EDITORIAL AL Nº 314 – AGOSTO 2021
Se conoce como “Operación
Cóndor” o “Plan Cóndor” al terror que recorrió
el Cono Sur en la década de los setenta, cuando las dictaduras
latinoamericanas crearon un sistema conjunto de persecución y represión contra
las oposiciones de izquierda, con una fecha exacta de creación: 28 de noviembre 1975, en Chile, en el marco de una reunión de seguridad
presidida por Manuel Contreras –jefe de la policía secreta chilena– y en la que
participaron militares de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y
Uruguay. No se sabe a ciencia cierta cuántas víctimas dejaron, pero sí que fueron
muchas, y aún quedan muchas incógnitas por develar.
Los países de
América del Sur fueron convirtiéndose en
dictaduras como fichas de un dominó: Paraguay, con Alfredo Stroessner, en 1954;
Brasil, con Castelo Branco, en 1964; Bolivia, con Hugo Banzer, en 1971;
Uruguay, con Juan María Bordaberry; Chile, con Augusto Pinochet, en 1973; y
finalmente Argentina, con Jorge Rafael Videla, en 1976. Todos ellos violaron
sistemáticamente durante años los derechos humanos de sus ciudadanos.
Hoy a 46 años de
aquella nefasta alianza, se reedita un “Mini Plan Condor”, esta vez contra la Bolivia de Evo Morales, tras el golpe de Estado con la participación
activa de dos países: la Argentina de Macri y el Ecuador de Lenin Moreno, con la asistencia intelectual
de los EE.UU., que
puso en riesgo de magnicidio tanto a Evo Morales como a García Linera,
presidente y vice de aquella nación.
El actual ministro de Relaciones de Exteriores
de Bolivia, Rogelio Mayta, denunció públicamente que el gobierno de Mauricio Macri
envió en el 2019 “armamento letal” a su país para colaborar con el “rompimiento
del orden constitucional” y mostró cables diplomáticos que comprobarían estas
afirmaciones. Por tales delitos, Mauricio Macri, sus ex ministros Patricia Bullrich (Seguridad) y Oscar
Aguad (Defensa), el ex embajador argentino en Bolivia Normando Álvarez García y
otros están imputados.
No es casual que en momentos en que se produce
otro magnicidio, el de Haití, con la intervención de
elementos de ultra derecha de los EE.UU., y la participación efectiva del gobierno de
Colombia, uno de los supuestos autores intelectuales del asesinato del
presidente Jovenel Moise, es Christian Emmanuel Sanon, un médico residente en Florida, EE.UU.
Cuando la
situación en aquel país (el más pobre de América) es aún preocupante, los EE.UU. se apresuraron a
enviar a agentes del
FBI para, según afirmaron, “evitar más caos tras el magnicidio”.
En simultaneo se
produce –¡oh casualidad!– una supuesta ola de disturbios en Cuba, mostrando en
muchos casos fotos y videos de otras partes del mundo y de otros lugares, todo
un “lawfare” (contracción gramatical de law: ley y warfare: guerra),
vocabulario foráneo muy utilizado hoy, que a su
vez coloniza hasta el idioma.
Cuba, bloqueada
desde hace 60 años, al decir del prestigioso politólogo Atilio Borón: “Es una tarea ciclópea resumir en unas pocas
líneas el significado de algo tan especial como la Revolución cubana, que el viejo Hegel no hubiera dudado un
instante en caracterizar como un acontecimiento “histórico-universal”. Una
revolución que destruyó mitos y prejuicios profundamente arraigados: que la
revolución jamás podría triunfar en una isla situada a 90 millas de Estados
Unidos; que el imperialismo jamás permitiría la existencia de un país
socialista en su patio trasero; que la revolución era impensable en un país
subdesarrollado y, para colmo, sin el protagonismo de un partido
“marxista-leninista” conduciendo la insurrección de las masas. Todos estos
pronósticos, y muchos otros que sería largo enumerar, fueron refutados por el
triunfo, la consolidación y la heroica sobrevivencia de la Revolución cubana.”
Pero no todas
son pálidas en la zona.
La Cuba bloqueada sobrevive y es el primer país latinoamericano en producir sus propias vacunas contra el Covid (Abdala y Soberana),
amén de los adelantos en materia científica, educativa y médica, su Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología
(CIGB) informó que en la fase III de ensayos clínicos,
la vacuna Abdala mostró un 100 % de eficacia para prevenir la enfermedad
sistémica severa y la muerte.
En Chile funciona la Asamblea Constituyente presidida por una nativa mapuche, Elisa Loncón, y en Perú se hizo cargo del gobierno Pedro Castillo que asumió el
28 de julio, pese a los palos en la rueda puestos por Keiko Fujimori, hoy
procesada, e hija del delincuente preso;
mientras las crisis terminales de Brasil y Colombia no tienen ya retroceso.
En Argentina se dieron pasos significativos en materia de los grotescos procesos
judiciales contra Cristina y otros dirigentes del Frente de Todos, se marcha a
vacunar al 80% de la población y comienzan a verse los primeros avances en la
recuperación económica.
En Uruguay se consiguieron las firmas necesarias para convocar a una consulta
popular que derogue 135 artículos de la desprestigiada Ley de Urgente
Consideración (LUC), aprobada en el Congreso el 8 de julio de 2020, que es casi una herramienta fetiche con la que el
presidente Luis Lacalle Pou había empezado a cambiarles la vida a sus ciudadanos.
No todas son
pálidas en la zona, pero; ¡atención!, a mantener la guardia aceitada, en esta América difícil y en convulsión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario