viernes, 29 de noviembre de 2019

EL GOLPE DE ESTADO EN BOLIVIA


Bolivia: el Imperio contraataca





Cuando parecía que se le venía la noche a la estrategia de la Casa Blanca en nuestra región, el Departamento de Estado sacó un as de la manga y modificó el tablero: el presidente con mejores números económicos del continente, Evo Morales, fue obligado a dimitir por una acción conjunta de activistas de derecha y fuerzas de seguridad.
Este verdadero golpe de estado cívico-militar-policial, acabó, por lo menos temporariamente, con el impecable gobierno de Evo Morales, que debió salir de su país como si fuese un criminal y no como el mandatario que fue: el que le dio derechos y una vida mejor a los siempre postergados pobres de Bolivia.
Es cierto que una serie de errores del mandatario precipitaron los hechos. Evo forzó su candidatura presidencial para otro mandato que no le correspondía. Y desoyó el resultado negativo de un plebiscito que él mismo había convocado. Pero todo esto no justifica un golpe de Estado violento que nos regresa peligrosamente a las peores costumbres del siglo XX.
Este retroceso no puede despegarse de una realidad compleja en todo el continente. La derrota de Macri, las bravatas de Bolsonaro, la libertad de Lula y la interminable rebelión en Chile, llenaron de malas noticias los escritorios de las embajadas norteamericanas de nuestra región. Alguna respuesta iba a llegar desde el gran país del Norte, pero sorprendió el destinatario y la virulencia del golpe de Estado.
Ahora, las marchas, la cantidad de muertos y los funcionarios ilegítimos que se suceden. Los nombres pueden cambiar a cada hora, pero lo permanente es que la inestabilidad regresa a nuestro continente, y ésas no son buenas noticias para los sectores populares de nuestra región.

Pablo Salcito




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