La riña de
gallos, reñideros y galleros
La riña: toda una ceremonia de barbarie
Este
tipo de entretenimiento, deporte, o un pretexto más para incentivar las
apuestas por dinero, es uno de los tantos maltratos y ultrajes a los animales,
como pueden ser la corrida de toros, la caza del zorro, la carrera de galgos o
la caza deportiva de diferentes especies del género, así como también actividades
más santas como la carrera de sortijas y las cuadreras,
entre otras. Puede asimilarse también a la época de los gladiadores del Imperio
romano que terminaban con la muerte de uno de los dos luchadores, ante la
aclamación del Coliseo colmado de exaltados espectadores.
Esta vieja tradición, entremezclada con elementos
sociológicos, antropológicos y económicos de la vida cotidiana, remonta sus
orígenes al Asia, 2.500 años atrás, llegando a
Europa –principalmente a Inglaterra,
Francia y España– para más
tarde cruzar el océano Atlántico y arribar desde México hasta América del Sur y
el Caribe, y por lo tanto a las colonias
españolas del Río de la Plata, hacia los siglos XVI y XVII, que dan cuenta a su
vez de la llegada de las primeras aves domésticas al nuevo mundo.
La postura
oficial de los gobiernos en permitir o prohibir dichos eventos a través de una
insuficiente explicación llega de la reglamentación a la prohibición, aunque la
actividad prosiguió a pesar a la ilegalidad, y hasta nuestros días puede leerse
una noticia como la de Infobae del 1º de julio del año 2020: “El fiscal penal de Rosario de Lerma en
Tucumán trabaja en la búsqueda de los organizadores de una riña de gallos que
se realizó el domingo 28 de junio en un evento clandestino de peleas de gallos
llamado Campeonato Provincial del Norte”.
ANTIGUO REÑIDERO CON TRIBUNAS
Nada es de extrañar de los “pretendidos seres humanos”, en actitudes que los denigran en la escala de la evolución de las
especies, la que en 1859
revelara Darwin, considerado uno de los trabajos precursores de la literatura
científica y el fundamento de la teoría de la Biología evolutiva.
Si bien
puede calificarse a la riña de gallos como un evento pueblerino, también
llega a la ciudad y a nuestros barrios, Balvanera, Almagro y a otros
donde existieron establecimientos y “galleros” (los criadores y entrenadores)
en distintos lugares de su geografía.
La
copla popular recoge las riñas:
“Para
mí no hay hombre fiero / por más bravo que se tenga / ya que en cualquier
reñidero / espero al que le convenga. / Yo soy el Gallo del Once / de Cuyo y
Nueva Granada * / Sáquemele lustre al bronce / que está mi firma
grabada”.
La
televisión recoge también el guante con “Un gallo
para Esculapio”, la serie de Bruno Stagnaro, Ariel Staltari y
Sebastián Ortega que ganó más de 20 premios, incluidos el Martin
Fierro de Oro (2018).
PROPAFANDA DE LA ÉPOCA
El
reñidero más antiguo de la ciudad data del año 1767,
atendido por José de Alvarado de Monserrat, y luego el de Miguel Mesías de
Chile y México allá por 1853, aunque el de mayor renombre fue el de José Ribero
de Venezuela 745; algunos de éstos contaban con ciertas comodidades, palcos
y gradas desde donde el público asistía a las finales, cuyo centro se adornaba
con plumas ensangrentadas de las aves victimadas.
Las
apuestas se cruzaban en forma anticipada y durante la misma disputa y a viva
voz. Todo barrio contaba con una o varias gallerías, que hasta se usaban como
punto de referencia de una determinada transacción inmobiliaria,
como el caso de la venta de una casa en Florida 268, en que su dueño vive en la
esquina “fuente al reñidero de gallos”.
En
Balvanera, era muy famosa la que existía en los fondos del “Almacén de la viuda”
en las calles de Humahuaca y Gallo, en donde los peleadores eran propiedad de
un malevo y el crédito local.
Cuenta
la anécdota, que los gallos tuvieron allí un diferente y triste
fin, habían desaparecido hasta que se descubrió que pasaron a ser una versión
masculina de un suculento puchero de gallina, en el que solo faltaba el vinito
Carlón. La gresca que se armó fue memorable y también el adiós para las riñas
en el lugar.
Un
gallero renombrado de la zona era Felipe Cuitiño, de la calle Yapeyú, a
quien los muchachos llamaban “El Gallonero”,
apelativo que también alcanzaba a su mujer, lo que motivó al payador
José Betinotti, que vivía en Artes y Oficios (hoy Quintino
Bocayuva) a componer estos versos:
“A
la mujer del gallero
le
dicen la gallonera
y no
me parece bien
la
llamen de tal manera
pues,
a la del boticario
no
la nombran botiquera”.
Este
deporte-entretenimiento era el preferido en las fiestas parroquiales de estos
arrabales, donde los aficionados a la cría de los gallos de peleas gozaban de
prestigio.
Otros
de los importantes reñideros eran: el del tuerto Morales, del andaluz, de Gandulfo,
que funcionaba en el restaurante y cancha de bochas de Daneri de Suárez
1954, y el ubicado también en lo que sería más tarde la empresa de carros “La cruz
verde”, entre otros.
Tanto
clases altas y bajas participaban de estos eventos, y nunca faltó quien apostara a
ganador, por aquello de que “ganó el gallo del comisario”.
“El gallo” por entonces gozaba buena prensa, y más
allá del símbolo del gallo francés, o el de Morón, siempre contó con la abierta
simpatía del hombre (lamentablemente un tanto machista), y hubo casos
particulares en que el apelativo se trasladó a famosos lugares como: Hotel del
gallo, Fonda del gallo, era inseparable de Hilario Ascasubi y de festividades
religiosas como “La misa de gallo”, el nombre del famoso tango de Agustín Bardi:
“Gallo ciego”, o el dicho popular: “Es poco gallo para tanta gallina”.
Finalmente, por
la ley de protección a los animales, se terminó al menos teóricamente con este desagradable
espectáculo, como así también con el de las cinchadas de
caballos atados a la culata de los tranvías en las ex estaciones de tranvías “Caridad”
de Belgrano y Urquiza, o subiendo la barranca de la calle Boedo entre
Constitución y Cochabamba.
En
la Argentina está prohibida explícitamente la pelea de gallos, por Ley
nacional Nº 14.346 del año 1954.
Sin
embargo, se abrió un nuevo capítulo “clandestino” para
las riñas, tal como sucedió con la quiniela que perduró clandestina en los tiempos.
Miguel Eugenio Germino
* Nombre
de las actuales calles Sarmiento y Boulogne Sur Mer.
Fuentes:
-Llanés, Ricardo M., Canchas de pelotas
y reñideros de antaño, Cuadernos de Bs. As., MCBA, 1981.
-Llanes, Ricardo M., El barrio
de Almagro, Cuadernos de Bs. As., 1968.
-http://aurora-arg.blogspot.com/2009/12/rina-de-gallos-y-corrida-de-toros-en-la.html
-http://www.tradiciongaucha.com.ar/Tradiciones/Rinadegallos.htm
-https://www.libreriadeportiva.com/libro/peleas-de-gallos-su-historia-tradicion-y-actualidad_56274