LEVIATAN
Título: LEVIATAN
Dirección: Andrey Zvyagintsev
Guión: Zvyagintsev y
Oleg Negin
Fotografía: Mikhail Krichman
Personajes: Kolia Aleksei Serebryakov
Vadim, alcalde, Roman Madyanov
Dmitri, abogado, Vladimir Vdovichenkov
Lilya, esposa de Kolia, Elena Lyadova
Roma, hijo de Kolia, Sergey Pokhodaev
Una película que se puede
contar pero que cuando se la ve cambia la significación.
Es la magia del arte
cinematográfico.
Leviatán, monstruo marino
del Antiguo Testamento creado por Dios.
El Leviatán, famoso
tratado de filosofía y política sobre la naturaleza del hombre, el estado, la justicia,
la religión, escrito en el siglo XVII por el filósofo inglés Thomas Hobbes.
Con estos antecedentes, el director ruso construye un relato incómodo pero
insoslayable.
Kolia es un hombre que vive junto a su mujer e hijo (fruto de un
matrimonio anterior) a orillas del mar de Barents en el norte de Rusia.
Tiene allí su casa y un taller de reparaciones desde siempre.
Amplios ventanales le permiten mezclarse con una geografía de majestuosa
belleza, por momentos desolada y fría. A veces inhóspita.
La película muestra desde el inicio el esqueleto de algún animal muy
grande, traído y abandonado por el mar en su orilla.
También el de alguna barcaza que supo desafiar a ese mar. Como todo esqueleto
tiene el color del abandono. Del tiempo, de la soledad.
Un alcalde de pueblo, hombre insignificante casi como un bufón,
apetece quedarse con la tierra que pertenece a Kolia. Tiene trato con alguien
(una sola aparición breve) para desarrollar un emprendimiento inmobiliario que
promete jugosas ganancias. Mientras ofrece una insignificancia por la
propiedad.
Kolia no quiere vender, resiste de todas las maneras que él conoce. Llega
un abogado de estrecho vínculo con él para tratar el asunto pero con pocas
posibilidades de defensa. El incesante recorrido por los deshumanizados
pasillos de un tribunal nos recuerda a Kafka. La injusticia y el cansancio que
produce.
La película dura 141 minutos. Más de dos horas que permiten al
espectador la aparición de diversos sentimientos nada buenos con el alcalde, que a esta altura del desarrollo de la película
sabemos que es un corrupto. Mentiroso, cobarde y violento.
Se juegan varios roles: el del estado a partir del funcionario
inescrupuloso, el de la justicia en despachos despojados, con personajes fríos,
rígidos y un lenguaje monocorde, técnico hasta hacerse casi intolerable. Y
también está la iglesia en la persona de lo que podemos ver como una autoridad
de referencia. Algo así como un obispo. Supuesto hombre de consulta por su
jerarquía, ecuanimidad y verdad.
Y los restos de una parroquia donde se refugian los adolescentes
amigos de Roma, el hijo de Kolia. Allí se desarrolla el verdadero ritual de
iniciación de los jóvenes que participan de la ceremonia del encuentro, de ese
cuerpo social que permite el re-encuentro.
Pero hay también la intimidad de los vínculos: la pareja, la relación
con Roma, la traición, la amistad, el amor. La tragedia y la necesidad de
agruparse para encontrar rápidamente al responsable que alivie la angustia del no
saber, de la duda, de la culpa. Y todo se riega con abundante vodka.
Finalmente podemos tomar otro instante (hay decenas importantes) que
muestra una grúa de frente. Viene hacia nosotros con sus dientes afilados. Nos
achicamos en nuestra butaca para no ser masticados, destruidos por ese animal
mecánico. Un momento muy especial de la película.
“La Verdad”, “La Verdad”, “La
Verdad” son las palabras que se reiteran abrumadoramente desde el púlpito para
el establishment del pueblo.
“Todos somos culpables de algo” dirá otro.
Esto es una muy escueta síntesis de momentos de una gran película. Contar
más es quitarle al hecho creativo su esencia.
Pero sí podemos opinar sobre algunos asuntos que deja Leviatán.
Leviatán es el monstruo.
Leviatán es el estado.
Alguna crítica tomó posición ideológica antes que valorar el hecho
estético.
En Rusia especialmente, pero también en otros países junto con el
nuestro, se ve a la película como una propaganda
contra la Rusia actual. La vida en manos de la corrupción del estado, de la
iglesia y de la justicia. El alcohol como soporte para estar de pie. En un
pueblo, pero es Rusia. Esto le gusta a un Occidente que tiene como esa grúa,
los dientes afilados para entrar en la carne de ese pueblo.
Si tenemos una mirada pequeña dirigida solamente a creer que la
película se pensó para Occidente en contra de Rusia, nos equivocaremos.
Si creemos que solamente en Rusia pasa esto,
también nos equivocaremos.
Pensemos solamente en este Occidente que no puede redimirse de sus
guerras, de su pobreza moral, de su corrupción estatal y privada, de sus
adictos al alcohol, y a otras sustancias, etc.
Esta película bien podría haberse filmado en Europa, EE.UU. y también en una
América que intenta revertir ese leviatán/estado destructor.
El Leviatán está en todos lados. Nos pertenece porque habla de la
naturaleza humana, de cómo nos constituimos como sociedad, como comunidad.
¿Puede un hombre solo enfrentar la corrupción?
¿Puede una sociedad en forma comunitaria intentar cambiar el rumbo
para que el buen vivir se nos haga carne?
Algunas preguntas que me deja la reflexión sobre esta película.
Nominaciones y premios
- Premio Mejor Guión Festival de Cannes
- Mejor Película Extranjera Independent Spirit Awards
- Mejor Fotografía Festival de Sevilla
La fotografía merece una mención particular por la creación de climas.
Alicia Usardi
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