lunes, 30 de marzo de 2020

ROBERTO ARLT


Roberto Arlt nace con el siglo, el 26 de abril del año 1900

UN ESCRITOR GENIAL AUNQUE CONTROVERTIDO



Comenzamos esta nota con algunas frases del autor que son un poco la esencia de su obra: grotesca, enloquecida, pero interesantísima y elemental.
Contradictorias, como suele ser la vida de los seres pensantes, plena de situaciones y hechos desordenados a los que hay que rearmar, pasar en limpio una y cien veces para lograr una síntesis valedera.
Roberto Arlt es un poco esa síntesis que esbozará a lo largo y a lo ancho de su vasta narrativa, ya sea cuentista, novelística, teatral o aguafuertes.

Un hombre sin defectos sería inaguantable, porque jamás le daría motivo a sus prójimos para hablar mal de él, y lo único que nunca se le perdona a un hombre, es su perfección.

En realidad, uno no sabe qué pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches.

“Cada uno tiene que conocer en la vida muchas tristezas. Lo notable es que cada tristeza es distinta de la otra, porque cada una de ellas se refiere a una alegría que no podemos tener”.

Todo cuesta en esta tierra. La vida no regala nada, absolutamente. Todo hay que comprarlo con libras de carne y sangre.

Lo que hacen los libros es desgraciarlo al hombre, créalo. No conozco un solo hombre feliz que lea. Y tengo amigos de todas las edades. Todos los individuos de existencia más o menos complicada que he conocido habían leído. Leído, desgraciadamente, mucho”.




EL HOMBRE

Roberto Godofredo Cristophersen Arlt el nombre con que fue anotado, nació con el siglo XX, en Buenos Aires, el 26 de abril de 1900. Hijo de inmigrantes pobres, tuvo dos hermanas que murieron de tuberculosis; en su hogar se hablaba alemán.
Dejó la escuela primaria antes de aprobar el tercer curso, cuando logra construir una imagen de niño terrible y rebelde, ya sea en el período de su infancia y durante su etapa de escolarización, en las escuelas del barrio de Flores donde vive con sus padres. Esas afirmaciones lo muestran como revoltoso y mal alumno frente a sus maestros, aunque a los ocho años ya escribió sus primeros relatos.Ya en la adolescencia, se desempeñó en diferentes oficios, trabajador portuario, mecánico, pintor, soldador y ayudante en una biblioteca, aunque finalmente fue uno de los escritores fundamentales que parió el país.
En 1916 inició su trabajo como periodista, tarea con la que intentaría resolver sus problemas económicos y relacionarse con los círculos literarios porteños, fecha en que dio a conocer su primer cuento, "Jehová", con el que comenzó una carrera de escritor que se consolidaría en 1926 con “El juguete rabioso”, novela sobre un adolescente que se inicia como delincuente y termina como traidor a los suyos.
En un tiempo de una aparente prosperidad del país, esta obra parecía hablar de la crisis de los proyectos modernizadores del siglo XIX, que habían convertido a Buenos Aires en una babélica ciudad de inmigrantes, moradores de inquilinatos y conventillos cuya única realidad era la de las calles en que se desenvolvía su lucha por la vida.
Eran la cara oculta de una Argentina agitada por conflictos ideológicos y de clase, amenazada por una crisis económica inminente, observada por los militares que dominarían la escena política a partir de 1930, con el primer golpe de estado cívico-militar, que se repetirá luego en otras épocas. La excepcional lucidez de Arlt haría de esta primera obra, interpretable como la voz de los postergados por el sistema social vigente, el punto de partida de la novela argentina contemporánea.


La valoración de aquel aporte se vio afectada durante mucho tiempo por las polémicas que agitaron la vanguardia porteña de los años veinte, con las diferencias reales o aparentes, que enfrentaron a los grupos de Florida y Boedo. Aunque mantuvo relaciones con los escritores adscritos al primero (por algún tiempo fue secretario de Ricardo Güiraldes, a quien dedicó El juguete rabioso, y colaboró en la revista Proa), Arlt no dejó de sufrir el desdén de los martinfierristas, representantes de un arte minoritario y europeizado, jóvenes cultos que parecían detentar los derechos a la tradición literaria y a la renovación.
Aquel rechazo lo llevaría a ocultar sus lecturas y alardear de sus deficiencias de estilo, despreciando a quienes escribían bien y eran exclusivamente leídos por correctos miembros de su propia familia. En esa tesitura, inevitablemente había de ser relacionado con el otro bando: con quienes desde el barrio popular de Boedo defendían un arte comprometido con los problemas del hombre, preferían el cuento y la novela a la poesía, y veían en la literatura una posibilidad de contribuir a la transformación de la sociedad. Pero tampoco era ése su lugar.
Aunque a Arlt, no parecían interesarle las empresas colectivas, ni siquiera cuando iban encaminadas a mejorar las condiciones de vida de los desheredados. Las razones de su acusado individualismo pueden encontrarse en sus experiencias personales, que determinaron en alguna medida la visión negativa de la institución familiar y de la mujer, que ofrecen sus personajes, su temor de la miseria, la fascinación ante quienes mostraran poseer la fortaleza necesaria para sobrevivir solos en un medio social hostil. Tal vez las creaciones de Arlt pueden verse como una búsqueda de una salida o de una sublimación personal por medio de los sueños o la literatura, que es lo que indica su producción, especialmente la teatral.
Sin embargo, desde sus famosas aguafuertes en revistas y diarios como El Mundo, la locura, la marginalidad, la humillación, la traición, la conspiración política y la invención técnica serán los principales temas de toda su narrativa. Sus ficciones tienen como escenario principal a Buenos Aires y como protagonistas a personajes de la clase media, en el contexto de la crisis económico-social y el desasosiego ante la inminente guerra mundial durante las décadas de 1920 y 1930. La producción de Art permite comprobar la gran capacidad de autor para adentrarse en los problemas sociales y políticos de su tiempo, y para exponerlos con imaginación y rigor: no sólo los que afectaron a la Argentina de su época, sino también los que pudo observar en los países por los que viajó y los que determinaban la atmósfera internacional cada vez más enrarecida que llevó a la segunda guerra mundial.




SU OBRA MÁS RELEVANTE

Novelas
1926 - El juguete rabioso
1929 - Los siete locos
1931 - Los lanzallamas
1932 - El amor brujo

Cuentos

1933 - El jorobadito
1941 - Viaje terrible
19
41 - El criador de gorilas

Teatro 

1930 - El humillado (capítulo de Los siete locos)
1932 - Trescientos
millones
1936 - Saverio el cruel
1936 - El fabricante de fantasmas
1938 - África
1938 - La isla desierta
1940 - La fiesta de hierro

Aguafuertes:
1936 - Aguafuertes españolas (primera parte, Buenos Aires, Talleres Gráficos Argentinos).


ROBERTO ARLT EN EL RECUERDO

Severino Di Giovanni (el conocido anarquista), tras despedirse de su familia fue ejecutado el 1° de febrero de 1931 por la dictadura de Uriburu, en el patio de la ex Penitenciaría Nacional de Las Heras, ante varios testigos, entre los que se encontraba Arlt, quien narró los últimos momentos de su vida:
El condenado camina como un pato. Los pies aherrojados con una barra de hierro a las esposas que amarran las manos. Atraviesa la franja de adoquinado rústico. Algunos espectadores se ríen. ¿Zoncera? ¿Nerviosidad? ¡Quién sabe! El reo se sienta reposadamente en el banquillo. Apoya la espalda y saca pecho. Mira arriba. Luego se inclina y parece, con las manos abandonadas entre las rodillas abiertas, un hombre que cuida el fuego mientras se calienta agua para tomar el mate. Permanece así cuatro segundos. Un suboficial le cruza una soga al pecho, para que cuando los proyectiles lo maten no ruede por tierra. Di Giovanni gira la cabeza de derecha a izquierda y se deja amarrar. Ha formado el blanco pelotón fusilero. El suboficial quiere vendar al condenado. Éste grita: “Venda no”.
Mira tiesamente a los ejecutores. Emana voluntad. Si sufre o no, es un secreto. Pero permanece así, tieso, orgulloso. Di Giovanni permanece recto, apoyada la espalda en el respaldar. Sobre su cabeza, en una franja de muralla gris, se mueven piernas de soldados. Saca pecho. ¿Será para recibir las balas?
Pelotón, firme. Apunten.
La voz del reo estalla metálica, vibrante:
¡Viva la anarquía!
¡Fuego!

El historiador Felipe Pigna relata este pequeño tramo de Roberto Arlt sobre el fusilamiento de Di Giovanni y en otro artículo polemiza: “Roberto Arlt no tiene calle, no tiene calle quien escribe: ´…qué maravillosamente atorranta es por la noche la calle Corrientes…’, escribe en Aguafuertes porteñas. Y no tiene calle. Al poeta urbano Roberto Arlt, le tocó en suerte una linda plaza céntrica (pequeña pero atractiva). Pero si de plazas hablamos, también la tiene el general Eduardo Lonardi, quien participó en el derrocamiento del general Juan Domingo Perón en septiembre de 1955 (…) Si bien hay algunas plazoletas que evocan hoy al autor de El Eternauta, Héctor Oesterheld; al escritor Haroldo Conti; al poeta Paco Urondo; al periodista Rodolfo Walsh; al poeta Roberto Santoro (todos ellos detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar), habría que llenar la ciudad con avenidas, calles, parques con tantos escritores, poetas y periodistas, que la amaron, la sufrieron, la escribieron, la lucharon, la patearon… ¿Será por eso que la calle Estados Unidos corre paralela y muy cerca de la avenida Independencia? ‘Para vagar por las calles porteñas hay que estar por completo despojado de prejuicios y ser escéptico como esos perros que tienen mirada de hambre’, escribió Roberto Arlt”.
Roberto Arlt falleció en Buenos Aires el 26 de julio de 1942 víctima de un ataque cardíaco.

Miguel Eugenio Germino


Fuentes:
-http://www.cervantesvirtual.com/portales/roberto_arlt/
-https://frasesdelavida.com/frases-de-roberto-arlt/
-https://www.cultura.gob.ar/vida-obra-y-11-frases-de-roberto-arlt_7971/
-https://www.taringa.net/+apuntes_y_monografias/roberto-arlt-un-escritor-argentino-como-pocos_12wad5





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