ANTIGUOS
Y DESAPARECIDOS CINES DE ALMAGRO Y BOEDO
"Sentándose
en la cama encendió un cigarrillo con la técnica de trinchera de la guerra del 14, aprendida a los trece
años en el cine Roca de Almagro (..)"
(Julio Cortázar,
"Libro de Manuel", 1973)
Vale hacer
un ejercicio de memoria propia, recurrir a la de antiguos vecinos,
investigar en los escasos repositorios existentes en esta
materia, para recuperar una compilación, la más completa posible, de los tantos cinematógrafos que existieron en estos
dos emblemáticos barrios de Buenos Aires en el pasado reciente, hablando de las
décadas de 1930 a 1960.
Pocos
son los rastros que aún perduran de aquellos, aunque puede ubicarse en todos
los casos el sitio exacto donde éstos subsistieron en sus épocas de furor, cuando
el cine era una de las máximas atracciones de los vecinos, en épocas en que no
existía la TV, o recién alumbraba, menos aún el
cable, el video y todas las modernidades que nos invadieron, desterrando las
tradiciones tan caras a la identidad que le dieron nombre y protagonismo a los
barrios porteños.
En
aquella época ir al cine asumía un encanto especial, estaba rodeado de toda una ceremonia. En los barrios, las salas cinematográficas eran un punto
de cita y concentración de la diversión, especialmente de los chicos y las
mujeres, como recuerdan tantos. Eran los de las tres películas por función,
todos los días, en la matiné, vermut y noche, las secciones para señoras en
horarios vespertinos, las películas en serie, la repetida anualmente para
Semana Santa “La Pasión”… Los cines del centro
eran diferentes, eran los de “estreno”, a los que se accedía pocas veces, en las
salidas por la noche o
los fines de semana.
Comenzando
por el barrio de Almagro, son numerosos los cines que existían y que
cerraron sus salas para dar paso a estacionamientos, cultos exóticos,
supermercados o simplemente grandes moles edilicias en propiedad horizontal.
Emprendemos
este paseo por la historia con dos de los más representativos de Almagro: el Cinema Presidente
Roca en Rivadavia 3753, construido en el año 1914 por el arquitecto
Mario Palanti. Una edificación de dos plantas, a
la que le asignaron el nombre del famoso
genocida del "desierto" y lo moldearon en la mampostería de su amplio
frente. La sala
fue adquirida en 1929 por la empresa Lococo, que la remodeló a nuevo para
inaugurarla en el año 1938, con el nombre Cine
Roca. Hoy fue convertida en sede de una secta religiosa.
El Palacio
del Cine, de Rivadavia 3636, se convirtió en
un café y sala de recitales denominado “Acatráz”.
CINE CORRIENTES |
Estas dos salas se anunciaban con el eslogan “con estrenos simultáneos con
el centro”; los fines de semana en todas
sus funciones se
formaban colas interminables, dadas sus amplias capacidades.
En la cuadra siguiente hacia el
oeste se localizaba el cine Almagro,
en Rivadavia 3872, que aparece en los Boletines Municipales de abril de 1933,
con una capacidad total de 547 localidades, compuestas
por 400 plateas y 147 plateas altas de carácter familiar; una sala coqueta que no hizo ruido entre las
exigencias y la moda de la época, pero que cumplió ofreciendo películas
nacionales, brindando esparcimiento entre los aficionados al cine que, sin muchas pretensiones pero con gusto, deseaban ver
proyectada en la pantalla chica aquella ilusión de la fotografía en movimiento.
Sobre la avenida
Corrientes casi Medrano se encontraban otros dos cines, el “Corrientes”, en el Nº
3962, que tenía 600 localidades distribuidas en 407 plateas bajas, 157 plateas
altas y 9 palcos de cuatro asientos cada uno. Era uno de los cines apodados "rascas", en el que se pasaban cintas de "vaqueros" e
"indios" (en la jerga del piberío de entonces),
donde en una sola función y pagando una sola entrada daban ¡tres películas!, y
en continuado por si alguien se perdía el
comienzo de la primera.
El “Palace Medrano”, ubicado unos metros más al oeste, a
la altura del Nº 3976, donde
hizo sus primeros pasos con el bandoneón un pibe que llegaría a ser un grande: Aníbal Troilo "Pichuco".
Cerca de allí estaba el "Hollywood", en Corrientes
4256, con una capacidad de 895 localidades,
distribuidas en 517 plateas, 346 tertulias altas y 8 palcos con cuatro asientos
cada uno; y en la misma arteria el cine "Condal" (en el 4636), que después mutaría el nombre por el de "Alcázar", con precios
económicos, otro de los palacios de la rascada que abundaban en los barrios
“proletas”.
Sobre la calle Díaz Vélez, al
4153, se encontraba el “Cine Díaz Vélez”, cuyo edificio fue el primero que se
levantara en la manzana que hacia 1868 había formado parte de la Quinta de Antonio
P. Lezica, con su típico mirador que dominaba las alturas de la zona.
Sobre la misma avenida en el 4141,
un poco disimulado y perdido en el favor del público, se encontraba el cine “Albéniz”, una sala pequeña que daba películas antiguas para
evocadores que aspiraban volver a deleitarse con aquellas que los habían
deslumbrado tiempo atrás en otra función de cines más paquetes.
Ya situados en el barrio de
Boedo, se encontraban otros tantos cines que también dejaron de existir
corridos por la modernidad y los tiempos. Con eje sobre la calle Boedo, entre
Independencia y Cochabamba, se instalaron los principales, los que le dieron a la
zona una fisonomía propia y similar a la del
centro de Buenos Aires.
INTERIOR DEL CINE EL NILO |
En la calle Boedo 1061 al 67 existía un
potrero que abarcaba dos lotes anchos y profundos, cerca de 1.000 metros
cuadrados, y es en ese amplio terreno que la empresa
Gigliotti Hnos. comienza el levantamiento en 1928 de lo que será Cine-Teatro “El Nilo” que se inaugura
en febrero o marzo de 1929. De cuidada construcción y muy bella decoración del
artista Antonio Semenzato con instalaciones adecuadas a un buen teatro y
al mismo tiempo, cine.
Por su escenario desfilaron los
artistas más destacados, por ejemplo, Carlos
Gardel, Azucena Maizani y Libertad Lamarque, en varias
temporadas, como así también las mejores obras teatrales en pequeñas
temporadas.
Contrariamente a lo que puede pensarse, su nombre no obedecería
al gran río africano sino al de su dueño, el Sr. Nilo
Gigliotti, que lo levantó en los terrenos que supo ocupar
alguna vez el Circo Politeama en 1915, donde luego estuvo el Teatro de Verano
del comediógrafo y poeta José González Castillo. Sin embargo algunos vecinos
nostálgicos asocian su decoración con alegorías de los múltiples brazos de
aquel largo río.
Tras su cierre en 1978 fue vendido al Hogar Croata
y en la actualidad funciona una sucursal de una importante cadena de
electrodomésticos, que solo
conservó dos pequeños vitreaux y la moldura que
ornaba la parte superior del escenario.
Entre Humberto Iº y San Juan, en el número 949
nació en 1905 el Teatro Boedo
construido por un catalán vendedor de aceite llamado Jaime Cullen. En 1919 comenzó a
dedicarse exclusivamente al séptimo arte. En 1930 lo adquiere Alfredo Lamacchia
en sociedad con Ramón Otegui, y vuelven a la actividad teatral abriendo la
temporada con la obra “Lo que le pasó a Reynoso” de Vacarezza con Elías Alippi.
En 1936 se remató y lo adquirió el mismo Lamacchia. Acabó siendo demolido el 21
de julio de 1959.
CINE SELECT BOEDO |
El cine Los Andes de Boedo 777 se inauguró en 1926, en un predio que
había sido ocupado por dos grandes circos de la época como el Politeama y el de
los Hnos. Anselmi.
Una placa en el lugar recuerda que Carlos Gardel cantó allí. Hoy quedó
convertido en una sucursal de un hipermercado.
El cine
Alegría, en el nº 875, perteneciente a la firma Auger, abrió sus puertas en 1920. Luego pasó a
llamarse Select Boedo y con ese nombre cerró en el primer
semestre del año 1960, donde aún se conserva el mascarón que corona el
edificio (¿Frank Brown, Pepino el 88?).
En el 858 de
la misma calle tuvo su domicilio el más moderno y grande de todos los
cines del barrio: el Cuyo, que
comenzó sus proyecciones en noviembre de 1945 y fue clausurado en 1992,
explotado por una secta religiosa. Es el único que permanece en pie de todos los
cines de la zona, y se encuentran avanzadas las gestiones vecinales para
recuperarlo como cine, en un proyecto similar al Cine Gaumont.
El “Cine Mitre” –Boedo
937–, luego rebautizado “Moderno” (poco moderno), conocido por su mala fama con el mote
de “La Piojera”, un cine poco recomendable
para las damas.
Tanto
en el Teatro Boedo como en el Cine Nilo, para los carnavales
actuaban muchas de las murgas que desfilaban por el palco del famoso Corso de Boedo, entre San Juan e
Independencia.
En la
periferia del barrio también tuvieron su protagonismo: el cine “Odeón II” en avenida La Plata 1782,
contiguo al Viejo Gasómetro; el “Cóndor”,
en su primitiva ubicación de avenida La Plata 754; el “Follies Boedo”, en Boedo 1941; el “Bristol Palace” de los hermanos Verri, en Independencia 3618; el “Del Plata”, en avenida La Plata y
Carlos Calvo.
En Carlos Calvo 3623 funcionó el Cine “Los Crisantemos” (propiedad de Juan Spíndola),
donde al
igual que otro que existía en Independencia 3751 se les servía a los espectadores, en su mayoría niños, un vaso de
café con leche por el mismo valor de la entrada, que en su época costaba 10
centavos.
Es
probable que en esta pequeña muestra queden algunas
salas olvidadas, así como las centenares de anécdotas
que se tejieron sobre los cines barriales y mucho más podría
agregarse escarbando en los recuerdos que seguramente se encuentran en la
memoria de muchos vecinos, que sería importante recopilar;
también sería bueno, además, que los porteños hagamos algo para preservar en funcionamiento las pocas salas que aún sobreviven en
cualquiera de nuestros barrios, rescatándolas, volviéndolas a convertirlas en cines,
especialmente a precios económicos como el caso de la importante experiencia
del cine Gaumont.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
-Granelli, Omar Pedro, Almagro en el intento, edición del autor, 1999.
-Llanes, Ricardo M, El barrio
de Almagro, Cuadernos de Bs. As., 1968.
-http://serdebuenosayres.blogspot.com.ar/2010/09/recuerdos-sobre-viejos-cines.html
-https://buenos-aires.idoneos.com/recuerdos_sobre_viejos_cines/
-https://turismoamba.wordpress.com/2009/10/15/
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