NACIÓ EL 12 DE JULIO DE 1852 – MURIÓ EL 3 DE JULIO DE 1933
„Las revoluciones están en la ley moral de las sociedades y ni es dado
crearlas ni es posible detenerlas sino mediante reparaciones tan profundas como
son las causas que la engendran. (…) Nuestra misión no es la ocupación de los
gobiernos, sino la reparación cardinal del origen y sistema de ellos como el
único medio para restablecer la moralidad política, las instituciones de la
República y el bienestar general”.
Hipólito Yrigoyen
Juan Hipólito del Sagrado
Corazón de Jesús Yrigoyen, hijo de
Marcelina Alen y Martín Yrigoyen, dejó una profunda huella a su paso por
la política dando fin a al llamado voto
cantado y al fraude electoral, que imperó durante décadas en el país. Dos veces presidente de la Nación Argentina (1916–1922
y 1928–1930), fue una figura relevante dentro de
la Unión Cívica Radical.
El radicalismo, sin proyecto
económico de recambio, sólo se proponía ‘democratizar’ la prosperidad resultante
del sistema agroexportador, no amenazaba a los detentadores del poder económico
—salvo en algunos aspectos secundarios—, ni al equilibrio social que muy por el
contrario lo reforzaba.
En aquel recambio durante, su
primera presidencia, debió afrontar años turbulentos con los levantamientos
obreros de la Semana Trágica en enero de 1919 y de la Patagonia en 1920 y 1921 que dejó un
saldo de entre 300 y 1.500 obreros asesinados o fusilados.
Finalmente derrocado en 1930 por el golpe de Uriburu, da comienzo a otro período infausto de la historia: “la década infame”.
Casa en la que habitó Hipólito
Yrigoyen en la calle Brasil 1039
SUS INICIOS
EN BALVANERA
Nació, se
crió y estudió en el barrio porteño de Balvanera, era hijo de un vasco francés,
Martín, cuidador de caballos de Rosas, y de Marcelina Alem (con m y sin
acento), cuyo padre fue Leandro Antonio Alén, vigilante de a caballo de la
Mazorca, fusilado tras la caída de Rosas en 1852, allí transcurrió su infancia y juventud, donde
además dio sus primeros pasos en las lides políticas del autonomismo junto a su
tío Leandro Alem. Por su influencia, con apenas 20 años, fue nombrado comisario
de esa seccional y en aquella barriada bravía, a la que inmortalizara Jorge
Luis Borges a través de la mítica figura de Jacinto Chiclana, allí fogueó el
férreo carácter aquél joven que había estudiado en el Colegio San José y que
finalmente y pese a su endeble situación económica pudo completar sus estudios
de abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, también
se desempeñó siendo muy joven como empleado en una empresa ferroviaria y en un
estudio jurídico.
A través de los años y por diversos motivos fue mudando de domicilio
manteniéndose dentro de los límites de Balvanera. Una disputa con su padre lo
llevó a abandonar el hogar familiar y mudarse junto a su tío Além a la calle
Cuyo (hoy Sarmiento) 1752. Más luego junto a sus hermanos Roque y Martín vivieron en Callao 150. En los finales del
siglo XIX Yrigoyen pasa a alquilar un piso alto en la calle Brasil 1039, a una
cuadra de la Estación Constitución en el barrio del mismo nombre.
En su vida mostró gran versatilidad en el
desempeño de diversas funciones: presidente del Consejo escolar, del barrio de
Balvanera, profesor de historia,
filosofía e instrucción cívica, estudiante de abogacía, diputado, jefe
revolucionario y presidente de la República Argentina.
Durante los años que ejerció la docencia, entre 1880 y
1905, donó sus honorarios al Hospital de Niños.
Ocupó
bancas en la Legislatura de la provincia y en la Cámara de Diputados de la
Nación sin mayor lucimiento. Consiguió horas cátedra de historia, filosofía e
instrucción cívica en la Escuela Normal de Señoritas N° 1 y comenzó una
incipiente actividad agroganadera como arrendatario en la pampa húmeda, en las
que adquirió tierras en la provincia de San Luis y otras en Buenos Aires.
Junto
con Alem y otros líderes fundaron primero la Unión Cívica y luego la Unión
Cívica Radical. Participó y organizó revoluciones en reclamo del sufragio libre
y la moralidad administrativa en los años 1890, 1893 y 1905.
Yrigoyen
tuvo una vida amorosa variable y objeto de polémica, nunca contrajo matrimonio,
aunque convivió con distintas mujeres y tuvo
hijos con varias de ellas, con la criada de la casa familiar Antonia
Pavón, hubo una hija: Elena, a la que la madre abandonó y que vivió con él
hasta su muerte. Posteriormente mantuvo una larga relación con una joven de
alta sociedad, Dominga Campos, que era reprobada por la familia de la dama, con
quien tuvo varios hijos.
En
los finales del siglo XIX Yrigoyen pasa a alquilar un piso alto en la calle Brasil
1039, a una cuadra de la Estación Constitución en el barrio del mismo nombre.
Desde entonces y por ello la mitología popular ubica al Peludo en la Cueva de
la calle Brasil. Allí transcurrió los años previos a llegar a la Presidencia de
la República y una vez que ocupó la máxima magistratura del país, lejos de
mudarse a un barrio más elegante o a una vivienda con mayores comodidades,
Yrigoyen le solicitó a su locador que le hiciera una rebaja en el precio del
alquiler ya que la función pública le impediría ocuparse de sus asuntos
económicos privados con el consiguiente perjuicio patrimonial.
Su vida política comenzó junto a su tío Leandro y a
Bartolomé Mitre en las filas del Partido Autonomista. En 1872 fue nombrado
comisario del barrio de Balvanera, seis años más tarde resultó electo diputado
provincial. En ese mismo tiempo comenzarían las discrepancias con su tío acerca
de la federalización de Buenos Aires, ya que para Alem la transferencia de
territorios a la nación entronizaría aún más el centralismo porteño.
TODO
COMIENZA CON LA LEY SAENZ PEÑA
La ley 8.871, conocida
como Ley Sáenz Peña se sancionó el 10 de febrero de 1912, estableció el sufragio universal, secreto y
obligatorio y el sistema de lista incompleta.
A partir de 1900 se
produce en nuestro país una notable división en los sectores dominantes entre
quienes apoyaban al presidente Julio Argentino Roca y su política intransigente
de mantener el fraude electoral, y los sectores de la elite más inteligentes,
probablemente influidos por cierta vocación democrática. Actuaban sobre todo en
defensa propia, a la vista de los hechos ocurridos en el país (revoluciones
radicales, atentados anarquistas, crecimiento del movimiento obrero) y en
Europa (rebeliones obreras en España, Italia y Rusia), y prestaban atención al
proceso político europeo, donde las burguesías estaban aprendiendo a la fuerza
que les convenía trocar el absolutismo y el autoritarismo por un régimen
democrático de participación ampliada. Una de las mayores preocupaciones de esa
elite era quitar la protesta de las calles y en la medida de lo posible
volcarla en el parlamento y en el sistema político. Para ello se hacía
necesario dar cabida al principal partido opositor, el radicalismo, pero
también al moderado Partido Socialista. De esa manera se fracturaría al
movimiento obrero y se debilitaría al gran enemigo que la oligarquía en el
poder visualizaba como el más peligroso: el anarquismo.
La Constitución Nacional
de 1853 dejó un importante vacío jurídico en lo referente al sistema electoral,
que fue parcialmente cubierto por la ley 140 de 1857. El voto era masculino y
cantado, y el país se dividía en 15 distritos electorales en los que cada
votante lo hacía por una lista completa, es decir que contenía los candidatos
para todos los cargos. La lista más votada obtenía todas las bancas o puestos
ejecutivos en disputa y la oposición se quedaba prácticamente sin
representación política.
La emisión del voto de
viva voz podía provocarle graves inconvenientes al votante: desde la pérdida de
su empleo hasta la propia vida, si su voto no coincidía con el del caudillo que
dominaba su circuito electoral. Sin dudas, rigió por aquellos años (1857-1912)
un fraude que resultaba escandaloso
SU VIDA
PÚBLICA Y POLÍTICA
Algunos de sus apodos
más conocidos fueron: el “peludo”, por su aversión a mostrarse en público, y el
“vidente”, por su supuesta capacidad para interpretar las demandas, necesidades
e intereses de sus interlocutores.
Participó y lideró
numerosas revoluciones, que si bien fracasaron en sus objetivos concretos,
prepararon el terreno para la implementación de la Ley Sáenz Peña.
Luego del suicidio de su
tío, se enfrentó a duelo con el santafecino Lisandro de la Torre, experto
esgrimista, al cual derrotó –pese a carecer él mismo de toda experiencia de
esgrima-, dejándole numerosas marcas en su cuerpo y rostro.
El 12 de octubre de
1916, asumió por primera vez la presidencia del país. Concluía así el período
conservador. Ese día la multitud enfervorizada desenganchó espontáneamente los
caballos del carruaje que trasladaba al flamante líder radical desde el
Congreso y lo llevó a pulso hasta la Casa Rosada.
Estas elecciones que
dieron triunfo a Yrigoyen fueron las primeras que se realizaron a nivel
nacional bajo los auspicios de la llamada Ley Sáenz Peña-
Importantes proyectos
como el reparto de la tierra, la creación del Banco Agrícola y del Banco de la
República, la formación de una Flota Mercante Nacional, la implantación del
Impuesto a los Réditos y la sanción de una Ley de Enseñanza son bloqueados en
el Congreso. De ochenta proyectos que beneficiaban a los sectores menos
pudientes, sólo pudieron sancionarse veintiséis, menos de la tercera parte.
Así, el radicalismo mantuvo inalterables las relaciones privilegiadas con Gran
Bretaña (el imperio reinante entonces), como también la continuación del modelo
de país productor de materias primas del agro para exportación.
Las relaciones de
Yrigoyen con el movimiento obrero pasarán por una etapa de grandes conflictos.
Aunque su gobierno impulsó alguna legislación laboral avanzada, ésta también
fue bloqueada en el Parlamento, en momentos en que las luchas obreras adquirían
un cariz violento. A diferencia de los anarquistas y los socialistas, el
radicalismo negaba la lucha de clases, al tiempo que abogaba por una
conciliación entre patrones y obreros, lo que llevó a reacciones y grandes
represiones, con muchas muertes, como el conflicto de San Martín del Tabacal en
1918, la Semana Trágica en 1919, la huelga en La Forestal en 1919 y la
tristemente conocida “Patagonia rebelde” en 1921/22.
En 1922 el radicalismo
gana nuevamente las elecciones, pero esta vez con Marcelo T. de Alvear, un
candidato corrido más a la derecha que Yrigoyen. Esta situación provoca una
división partidaria entre los llamados “Galeritas”, más conservadores, y el
personalismo pseudoprogresista de Yrigoyen, a quien denostaban como “El
Peludo”, por sus hábitos (vivía encerrado, salía poco y tenía escasas
relaciones públicas).
El 12 de octubre de 1928
Yrigoyen asume nuevamente la presidencia, justo cuando se acercaba la Gran
Depresión económica de 1929. Esta misma crisis, que afectó al mundo entero,
marcará también el fin de medio siglo de bonanza y expansión argentina,
caracterizado por la dependencia como país agroexportador.
Termina la época del
derroche de la oligarquía, acostumbrada a los viajes de placer por Europa y a
“tirar manteca al techo”. El radicalismo, preso de sus propias contradicciones
e incapacidades, entra en decadencia: se estaba gestando un golpe que no podrá
impedir; “llegó la hora de la espada”, sentenció Leopoldo Lugones.
Finalmente, el 6 de
septiembre de 1930 se hace efectivo el golpe cívico-militar que derroca a
Yrigoyen. Será el primer golpe post-Ley Sáenz Peña, la ley del voto secreto y
obligatorio, tras 14 años de gobierno radical. Comienza así un período triste
para la nación, que será conocido como la “década infame”.
Yrigoyen es detenido y
confinado a la Isla Martín García donde permanece 17 meses. Igualmente, las
pertenencias de su humilde casa son arrojadas a la calle e incendiadas.
Más tarde, luego de una
corta permanencia en Montevideo, ya deprimido y enfermo, Hipólito Yrigoyen
muere, el 3 de julio de 1933. Dos meses antes, y como una ironía de la
historia, se había firmado el Pacto Roca-Runciman, que sella la definitiva
dependencia económica y política del país. Muerto el líder, se hace cargo del
partido Alvear, que da una vuelta de tuerca más a la derecha.
Como otra paradoja,
miles de personas despiden a Yrigoyen, que es velado durante varios días; una muchedumbre
lo acompaña al Cementerio de La Recoleta.
No murió repentinamente,
fiel a su estilo se tomó su tiempo. Su vida fue apagándose despacio, pero
controló la situación casi hasta el final.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
--Cavilliotti, Marta H., Yrigoyen. La causa contra el
régimen en la Argentina, Centro Editor, 1984.
-http://institutoyrigoyen.tripod.com/vida.htm
-http://www.biografiasyvidas.com/biografia/y/yrigoyen.htm
-Pigna Felipe, Los Mitos de la historia argentina, Tomo
3, Ed. Planeta, 2006.
-https://www.yrigoyen.com.ar/la-ley-no-8871-voto-secreto-obligatorio-roque-saenz-pena-quiera-pueblo-votar/#more-657
-https://darlapalabra.com.ar/nota/731/cronica_de_un_golpe_anunciado_por_felipe_pigna/-
-https://yrigoyeneano.cultura.gob.ar/noticia/yrigoyen-de-balvanera-a-constitucion-y-barracas/
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