EL VIEJO CAFÉ ROMA DE ANCHORENA Y SAN LUIS
"Se considera bar notable a aquellos bares,
billares o confiterías relacionados con hechos o actividades culturales de
significación; aquellos cuya antigüedad, diseño arquitectónico o relevancia
local, le otorgan un valor propio".
En la esquina NO de Anchorena y
San Luis, con el número 3100 de esta última, permanece inmutable ante el paso del tiempo uno de los cafés y bares notables de Buenos Aires.
Se trata del Viejo Café Roma, fundado en el año 1927
como “Almacén
y Bar”, tal como se acostumbraba entonces a catalogar a este tipo de
establecimientos. Desde el año 1952, en que se hizo cargo su actual dueño, el
asturiano Jesús Llamedo, funciona exclusivamente como bar.
Don Jesús cumplió 87 años de edad
y reside en el país desde sus 20 años, atiende amablemente al cronista de Primera Página, rodeado de gorriones que
entran y salen del bar, como si éste fuera su hábitat
natural, donde picotean las migas caídas y las que a veces les lanza Jesús. Los inquietos pájaros revolotean entre las añejas
estanterías y sillas; nos enteramos que entran aun los días en que el negocio
está cerrado, por el hueco del extractor de aire. Hoy, estos pájaros siguen siendo parte del mítico establecimiento, como
lo son el mobiliario y la fisonomía, desde
1927.
El asturiano Jesús atesora
infinidad de anécdotas que enriquecen la identidad de esta
zona de Balvanera. Nos habla con entusiasmo del Abasto, de aquel gigante Mercado Abasto Proveedor, desaparecido en
1984, que como tantas otras cosas fue arrasado por la modernidad, aunque se
conserva altivo su frente histórico.
Nos cuenta que “al
bar acudían y era lugar de tertulia de muchos puesteros del mercado, junto con
los choferes de la línea de colectivos 5
(hoy 188) que tenía su terminal justo en esta esquina”.
Recuerda a los
viejos puesteros, algunos que emigraron al nuevo mercado de La Matanza, a los
más que permanecieron en el barrio y a otros que alzaron vuelo de este mundo,
como el frutero Rolando Micale, y 0.Norberto
Salvo, también dirigente de fútbol.
Rememora al Canario Pérez,
jugador de Boca, a Raimondo de Atlanta, a Enrique Omar Sívori, delantero de
River, a los hermanos Rossi, también recuerda los agasajos que tanto Racing
como River hicieron en su boliche allá por los años70, festejando campeonatos.
Evoca aMarcos Ricardo Busico, el puntero de Boca que brilló por los años 50 y que
era vecino del barrio, además de socio de un puesto en el Mercado.
Nos habla del Dr. De Donato, otro
vecino y amigo del bar, cuya foto luce en una de las paredes, quien fue jefe de
sala del Hospital Álvarez. También recuerda al actor argentino Pedro
Rafael Aleandro, casado con María Luisa Robledo y
padre de las actrices María Vaner y Norma Aleandro, que dirigía
en la vecindad una escuela de teatro y era asiduo concurrente al Roma.
Sobre el
mostrador, con algunos cambios modernizantes, está el original pingüino de expendio de agua enfriada con hielo, y
también de cerveza tirada.
Se puede observar
en una de las paredes interiores y junto
a un viejo ventilador y el fileteado alusivo al negocio, un cuadro gigante del
General San Martin, que data precisamente del “año del Libertador 1950”. Las altas estanterías que cubren
todas las paredes del negocio acopiando centenares de botellas de las
más variadas marcas de licores, algunos actuales y
otros antiguos ya desaparecidos, como
Cubana Padilla, Amaro Monte Cudine, ChinatoGarda, Aperital, Luseral,
KalSay, Caña Habana, Grappa con Miel, Caña de Durazno, Chissotti, Pipermint y
“otras mentas,
FerroquinaBisleri,
Pineral o Bols, entre muchas otras rarezas en licores.
El sótano
es una especie de museo en el que se guarda una vetusta máquina registradora, antiguas damajuanas, sifones y otros
enseres en desuso que marcaron un momento de la historia tanto del bar como de una época pasada.
Escribía
el periodista Sergio Kiernan, en una
excelente semblanza, “Secretos y pormenores del Bar Roma”, publicada en Página 12, del sábado 1º de mayo de
2014, relata: “Todavía existe, inocente de toda modernidad y de todo vintage (vintage: palabra inglesa
que puede traducirse “vendimia”, que se utiliza para designar objetos antiguos de
diseño artístico y buena calidad), el Bar Roma, de la esquina de Anchorena y San Luis. Con
vidriera a la ochava, ocupa la planta baja de una PH de esas afrancesadas que
una vez fueron el mismo tejido de la ciudad, el café mantiene sus ventanas a
tijera, grandes puertas de buen hierro y vidrio, con sus rosetones intactos,
verjas en doble diagonal, ligeramente curvos y con pimpollos en los cruces, y
su último agregado, el anuncio a mano de letristas de licuados y milanesas.
Adentro están las sillas de madera, el mostrador original con cisne y pía plana
de bronce, la chapita enlozada que prohíbe escupir y hasta dos tubos
fluorescentes con bases metálicas, navales, racionalistas. De hecho, lo único
cambiado es el piso, de baldosas graníticas a la años ’40, y el tope de las
mesas de madera, con una gastada fórmica setentista que ya es casi histórica.
Quien tenga la ventura de encontrarlo se podrá sentar a la sombra de un grabado
de San Martín bien enmarcado, cerca de los percheros de madera y fierro, y a
mano del tablero de precios de felpa, con letritas de plástico. Y hay que
sentarse para mirar arriba, a los muros, sin caerse, porque ahí el Roma se pone
realmente único con metros y metros de estanterías cubiertas de su stock de
bebidas, cientos y cientos de botellas de etiquetas amarronadas hasta lo
indescifrable (…) Estas reflexiones son invitadas por la atmósfera tranquila
del bar, que no busca entretener y por lo tanto no aturde. Es un gran lugar
para leer, ver pasar la gente, escribir, conversar sin gritos o comer una
milanesa sin complicaciones. La experiencia hace recordar, como la magdalena de
Proust, una manera menos complicada de estar en público. El Roma tiene 87 años
cumplidos, un diploma de su Comuna por los servicios prestados y un cartel
fileteado de la Vice jefatura de Gobierno que, extrañamente, afirma que está en
Balvanera. Una pieza patrimonial que se puede disfrutar de ese modo tan raro
hoy en día, el de darle su uso original.”
El Bar Roma, además de galardonado con un diploma de la comuna por su
trayectoria, pasó a integrar la lista de
los hasta hoy 73 bares notables de Buenos Aires, junto a otros de Balvanera y Almagro como:
La Perla del Once, de Rivadavia
2088;
Las Violetas, de Rivadavia 3899;
La academia, de Callao 368;
El Café El Banderín, de Guardia
Vieja 3601;
El Café de Los Angelitos, de
Rivadavia y Rincón;
El Bar de los Hermanos Cao, de
Independencia y Matheu;
Clásica y Moderna, de Callao 892;
El Bar de Roberto, de Bulnes y
Perón;
Y el Café Los Galgos, de Lavalle
501, que lamentablemente cerró sus
puertas en enero de este año 2015.
Los Bares y Cafés porteños jugaron
siempre en la historia de la ciudad un papel protagónico, de identidad. No
sería posible concebir nuestra ciudad sin la presencia de bares, donde se
forjaron poetas y artistas. En todos ellos hay figuras evocativas
como la foto de Gardel, la de Evita, la
del Gauchito Gil, la de artistas, la del equipo de fútbol preferido del dueño,
y elementos característicos como angelitos, galgos, cataduras, esfinges y decenas de otros símbolos.
Estos
negocios, en su mayoría, fueron paridos por la colectividad española ingresada
en el pasado siglo y
volcada mayormente a la gastronomía, así como la italiana se dedicó al
comercio de frutas y verduras, la judía a la de ropa al
igual que la árabe, la armenia a las almacenes de suelas; cada comunidad
aportó algún rasgo particular para completar finalmente nuestra identidad. Sin
duda, todos aquellos inmigrantes contribuyeron a crear la imagen y la
idiosincrasia de lo que hoy es nuestra ciudad, que con el paso del tiempo se
convirtió en cultura ciudadana. El café-bar actuó en la historia como sitio de
encuentro de amigos, de discusiones futboleras o políticas. Sus ecos recogen burlas,
llantos y silencios, grandes silencios. En sus mesas se
crearon movimientos culturales de todo tipo, se tejieron sueños, fantasías,
ilusiones y proyectos. Se escribieron versos, se formaron parejas…
También fueron un observatorio
del devenir de la sociedad. Sin ir más
lejos nuestro periódico Primera Página
nació en el hoy desaparecido Bar América, de la esquina de Corrientes y
Bíllinghurst, hace de esto ya 22 años.
Poema al Café Bar Roma
By Pseudomona: Terocruzlunes, mayo 07, 2012.
Hay
un lugar por donde el tiempo pasó
Bastante
más rápido que en el resto del barrio
Es
cuando Anchorena conoce a San Luis
Vieja
esquina de Balvanera
Donde
las horas no caminan sino corren
Y
veloces pasan también por sus dueños
Todo
es servido como en las cantinas de antes
No,
aquí no hay envases de plástico
De
gaseosas ni aguas saborizadas
Tampoco
vasos o platillos descartables
Y
en el fondo rítmicamente se puede sentir
El
eterno trabajar de una vieja cafetera
Durante
las mañanas grises como esta
En
que Buenos Aires poco a poco se deshoja
Eternos
clientes sientan sus cansinas charlas
Y
miradas nostálgicas en antiguas patitas de madera
Seguramente
estarán sorprendidos de cómo
Vertiginosamente
cambia la vida y ellos siempre igual
Año
tras año de la misma manera.
Miguel
Eugenio Germino
Agradecemos
la contribución de Jesús Llamedo
FUENTES
-
http://cafecontado.com/tag/balvanera/
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