EDITORIAL
Nº 240 JUNIO 2015
La
vieja, insistente y aburrida muletilla
de los grandes medios de información, especialmente la TV (ya que el costo de
los diarios los hacen privativos para muchos), es el tema de “LA
INSEGURIDAD”, considerada ésta
únicamente la producida por los delitos contra las personas.
Siempre la misma cantinela, repetida, desde
el año 2004, remanida… “la
inseguridad está cada vez peor, nos están matando. Cuando salimos de casa
no sabemos si vamos a volver. Tu vida no vale nada, te matan por una zapatilla
o un celular. En este país nadie va preso por nada. Los delincuentes entran por
una puerta y salen por la otra. Los menores te matan y al otro día salen libres
porque no son imputables. Hay que bajar la edad de imputabilidad. Debido
al narcotráfico te matan por nada: ya estamos como Colombia o
México. Nadie hace nada, ¿dónde está la “década ganada” y la
inclusión si hay cada vez más inseguridad?”
Sin embargo vale preguntarse a cuántas ascienden las muertes producidas por este flagelo. No abundan las estadísticas, y menos
las confiables; mientras tanto, por otra parte se ocultan, se silencian, se eluden las estadísticas de accidentes
producidos en la vía pública por el endemoniado tránsito, las negligencias en
el manejo y ni qué hablar de los producidos por las motocicletas.
Se publicaba en los diarios del 9
de mayo pasado un informe de la Cámara de
Fabricantes de Moto Vehículos (CAFAM):"durante
el mes de abril, el total de unidades patentadas fue de 41.489, lo que muestra
un incremento del 16% en comparación con 2014”. Cabe tener
presente que las motos constituyen el mayor peligro para el peatón y para los
propios motociclistas.
Valdría
más que fomentar la fabricación de motos y coches particulares, promover la
fabricación en el país de vagones, locomotoras, camiones y micros, o sea
priorizar el transporte colectivo por sobre éstos últimos el individual,
especialmente trenes y subtes, no contaminantes.
Otro dato escasamente
difundido es que Argentina ostenta uno de los más altos índices de mortalidad por
accidentes de tránsito, y sin entrar en una maraña de números baste una cifra desnuda:
21 personas mueren por día; hay 7.485 víctimas fatales por año y unos
120 mil heridos de distinta gravedad.
La organización
civil Luchemos por la Vida aconseja, con
buen tino, usar el casco en las motos y el cinturón en los coches, los chicos
atrás… pero ¿alcanza con estos recordatorios? Los
accidentes se suceden, las muertes se suceden, los heridos se suceden,
los incapacitados se suceden.
Sin
embargo no son estas las
víctimas que interesan al acontecer politiquero, que solo lucra con las producidas por robos y hurtos, como los únicos dignos de ser llamados
“inseguros”. Dos chiquitos se incineraron el mes pasado en un taller
clandestino de Flores por falta de control del Gobierno de la Ciudad. ¿Acaso no
es este hecho parte de la inseguridad? ¿Cuántos
trabajadores se accidentan producto de la imprevisión y la negligencia patronal? ¿Cuánta gente sobrevive con un trabajo
informal? ¿Cuánta gente se intoxica y
muere producto del uso de los agro tóxicos (de venta legal) en el campo? ¿Qué
ocurre con la contaminación por la minería a cielo abierto y las talas indiscriminadas de bosques? , en
los incontables casos de femicidio y
abuso de menores, Y qué decir por
la acción de las desbocadas barras
bravas, el último grave hecho de la cancha de Boca es un mudo testigo.
De esto no debe
hablarse. Solo debe visibilizarse lo que
entiende por inseguridad
la oposición y así endosarle culpas al gobierno y pretender justificar más policía, más “control de la población”. ¿Y
a qué lleva ese mayor control? Lleva a una
mayor represión. Lleva a que la gente, especialmente la más humilde no se
exprese, no reclame por sus derechos. Se busca la dominación por el miedo, que
también es un buen negocio para los traficantes de seguridad: alarmas, rejas,
perros bravos, candados…y sobre todo vivir encerrados en sus casas ante las
primeras sombras de la noche.
En
épocas dictatoriales se prohibían las huelgas y las manifestaciones, amén de
los asesinatos producidos desde las entrañas del poder oficial. ¿Podemos
olvidarnos acaso de los 30 mil desaparecidos de la última de las dictaduras?
El
tema pasa por tildar al gobierno de “mano débil”, de “blando”; pocos hablan de
las otras inseguridades, las del tránsito, las del trabajo no registrado, de
las de la falta de responsabilidad empresarial en el cumplimiento de los
reglamentos vigentes.
Se trata de usar políticamente un
problema sentido por la sociedad, introducir el
miedo que inmoviliza, la cuestión
es inmovilizar, acobardar ¿pero en beneficio de quién?
Estamos
ante un ensayo final, para preparar el terreno de un posible gobierno represor,
un gobierno que elimine las conquistas logradas sin que haya reacción, y…por si
acaso… una policía brava presta a escarmentar y poner en vereda a los díscolos
quejosos.
Los
candidatos “opositores”, que callaron
durante la dictadura y
durante el
ajuste de Menem, hoy ladran, gruñen y aúllan reclamando seguridad, ¿será tal
vez este su único futuro plan de gobierno?
El
país se apresta a votar, ¿a votar por qué?¿Por una mejor
calidad de vida con mayores conquistas sociales o por
vivir enclaustrados y temerosos hasta de la propia sombra?
Hasta la próxima
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