28 de mayo de 2018
Intervención de la Prefectura en la villa 21
Paliza, secuestro y detenciones, pero con presunción de inocencia
Una
mujer abusada, su pareja y un fotógrafo de La Garganta Poderosa
detenidos por tentativa de hurto, otra militante secuestrada durante una
hora. Todo con el sello del ministerio.
La presencia de la Prefectura, en la villa 21, en función represiva, la única que se le conoce a la fecha por esos lares.
La
misma Prefectura llevada a juicio oral por torturas a dos adolescentes
–es el primer juicio de este tipo a una fuerza de seguridad que obedece a
la doctrina Chocobar–, el sábado por la noche protagonizó una escena de
violencia contra otros dos adolescentes, y que derivó en balas de goma
contra la casa de Iván –militante de La Poderosa torturado y uno de los
denunciantes del juicio–, siguió con el ingreso a las patadas en la casa
de Maru, madre de uno de los adolescentes golpeados el sábado, el
secuestro de la misma, el abuso contra una hermana, Jesi, la paliza a
Roque, fotógrafo de la Garganta Poderosa que intentaba grabar la escena
de violencia, y a Pablo, el cuñado de la secuestrada que intentó
interceder. En su propia casa. Cerca de una hora después, la mujer
secuestrada y sin que se supiera dónde había sido llevada, fue liberada.
El fotógrafo y su cuñado continúan detenidos. La causa abierta en la
comisaría 32 describe el cuadro: a ambos se los procesa por “tentativa
de hurto” en su propia casa, durante un allanamiento ilegal y violento,
realizado por una banda de uniformados. Hoy a las 10 de la mañana serán
indagados por la jueza Carina Rodríguez. Según la curiosa interpretación
del propio juzgado, la presunción de inocencia es una garantía
constitucional y como tal “será respetada al momento de su indagatoria”.
Mientras tanto, sin antecedentes ni pruebas, sigan presos.
El relato, este relato, porque no es único y está seriado, empezó el sábado pasado alrededor de las once de la noche, cuando dos adolescentes de la villa 21 volvían en un colectivo 70 a su casa después de jugar al fútbol. Un retén de la Prefectura subió al colectivo y “empezaron a bardear a los pibes”, dijo a PáginaI12 un vecino de la misma villa. Cuando bajaron, frente a la Casa de la Cultura, sobre la calle Iriarte 3500, y frente a la casa de Iván, uno de los denunciantes en el juicio que tiene en el banquillo a seis prefectos (ver aparte), los uniformados los siguieron agrediendo. Los gritos provocaron la salida de los vecinos.
La tensión se cargó y terminó concentrando medio centenar de prefectos dispuestos a golpear, lanzar gases y balas de goma, con el objetivo de calmar la violencia. Entre las balas de goma, unas cuantas impactaron contra la casa de Iván apenas asomó su padre, sin quedar claro si se trató de un mensaje al paso, un ayuda memorias sobre el juicio, o una mera formulación del protocolo vigente, que en definitiva viene a ser parte de lo mismo.
La situación continuó porque los chicos lograron entrar en la casa, que queda en un pasillo que se abre en el mismo lugar donde se desarrollaba la represión. “Llegó a casa con toda la cara hinchada (el sobrino), corriendo, desesperado –relató Jesi, hermana de Maru, en declaraciones distribuidas por La Garganta Poderosa–. Al escucharlo, salimos para pedirles explicaciones a los prefectos, pero mi hermana cometió la ‘imprudencia’ de preguntarles a los uniformados por qué le habían pegado así a su hijo, ¡un menor! Ahí nomás, la respuesta fue clarísima: ‘Cerrá el orto’. Y la segunda, cuando ya eran más de 40 uniformados, no necesitó palabras: se abalanzaron sobre nosotros literal y brutalmente, desatando una cacería que les permitió cagar a tiros el frente de la casa de Iván, cuya familia debería prestar testimonios esta misma semana, en el primer juicio oral que logramos elevar por torturas de la misma Prefectura, en este mismo barrio.”
Las mujeres con los chicos entraron a la casa, pero los prefectos corrieron tras ellas. Rompieron la puerta a patadas, entraron y arrastraron a Maru de los pelos hacia fuera. Jesi salió en defensa de su hermana.
“Me apretaron el cuello –siguió el relato de Jesi–, me patearon las piernas y me dieron con sus palos, hasta que uno me puso contra la pared, manoseándome las tetas. Aterrada, grité: ‘¡Soltame, me estás tocando!’. Y peor, me estrujó como una bestia: ‘Callate, puta de mierda. ¡Callate, la re concha de tu madre! Negra de mierda, sucia, bocona’”.
A todo esto, Pablo, pareja de Jesi salió en su defensa, lo voltearon a piñas contra el piso y lo empezaron a vapulear. A Pablo se lo llevaron también a golpes y Roque, fotógrafo de La Garganta Poderosa y pareja de Maru, que intentó tomar su cámara para grabar la violenta aparición de los prefectos y denunciarlos de esa manera, también fue apaleado, le quitaron la cámara y lo llevaron detenido.
“No es un hecho aislado –dijo Nacho Levy, vecino de la 21 y militante de la Poderosa–. Hacemos denuncias recurrentes, identificamos constantes agresiones, es una práctica represiva que se repite. Estuvo en nuestro barrio el relator (especial sobre tortura) de las Naciones Unidas (Nils Melzer) que reconoció nuestro trabajo de denuncia. Entre abril y mayo presentamos seis casos de denuncias de torturas a chicos del barrio ante la Procuvin, todos realizados con los mismos métodos, gas pimienta, horas de tenerlos arrodillados, simulacros de fusilamiento. En las denuncias tienen miedo entonces se preservan sus identidades, pero cuando hubo dos que se animaron porque de esa manera resulta más creíble, que es el juicio iniciado por Ivan y Ezequiel, ahí mismo los empiezan a apretar. A Ezequiel, el viernes pasado lo siguieron y le iban diciendo desde atrás ‘buchón’ y lo amenazaban.”
Pasada la medianoche del sábado, Maru, que había sido secuestrada y no se tenía noticia sobre su estado, fue liberada. Mientras, Pablo y Roque quedaron detenidos en la alcaidía de la comisaría 30, con una causa iniciada por la comisaría 32. Allí estaban anoche los militantes de La Poderosa haciendo el aguante a sus compañeros detenidos.
–La decisión del juzgado 29, a cargo de la jueza Carina Rodríguez, es que mañana (por hoy) a las 10 de la mañana van a ser indagados –explicó a este diario Gabriela Carpineti, abogada de los detenidos–. La causa abierta es por tentativa de hurto. No tienen pruebas. Tengo las actuaciones policiales y en ellas los denunciantes, los prefectos, no señalan heridas y los médicos legistas tampoco las determinaron. En cambio, los dos detenidos sí presentan lesiones registradas por los médicos. Ellos no tienen antecedentes, ni tienen ingresos en prontuario policial. Tampoco les encontraron elementos que puedan inferirse como armas, solamente encontraron un palo con el que traban la puerta que no tiene llave. La decisión del juzgado fue iniciarles el proceso por tentativa de hurto. En su propia casa. Dicen que le quisieron sacar el arma a uno de los prefectos. Pero la única arma que tiene el juzgado como prueba es la escopeta de la que salieron los disparos”.
Carpineti le preguntó al secretario del juzgado por qué los detenían si no tenían nada en su contra. “Me dijo que iban a respetar la presunción de inocencia durante la indagatoria, mientras tanto ordenó que siguieran detenidos”.
hcecchi@pagina12.com.ar
El relato, este relato, porque no es único y está seriado, empezó el sábado pasado alrededor de las once de la noche, cuando dos adolescentes de la villa 21 volvían en un colectivo 70 a su casa después de jugar al fútbol. Un retén de la Prefectura subió al colectivo y “empezaron a bardear a los pibes”, dijo a PáginaI12 un vecino de la misma villa. Cuando bajaron, frente a la Casa de la Cultura, sobre la calle Iriarte 3500, y frente a la casa de Iván, uno de los denunciantes en el juicio que tiene en el banquillo a seis prefectos (ver aparte), los uniformados los siguieron agrediendo. Los gritos provocaron la salida de los vecinos.
La tensión se cargó y terminó concentrando medio centenar de prefectos dispuestos a golpear, lanzar gases y balas de goma, con el objetivo de calmar la violencia. Entre las balas de goma, unas cuantas impactaron contra la casa de Iván apenas asomó su padre, sin quedar claro si se trató de un mensaje al paso, un ayuda memorias sobre el juicio, o una mera formulación del protocolo vigente, que en definitiva viene a ser parte de lo mismo.
La situación continuó porque los chicos lograron entrar en la casa, que queda en un pasillo que se abre en el mismo lugar donde se desarrollaba la represión. “Llegó a casa con toda la cara hinchada (el sobrino), corriendo, desesperado –relató Jesi, hermana de Maru, en declaraciones distribuidas por La Garganta Poderosa–. Al escucharlo, salimos para pedirles explicaciones a los prefectos, pero mi hermana cometió la ‘imprudencia’ de preguntarles a los uniformados por qué le habían pegado así a su hijo, ¡un menor! Ahí nomás, la respuesta fue clarísima: ‘Cerrá el orto’. Y la segunda, cuando ya eran más de 40 uniformados, no necesitó palabras: se abalanzaron sobre nosotros literal y brutalmente, desatando una cacería que les permitió cagar a tiros el frente de la casa de Iván, cuya familia debería prestar testimonios esta misma semana, en el primer juicio oral que logramos elevar por torturas de la misma Prefectura, en este mismo barrio.”
Las mujeres con los chicos entraron a la casa, pero los prefectos corrieron tras ellas. Rompieron la puerta a patadas, entraron y arrastraron a Maru de los pelos hacia fuera. Jesi salió en defensa de su hermana.
“Me apretaron el cuello –siguió el relato de Jesi–, me patearon las piernas y me dieron con sus palos, hasta que uno me puso contra la pared, manoseándome las tetas. Aterrada, grité: ‘¡Soltame, me estás tocando!’. Y peor, me estrujó como una bestia: ‘Callate, puta de mierda. ¡Callate, la re concha de tu madre! Negra de mierda, sucia, bocona’”.
A todo esto, Pablo, pareja de Jesi salió en su defensa, lo voltearon a piñas contra el piso y lo empezaron a vapulear. A Pablo se lo llevaron también a golpes y Roque, fotógrafo de La Garganta Poderosa y pareja de Maru, que intentó tomar su cámara para grabar la violenta aparición de los prefectos y denunciarlos de esa manera, también fue apaleado, le quitaron la cámara y lo llevaron detenido.
“No es un hecho aislado –dijo Nacho Levy, vecino de la 21 y militante de la Poderosa–. Hacemos denuncias recurrentes, identificamos constantes agresiones, es una práctica represiva que se repite. Estuvo en nuestro barrio el relator (especial sobre tortura) de las Naciones Unidas (Nils Melzer) que reconoció nuestro trabajo de denuncia. Entre abril y mayo presentamos seis casos de denuncias de torturas a chicos del barrio ante la Procuvin, todos realizados con los mismos métodos, gas pimienta, horas de tenerlos arrodillados, simulacros de fusilamiento. En las denuncias tienen miedo entonces se preservan sus identidades, pero cuando hubo dos que se animaron porque de esa manera resulta más creíble, que es el juicio iniciado por Ivan y Ezequiel, ahí mismo los empiezan a apretar. A Ezequiel, el viernes pasado lo siguieron y le iban diciendo desde atrás ‘buchón’ y lo amenazaban.”
Pasada la medianoche del sábado, Maru, que había sido secuestrada y no se tenía noticia sobre su estado, fue liberada. Mientras, Pablo y Roque quedaron detenidos en la alcaidía de la comisaría 30, con una causa iniciada por la comisaría 32. Allí estaban anoche los militantes de La Poderosa haciendo el aguante a sus compañeros detenidos.
–La decisión del juzgado 29, a cargo de la jueza Carina Rodríguez, es que mañana (por hoy) a las 10 de la mañana van a ser indagados –explicó a este diario Gabriela Carpineti, abogada de los detenidos–. La causa abierta es por tentativa de hurto. No tienen pruebas. Tengo las actuaciones policiales y en ellas los denunciantes, los prefectos, no señalan heridas y los médicos legistas tampoco las determinaron. En cambio, los dos detenidos sí presentan lesiones registradas por los médicos. Ellos no tienen antecedentes, ni tienen ingresos en prontuario policial. Tampoco les encontraron elementos que puedan inferirse como armas, solamente encontraron un palo con el que traban la puerta que no tiene llave. La decisión del juzgado fue iniciarles el proceso por tentativa de hurto. En su propia casa. Dicen que le quisieron sacar el arma a uno de los prefectos. Pero la única arma que tiene el juzgado como prueba es la escopeta de la que salieron los disparos”.
Carpineti le preguntó al secretario del juzgado por qué los detenían si no tenían nada en su contra. “Me dijo que iban a respetar la presunción de inocencia durante la indagatoria, mientras tanto ordenó que siguieran detenidos”.
hcecchi@pagina12.com.ar
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