hizo de todo. Aprendió a apechugar sufrimientos, a quitarse de la cabeza la idea del desarraigo, a pelearle a la vida y al hambre y a no hacerle asco a ninguna de las tareas del circo, desde limpiar jaulas hasta levantar la carpa.
Había nacido en Brighton, ciudad situada en la costa sur de Inglaterra, el 6 de septiembre de 1858. Sus padres fueron Henry y Rose, y formaban parte de una compañía circense.
Su debut fue en el año 1877 en Moscú, como acróbata en el Circo de los hermanos Carlo, para saltar a las Américas al año siguiente, donde se presentó en la ciudad de México en las pistas circenses también como clown, para llegar Buenos Aires y debutar en el año 1879 en el recientemente inaugurado Teatro Politeama de Corrientes y Paraná, allí conocerá a los Podestá y compartirá el escenario con el entonces ya encumbrado José Podestá.
El personaje de José, “Pepino el 88”, era amado por el pueblo pero temido por los políticos de la época a los que ironizaba y criticaba sin clemencia, inaugurando un género que a futuro tendría grandes cultores, el ácido monólogo político.
Frank era además de acróbata, malabarista, prestidigitador, saltarín, equilibrista, bailarín de cuerda y clown. Realizaba también, con respeto, la erudita parodia de los más famosos monólogos shakesperianos.

EL IRRESISTIBLE ASCENSO


su circo el hippodrone


Su fama fue creciendo y en 1886 deslumbró a los hombres y mujeres más notables de Buenos Aires, que disfrutaban de su espectacular salto sobre 25 carabineros con sus fusiles con bayonetas amenazando su humanidad. Entre los espectadores había un cronista exigente que no reparó en elogios, Sarmiento, que luego publicó en su diario “El Censor”: “El talento de Frank Brown es de maravillosa extensión: es un clown enciclopédico, es saltarín, juglar, equilibrista, bailarín de cuerda. Es un Hércules con pies de mujer y manos de niño”.
En esa misma función Brown se burla finamente de los candidatos presidenciales de aquellas elecciones fraudulentas, que el roquismo con Juárez Celman ya tenían aseguradas. El periódico “El Mosquito”, también con la misma implacable ironía, celebraba con caricaturas del notable dibujante Stein el acto del notable Clown.
En 1888 Frank dejó el Circo de los hermanos Carlo y aventuró suerte con una compañía propia. Durante la llamada “Revolución del 90” visitó y reconfortó con sus chistes a los heridos de ambos bandos en pugna.
La vida lo puso a prueba muy duramente al año siguiente con la muerte de su hijo, a la que seguirá la de su esposa Ketty, quien cae del caballo en medio de un acto ecuestre.

LA FAMA QUE LE FUE SIEMPRE DISCORDANTE
 
 Quizá porque la función debía continuar o porque venía acostumbrado a ser maltratado por la vida desde que tenía recuerdos, siguió adelante y decidió probar suerte en una gira por Sudáfrica que terminaría en un fracaso.
 De regreso a Buenos Aires, fue nuevamente muy bien recibido, recuperó sus afectos, el calor del público y se lo vio muy enamorado de la ecuyère (amazona, mujer que monta caballos en un circo) Rosita de La Plata, que será la compañera de su vida. En ese momento estaba casada con Antonio Podestá, uno de los siete Hermanos Podestá. La chica se llamaba en realidad Rosalía Robba, y tenía seis años cuando entró al mundo del circo vendiendo flores en el Arena de Corrientes y Paraná y a los ocho pasó a integrar la compañía de Cotrelly, recorriendo el mundo durante unos diez años. Volvió para aportar su destreza y su mucha simpatía, una verdadera "figura atractiva" según los diarios de la época.
Frank era uno de aquellos hombres sensibles que arriesgaban su vida para arrancarles una sonrisa a los niños con su generosidad proverbial, regalaba a manos llenas durante las funciones chocolates y caramelos y hacía muchas funciones a beneficio de niños enfermos y hospitales.
Se aseguraba entonces que su humor era la más segura cura para la más persistente de las melancolías.
Declararía al diario La Nación: “Cuando me hallo ante los millares de ojitos encantados de los niños, con sus manos ansiosamente extendidas solicitándome los para ellos maravillosos chocolates y muñecos que les traigo en mi canasta, tiemblo de emoción, de alegría infinita. Y es porque si en ese instante ellos son felices, yo me considero el hombre más feliz de la Tierra”.
Frank logró interesar a un grupo de inversores y tuvo por fin la ansiada sala propia, el Coliseo de Frank Brown, en la actual Marcelo T. de Alvear entre Cerrito y Libertad. La inauguró el 6 de agosto de 1905 con un éxito total y se lanzó a la aventura de llevar su compañía por los países que balconean el Pacífico.
A su regreso, la Comisión de festejos del Centenario aportó dinero para que levantara un circo en Florida, entre Paraguay y Córdoba. Frank veía llegar su momento de gloria y se puso a trabajar para que su circo fuera el mejor de Buenos Aires. No contaba con la reacción de los que empezaron a ver con malos ojos la instalación de una carpa popular en un lugar que consideraban propio, exclusivo.
Llovieron las críticas desde la prensa de la época y las airadas opiniones de señoras y señores de la sociedad, que se adelantaban a los hechos dando por sentado que la zona se llenaría de pobres, conociendo la tradición de Brown de no cobrar la entrada a los chicos que no la podían pagar. 



su tumba en el cementerio Británico den B.A.

El ambiente se fue caldeando ayudado por la reacción “patriótica” contra las movilizaciones programadas por el movimiento obrero para la Semana de Mayo con la idea de arruinarle los festejos a la oligarquía en el poder. Sobrevino una violenta represión y bandas armadas de “muchachos bien” se lanzaron sobre imprentas, redacciones de periódicos y bibliotecas socialistas y anarquistas ante la mirada cómplice de la policía y los bomberos, algunos de esos malhechores fueron los que prendieron fuego a la carpa de Frank Brown al grito de “viva la patria”, asegurándose de que no quedara nada en pie con la garantía de que las “fuerzas del orden” estaban de su lado.
No hubo reacción ni condena oficial y las señoras y señores que habitualmente deambulaban por Florida sintieron un gran alivio; incluso algún diario catalogó el episodio como “una expresión de violencia que no deja de ser simpática”. Duramente golpeado por la barbarie “patriótica”, Frank se embarcó en una nueva gira por Sudamérica.
En 1912 vuelve a las tablas con un éxito importante y en 1917 participa de la película Flor de durazno junto a Carlos Gardel, entonces con algunos kilos de más. En ese mismo año se toma la revancha histórica de levantar en el lugar que hoy ocupa el Obelisco un circo similar al que le habían quemado, será el Hipodromme Circus, que abriría sus puertas el 5 de mayo de 1917.

 EL EPÍLOGO DE UNA VIDA AGITADA

Con el progreso vino la piqueta y demolición del circo en 1924, cuando ya Frank era un hombre de 66 años que había decidido retirarse a su casa de Colegiales junto a su querida Rosita, quien morirá en 1940. Él la seguiría tres años después, el 9 de abril de 1943, a los 84 años de edad; así se iba una parte fundamental de la historia del circo y del espectáculo en la Argentina.
 La tumba de Frank Brown está ubicada en el Cementerio Británico de Chacarita, a metros de la entrada. Un pasaje de apenas una cuadra lo recuerda en el Bajo Flores, corre paralelo a Mariano Acosta y Pergamino, a metros de la Autopista 25 de Mayo y la avenida Perito Moreno.

 Miguel Eugenio Germino

Fuentes:
-http://www.elhistoriador.com.ar/biografias/b/brown.php 
-http://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/14044811/Un-clown-lejos-del-payaso.htm
-http://www.diarioeltiempo.com.ar/archivo/2015/2015/10/25/frank-brown-senor-payaso/
-http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/10-10353-2008-06-14.html








1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente reseña de un gran clown Ingles-Argentino!!!