EDITORIAL AL Nº
351 – SEPTIEMBRE 2024
En el mes de la
primavera en la mitad sur del hemisferio, épocas en que gobierna “la casta”, la misma que mintió venir a terminar con ella,
los argentinos ven cómo se agudiza el odio, el
ajuste, la carestía, los despidos, la persecución, la extorsión, la censura, la auto censura y la represión, hasta
situaciones sin límites, y con la posibilidad
cierta de que la recesión se convierta en una
depresión.
Hasta el momento, el
mileísmo exhibió, como su mayor virtud, la de “fijar
la agenda”, consiguiendo mantener el Decreto 70
de Necesidad y Urgencia,
la Ley Bases y
poderes especiales que le votaron propios, aliados, ajenos y sectores radicales
y del pichetismo, mientras la oposición de UP debió limitarse a defenderse, y
replicar, apenas, hasta con timidez.
Sin embargo, de
pronto todo explotó por los aires en el Parlamento
y los tragos amargos cayeron sobre Milei y su gobernabilidad, se cayó el
decretazo de financiamiento de la nueva vieja SIDE, se nombró una Comisión
Bicameral de Inteligencia, mayoritariamente
opositora con presidencia radical y vicepresidencia de UP, rechazándose los $
100 mil millones de presupuesto sin control, salió la Ley
de movilidad jubilatoria, con un margen en el Senado
de 61 a 8 (aunque amenacen vetarla), y se está a punto de definir el financiamiento
universitario, y el ajuste permanente hace agua por todos lados.
En este clima
enrarecido aparece, para colmo, la visita a los
genocidas de la Dictadura cívico-militar de 1976, tema
que –a 40 años de democracia– se creía superado.
Este hecho desató un torbellino dentro y fuera del gobierno, alentado por la vicepresidenta
Victoria Villarruel, conocida por su discurso
negacionista que reivindica a los genocidas de la última dictadura y alega que
"no hubo 30 mil desaparecidos" y que "los terroristas que
tomaron el poder en los años `70, reescribieron la historia para garantizarse
impunidad".
Villarruel es hija
del teniente coronel retirado Eduardo Marcelo Villarruel, fallecido en
2021, veterano de Malvinas, donde fue
el segundo jefe y llegó a torturar a sus propios
soldados.
Además, el padre de
la vicepresidenta, participó del Operativo Independencia en
1975, el plan represivo que el Ejército llevó adelante en Tucumán
con el objetivo de “aniquilar” a las organizaciones militantes
establecidas en las zonas rurales de la provincia.
En este estado de
cosas gravísimas, se pretende, por un lado, amnistiar a asesinos de lesa
humanidad, de la pasada dictadura juzgados y condenados, entre ellos al más brutal
e inhumano de todos, Alfredo Astiz, y por otro evitar esclarecer quiénes fueron los autores intelectuales que planificaron y financiaron el
fracasado magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández
de Kirchner. Es en este clima de impunidad e incertidumbre, cuando un
grupo de seis diputados del oficialismo –Beltrán Benedit, Guillermo Montenegro, María Fernanda
Araujo, Alida Ferreyra, Rocío Bonacci y Lourdes Arrieta–, con el aval tácito
de Patricia Bullrich y Martín
Menem (entre otros), planearon y visitaron en la Unidad 31 de Ezeiza a
represores allí presos.
Aunque algunos intenten
negar haber conocido adónde iban, no los eximen
de la responsabilidad, además del imperdonable desconocimiento de la historia
reciente, inaceptable para diputados nacionales.
Ellos no pueden
continuar en sus bancas como diputados de la democracia, por lo que se los debe
destituir del Parlamento.
Un escándalo que se pretende tapar y
bajarle decibeles.
La democracia no es
negociable, los secuestrados torturados y desaparecidos por la dictadura fueron
30 mil, y falta recuperar a más de 100 hijos de
desaparecidas, violadas, torturadas y asesinadas, algunas arrojadas vivas y
drogadas al mar y al Río de la Plata.
Por eso el “Nunca más” es un emblema de la democracia,
desconocerlo es negar la misma democracia recuperada.
¡¡¡Nunca más la reivindicación a los genocidas!!!
Hasta la próxima