El 15 de marzo de 1892 nace Manuel Nicolás Aristóbulo Savio
“Padre
de la siderurgia argentina”
"Entendemos
que la industrialización del país es imprescindible e impostergable como factor
de equilibrio económico social (…) Entendemos también que la industria comúnmente llamada 'pesada' es
primordial para desarrollar la de carácter manufacturero (…) y que, por lo tanto, si el país renuncia a contar
con ella perderá la oportunidad de ocupar en el concierto universal el nivel
que le corresponde por su potencial moral y material, pues dependerá en forma
excesiva de la buena voluntad extraña a sus propios y vitales intereses."
Manuel Savio
EL HOMBRE
Manuel Nicolás Aristóbulo Savio nació el 15 de
marzo de 1892 en Buenos Aires y falleció de un
paro cardíaco a los 56 años, el 31 de julio de 1948, fecha hoy considerada como
el "Día de la Siderurgia".
Era hijo de
Sebastián Savio, inmigrante italiano, y de María Gazzano, de nacionalidad
argentina. Cursó sus estudios primarios en la Escuela de Graduados y los secundarios
en el Colegio Nacional de Buenos Aires, de donde egresó en 1908.
Se casó a los 21
años con Alicia Dorrego, también argentina, hija de españoles.
Inició su carrera en el Colegio Militar de la Nación en marzo de 1909; en 1910 egresa como subteniente segundo de la promoción en el arma de Ingenieros y es destinado al 5º Batallón de la misma con asiento en la ciudad de Tucumán. Su primer jefe fue Alonso Baldrich (1870 -1956) quien luego luchará junto a Enrique Carlos Alberto Mosconi (1877 - 1940) por el petróleo nacional.
Inició su carrera en el Colegio Militar de la Nación en marzo de 1909; en 1910 egresa como subteniente segundo de la promoción en el arma de Ingenieros y es destinado al 5º Batallón de la misma con asiento en la ciudad de Tucumán. Su primer jefe fue Alonso Baldrich (1870 -1956) quien luego luchará junto a Enrique Carlos Alberto Mosconi (1877 - 1940) por el petróleo nacional.
LA FIGURA
LOS ALTOS HONOS DE ZAPLA |
La figura de Savio está ligada a una serie de
acontecimientos fundamentales para el desarrollo económico del país, no se
puede hablar de industrialización en la Argentina
sin tener en cuenta sus ideas, sus conceptos y su lucha de toda la vida.
Como fray
Luis Beltrán y como Enrique Mosconi,
el general Manuel Savio rompió los moldes comunes para transformarse en un
ejemplo, en un país en el que la industrialización fue siempre relegada en
beneficio de un modelo agrícola ganadero.
No pueden olvidarse sus palabras en 1947: “La del acero es una industria básica sin
cuyo desarrollo no puede considerarse que un país ha alcanzado su independencia
económica. Incluso se comprueba la verdad opuesta: cuando menor es el
desenvolvimiento de esta industria, mayor es la dependencia que se tiene del
extranjero, con las graves consecuencias que de estas circunstancias se derivan”.
Ya en los lejanos años 1850 había dicho Domingo Faustino Sarmiento: “No
somos industriales ni navegantes y la Europa nos proveerá por largos siglos de
sus artefactos en cambio de nuestras materias primas”.
Nuestro país se fue conformando así en un país dependiente de la
industria extranjera, lejos de los
ideales iniciales de la Revolución de Mayo, que buscó emanciparse “de la
metrópolis española y de toda otra potencia foránea”.
Los
revolucionarios, agrupados en el Cabildo, protagonizaron lo que se llamó
la “Revolución de Mayo”. Algunos de estos integrantes levantaron la bandera de la unidad americana y de la independencia de cualquier dominio extranjero.
Eso los llevó a protagonizar una encarnecida lucha contra los porteños que,
aliados con la inminente potencia Inglaterra,
buscaban reemplazar una metrópoli colonial por otra. Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan José Castelli y tantos otros, fueron las voces
revolucionarias de entonces. Tal como aprobó el Congreso de Tucumán de 1816, con
el agregado del 19 de julio, en sesión secreta, a propuesta del diputado
Medrano: "...y toda otra dominación
extranjera".
Fray
Luis Beltrán (1784-1827), militar y fraile franciscano argentino, de
brillante actuación como fabricante y organizador de la artillería del Ejército de los Andes, que combatió junto a San
Martin, tenía
conocimiento de química, matemáticas y mecánica, fue uno de los primeros en
entender que la riqueza mineral del país podía prestar servicios valiosísimos
en la lucha por la independencia, favoreciendo la fabricación de armas como
fusiles y cañones.
La actividad
metalúrgica se ha forjado como una de las principales del país a lo largo de
décadas, a pesar de los muchos detractores que subestimaron el papel de la
industrialización y del desarrollo de la siderurgia local. La visión de Beltrán
fue continuada por el general Savio, que remarcaba: “O sacamos hierro de nuestros
yacimientos o renunciamos a salir de nuestra situación exclusiva de país
agrícola ganadero, renunciando a alcanzar una mínima ponderación industrial con
todas las consecuencias que eso implicaría para el futuro de la Nación”.
Fue autor en 1947 de
un Plan Siderúrgico Nacional
convertido rápidamente en Ley Nacional el 13 de junio del mismo año, lo que
permitió que se creara SOMISA, que llegó a
convertirse en la segunda acería argentina.
Savio, entre otras
funciones, llegó a presidir el directorio de SOMISA y su legado fue tomado por
diferentes corrientes del pensamiento industrial del país.
SAVIO ENCENDIENDO LOS ALTOS HORNOS |
Ya en el año 1936,
con 44 años, Savio fue designado al frente de la dirección de Fábricas Militares. Desde ese lugar impulsaría el
desarrollo de la industria pesada nacional, enviando un proyecto de ley por el
cual se crearía la Dirección General de
Fabricaciones Militares (FM) y se autorizaba a realizar exploraciones y
explotaciones de metales de valor estratégico, como cobre, hierro, plomo,
estaño, manganeso, wolframio, aluminio y berilio, al igual que no metales, como
el azufre, minerales que no serian destinados a su exportación, sino que servirían
como insumos básicos para la industria nacional.
Los hallazgos y
explotaciones que se realizaron desde FM fueron numerosos, siendo los más
destacables los del hierro de Puesto
Viejo, al sur de Palpalá, en Zapla; las
arcillas y caolines bonaerenses, el uranio de Comechingones, la mina
“Soberanía”, de Mendoza; el cobre de Los Aparejos, en Tinogasta, Catamarca; el
mineral del Paramillo, de Uspallata, Mendoza; la
mina de hematita La Santa, Pastos Grandes, Salta; y el cobre y la rodocrosita
de Capillitas, entre otras. Además,
la ley autorizaba el desarrollo de un programa de prospección
geológico-minero en la Antártida Argentina.
Para el año 1943, a
menos de 7 años de su creación como organismo autárquico, el Gral. Savio había
inaugurado 9 fábricas nuevas: Fábrica de Acero y Pólvora y Fábrica de
Explosivos de Villa María, Fabricaciones Militares de Armas Portátiles “Domingo
Matheu”, Tolueno Sintético, Munición de Artillería Río Tercero, Munición de
Artillería “Borghi”, Vainas y Conductores Eléctricos E.C.A., Munición de Armas
Portátiles “San Francisco”, Materiales Pirotécnicos y Altos Hornos Zapla. Estas
se sumaban a las 3 ya existentes (Fábrica Militar de Equipos, Fábrica de
Material de Comunicaciones y Fábrica de Aviones).
Ya para el 7 de marzo de 1944, tendría lugar un hito de la industria siderúrgica
nacional, el comienzo de la construcción de la Planta Industrializadora de
Palpalá de Altos Hornos Zapla, en la provincia de
Jujuy, cuyo horno se construiría en hormigón armado (único en el mundo)
por la escasez de materiales imperante en ese tiempo y cuyo fuego sería alimentado por carbón vegetal ante la falta de
carbón mineral (para esto Savio activó el Vivero de Pirané, con 30 millones de
eucaliptos y 15.000 ha), permitiendo la realización
de cortes cada siete años.
El 11
de octubre de 1945, apenas 1 año y 7 meses
después del comienzo de las obras, surgiría del Alto Horno el primer chorro de
hierro, sobre el cual Savio expresó que
“iluminará el camino ancho de la Nación Argentina”.
Más tarde se realizaron otros importantes
logros, como la adquisición de la Sociedad Electrometalúrgica SEMA, rebautizada
como Fábrica Militar de Vainas y Conductores Eléctricos (latón militar para
vainas, metales para la industria manufacturera y una amplia gama de
conductores eléctricos), además de la inauguración de la Fábrica Militar de
Materiales Pirotécnicos y de la Fábrica Militar de Material de Comunicaciones y
Equipos.
En 1946, ante la abrupta caída del consumo nacional de hierro y la escasez de
materiales, el Gral. Savio suscribe su Plan
Siderúrgico, que luego sería transformado en ley, con el objetivo de
producir acero en el país utilizando materias primas y combustibles argentinos
(complementando en caso de ser necesario con materiales importados), para así
ofrecer el suministro a las industrias de transformación y terminado de acero,
fomentando la instalación de plantas de transformación y logrando de esa manera
el desarrollo de la industria nacional.
Cuando por el mes
de agosto de 1945 fueron arrojadas las bombas atómicas en las ciudades de
Hiroshima y Nagasaki, Savio de inmediato reaccionó insistiendo en que “tenemos
que intensificar ya, rápidamente, la búsqueda de uranio en todo el territorio
argentino. No se trata de fabricar la bomba, sino de pesar en el concierto mundial
con la tenencia de uranio”.
Así fue como los
treinta geólogos de la DGFM se lanzaron al relevamiento y la exploración del
territorio nacional en busca de uranio, logrando hallazgos sorprendentes. Dos
décadas después, Argentina estaba en el concierto de las pocas naciones que
generaban energía nuclear.
Mientras Chile,
Brasil y México para sus emprendimientos siderúrgicos contaban con la
colaboración norteamericana, Savio –condicionado por la
política exterior argentina que se mantuvo neutral durante la Segunda Guerra–
construía la planta piloto de Palpalá apelando a piezas en desuso recogidas a
lo largo de todo el país. En un astillero viejo de San Fernando se compraron
dos calderas antiguas, casi chatarra. Como no se pudieron obtener ladrillos
refractarios para el interior del horno, una firma nacional los ofreció de
sílice, siendo aceptados finalmente por los ingenieros suecos, pero sin ofrecer
garantía.
Escribió diversas
obras a partir de 1933, luego de haber traducido
del francés trabajos del Capitán de Artillería Dumez sobre fabricaciones
mecánicas, organización general de las fábricas y organización del trabajo,
escribió su primera obra titulada Movilización Industrial. Luego le
siguieron los libros Política Argentina del Acero (1942),
Política
de la Producción Metalúrgica Argentina (1942) y el grupo de conceptos que fundamentaron el Proyecto de Ley de Fabricaciones
Militares, en 1944. También fue autor de otros trabajos, como ser la Ley de creación de la Dirección General de
Fabricaciones Militares, Nº 12.709; el Plan Siderúrgico Argentino, ley Nº
12.987; el Proyecto de ley para desarrollar en
el país un plan de producción de caucho natural y sintético y el Proyecto de protección y fomento de las industrias de
las materias primas básicas.
Falleció joven, lo que impidió que continuara
su gran obra indispensable para el desarrollo de la industria y lograr la
soberanía nacional, pero dejó su ejemplo, el que recogieron otros y que deben
recoger muchos pretendidos estadistas actuales.
Como
decía el Gral. Savio:
“Necesitamos
barcos, ferrocarriles, puertos y máquinas de trabajo, y no nos podemos detener
a la espera de milagros… ello es ya un imperativo en nuestro progreso, porque
es un mandato de la argentinidad, porque lo requiere nuestra soberanía dentro
de un programa que no persigue ninguna autarquía deformada por exacerbado
nacionalismo, sino porque aspira a contar con un mínimo de independencia”.
Miguel
Eugenio Germino
Fuentes:
http://www.centrocultural.coop/blogs/nuestramericanos/etiquetas/tupac-amaru/
http://www.diarioelnorte.com.ar/nota27914_el-general-manuel-nicolas-savio-desarrollo-la-industria-siderurgica-nacional-vida-y-obra-del-precursor-de-la-industria-siderurgica-nacional.html
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