De la Casa de Carlos Gardel al Museo en su memoria
La historia de la cruzada por “la Casa
Museo de Carlos Gardel” nace en el barrio en noviembre de 1993, impulsada –entre otros– desde las páginas del naciente periódico barrial “Primera
Página” que lanza el siguiente petitorio:
“Con
el fin de defender el acervo cultural de nuestro país y de nuestro barrio, los
valores culturales y la memoria de nuestros ídolos se encuentra a la firma de los
vecinos el petitorio… Los abajo firmantes
solicitan al Consejo Deliberante (por aquella época no existía el Gobierno de la Ciudad),
se declare monumento histórico al edificio que habitara Carlos Gardel en la
Calle Jean Jaurés 735 Capital.”
La iniciativa alcanzó un éxito significativo
y una movilización de vecinos, a partir de las escuelas, kioscos de diarios, y
otras organizaciones.
LA VIEJA COCINA ORIGINAL DE LA CASA
En pocos meses se reunieron más de 2.000 firmas que fueron presentadas en el citado
Consejo Deliberante; la iniciativa no logró un
éxito inmediato pero fue la punta de lanza para
preservar de la piqueta y la demolición a aquella
emblemática casa.
Finalmente,
tras reclamos y justificaciones –la muletilla de siempre: la falta de presupuesto–, en tanto la casa se deterioraba más y más, hasta
que un día de 1996 Eduardo Eurnekian la compró
en nombre de Multimedios América con la intención de hacer un Museo,
pero al año siguiente un decreto presidencial declaró la casa Monumento
Histórico Nacional y el empresario desistió del proyecto para evitar, según
dijo, lidiar con "marañas burocráticas". A fines de 2000, ya desde Aeropuertos
Argentina 2000, Eurnekian donó la propiedad a la ciudad y aportó fondos
para su restauración, acto que recién se efectiviza cuando la Ciudad de Buenos Aires recibe en
donación aquel inmueble que habitó Carlos Gardel y su madre.
EN UNA ÉPOCA FUE TANGUERÍA
Berta Gardes, llevó una vida
humilde y sacrificada; de oficio
planchadora, luchó sola, criando a su hijo, habitando
conventillos en rústicas calles de Buenos Aires del 1900. Nuestro artista se
inició desde abajo; antes que a cantar y a
tocar la guitarra aprendió el oficio de la supervivencia entre borrachines,
pendencieros y prostitutas en El Abasto, donde funcionó por décadas el
histórico Mercado, aquel fue su centro de gravedad vital, y el barrio donde
compró su primera y única casa, Jean Jaurés 735, que
anteriormente funcionaba como prostíbulo y sastrería.
La había adquirido de su anterior dueño, Don Ramón Gorina, el 9 de junio de 1926, para
regalarle a su madre. Cinco días antes del sesenta
y un cumpleaños de Doña Berta, logró un crédito del Banco Nación de 50 mil
pesos, pagando cinco mil al contado y el resto en cuotas, creyó que así le
retribuía a Berta “todo lo que ella le había dado”. Allí
compartieron sus días desde 1927 hasta el 7 de noviembre de 1933, día en que el
Zorzal partió con destino a la gira de la que no regresó. Anteriormente
habían vivido en un departamento de Rincón 137, donde una placa recuerda el
lugar.
ASÍ ERA EL PATIO ORIGINAL
Sabiendo que estaría poco en la casa
debido a sus largas giras y compromisos actorales, Gardel no quería que su
madre se quedara sola, por lo que en 1929 una
pareja amiga de Berta, Anaïs Beaux y Fortunato Muñiz, se mudaron con ella, para
hacerle compañía.
Algunas cartas que el Zorzal
le escribía a su madre, dejan entrever que tenía
intenciones de modificarla, pero no hay indicios de que lo hiciera; sobre todo
por sus compromisos laborales en el extranjero.
Tras su trágica muerte, la mayor parte de las pertenencias de Gardel fueron
donadas por su madre a La Casa del Teatro.
Después del fallecimiento de Doña Berta,
el 7 de julio de 1943, muchas manos pasaron por la herencia.
En
1949, Armando Defino (apoderado de la familia) vendió la casa de Jean Jaurés, desde entonces pasó por diversos propietarios de
los que poco se conoce. En la década de 1970 funcionó una tanguería administrada
por el dirigente de fútbol Virgilio Machado. Habría sido allí donde el aspecto
de la casa volvió a cambiarse rotundamente: demolieron las paredes que
separaban las habitaciones entre sí y con el patio, dejando un gran espacio
libre.
ASÍ QUEDÓ TRAS LA RESTAURACIÓN |
Gracias a la conservación de los planos
que forman parte del archivo del Museo, se
conoce cómo fue el derrotero de aquella casa: en 1904 era una modesta vivienda
de una planta, sin ventanas al frente, con una puerta que conducía a un patio
que a su vez conectaba con las sencillas habitaciones, la pequeña cocina y el
baño.
Las
modificaciones realizadas en el año 1915 fueron tanto desde lo arquitectónico
como en el uso de la propiedad: fue convertida en un prostíbulo de dos plantas.
En la parte baja había nueve habitaciones estrechas que no se comunicaban entre
sí y a ellas se accedía desde el patio. Al final
de ese patio había un baño, subiendo la escalera una cocina y otras
habitaciones que habrían ocupado las personas a cargo del lugar. Con esa
modificación se incluyeron dos ventanas que daban a la calle y correspondían a
otras habitaciones.
La última reforma
antes de convertirse en la famosa casona, tal como la conoció y compró Gardel,
fue realizada en 1921 por su entonces propietario, Ramón Gorina.
Así era: un zaguán característico de la
época llevaba a un gran hall distribuidor que conducía a la sala principal en
la que había dos grandes ventanas con vista al frente (más tarde, los vecinos
se agolpaban sobre la vereda para escuchar a Gardel mientras componía y
cantaba). Del otro lado, el hall comunicaba con una pequeña habitación (se
estima que fue el escritorio del Zorzal) y al patio que estaba cubierto en su
primer tramo.
Al escritorio lo continuaba lo que se
estima fue el comedor de la casa. Luego seguía
una habitación, un gran baño interior y tres habitaciones más que se
comunicaban entre sí y que tenían salida al patio.
El tramo de patio descubierto daba a la
cocina, con una pequeña puerta y una ventanita que miraba directamente a la
entrada. Al lado había una despensa y del otro lado otro baño. Una gran escalera
llevaba a un cuartito, en el primer descanso, y más arriba a otros tres cuartos
más. El lavadero, con una pileta típica, estaba sobre la gran
terraza.
Al hacerse de ella la empapelaron
(costumbre de la época), amueblaron y decoraron al gusto de ambos con hermosas
cortinas bordadas a mano, entre otros detalles, según cuentan desde el Museo.
En
el Museo no se encuentran muebles pertenecientes a Gardel y su madre, solo cuenta
con fotografías, partituras y discos, algunos de los cuales están exhibidos y
otros están en reserva en el propio edificio.
El Museo
Casa Carlos Gardel fue inaugurado el 4 de marzo de 2003. Entonces se buscó
una recreación escenográfica que sugiriera la vida en una casa sencilla de
aquellos años. "No fue una reconstrucción fiel sino de una ambientación
libre, recurriendo a materiales de demolición para pisos y carpinterías, y a
mobiliario y objetos de época. Se conservó el espacio de la cocina original,
reemplazando el de la despensa por una fantasiosa sala de planchado, para
recordar el noble oficio que le había permitido a la joven madre procurar los
medios para cuidar de su pequeño hijo. También existía el espacio de un mínimo
baño de servicio y el cuarto en el rellano de la escalera en el que Gardel
solía pasar horas escuchando música".
Allí es donde se producen modificaciones.
Muy criticadas por los gardelianos, ya que se desfigura el aspecto original de la casa y la
convierte en otra cosa; los gardelianos y los
amantes de los patrimonios históricos originales expresaron su dolor por
considerar que se quitó la esencia del lugar y que no se cumple con el que
debería ser el concepto de un "museo casa".
Se critica el criterio utilizado por las
autoridades responsables del área, lo lógico hubiese sido consultar a las
entidades y asociaciones vinculadas a la historia y trayectoria de Carlos
Gardel, como así también a historiadores, escritores y conocedores de su vida.
No se trata del arreglo de una plaza, sino que se está en un lugar declarado “histórico”
en mayo de 1997 y allí hubiese sido más que importante informar sobre lo que se
pensaba o se piensa hacer dentro de las paredes de la Casa Museo Carlos Gardel.
Este lugar es Patrimonio de la Comunidad y
de la CABA y no se trata de que quien se encuentra
a cargo del área tome decisiones por iniciativa propia sobre este lugar. Funcionario del que se
desearía saber qué tanto conoce sobre esa casa y la vida de quienes allí
habitaron.
Un gardeliano estudioso como Héctor Rebasti que, por razones lógicas de edad no conoció al “Morocho
del Abasto” y sin embargo con la perseverancia
de 55 años de investigaciones, recopilación de materiales, anécdotas y
fotografías incunables, fue reconstruyendo la vida de nuestro ídolo indiscutible
a través de las 253 páginas de su libro “Y decir toda la vida antes morir
que olvidarte”.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
-Germino, Miguel E., El Parque de la Estación, Ciccus, 2019.
-Rebasti, Héctor, Y decir toda la vida antes morir que olvidarte,
edición del autor.
-primerapagina93blogspot.com
-https://noticiasabasto.com.ar/2021/03/02/un-recorrido-por-la-historia-de-la-casa-museo-de-carlos-gardel/
-http://www.bifurcaciones.cl/2012/11/gardel-en-buenos-aires/
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