Mercedes
Sosa
(Haydé Mercedes Sosa; San
Miguel de Tucumán, Argentina, 9 de julio de 1935 - Buenos Aires, 4 de octubre
de 2009).
Fue una de las máximas figuras de la música folclórica y testimonial
de América Latina en el siglo XX. De humilde origen obrero, su familia
descendía de indígenas diaguitas. Empezó a cantar profesionalmente temas
populares argentinos cuando aún era una adolescente, pero su primer disco, La
voz de la zafra, apareció recién en
1962. Esta obra se considera precedente inmediato del movimiento del Nuevo
Cancionero iniciado en Argentina, que pronto se
expandió a todo el ámbito de América Latina, que buscaba rescatar los valores estéticos de la música del
continente.
Militó en el Partido
Comunista desde 1960 y a partir de 1965, tras una célebre actuación en el
Festival Folclórico de Cosquín (Córdoba), sumó
la reivindicación política a su proyecto artístico para convertirse, junto con Jorge Cafrune y Atahualpa Yupanqui, en uno de los símbolos de la lucha contra las
injusticias sociales y la discriminación del elemento indígena americano. A
esta nueva orientación correspondieron discos como Yo no canto por cantar
(1966), El grito de la tierra (1970), Cantata Sudamericana
(1971), Hasta la victoria (1972) y Traigo un pueblo en mi voz
(1973). Este compromiso político le valió la
prohibición de sus discos durante los años de la dictadura militar argentina
(1976-1983). Entre 1979 y 1982 vivió exiliada en Europa, primero en París y
luego en Madrid.
A partir de la década de
1980, su sonido se enriqueció con aportaciones
del tango, el jazz y el rock. Discos significativos de ese nuevo período fueron
Mercedes Sosa en Argentina (grabación en directo registrada en el Teatro
Ópera de Buenos Aires en 1982, tras su regreso al país), Como un pájaro
libre (1983), ¿Sería posible el Sur? (1984), De mí (1991), Alta
fidelidad (1997) y Misa criolla (1999). Su último trabajo fue Cantora:
un viaje íntimo (2009), en el que interpretaba 34 canciones a dúo con otros
tantos artistas latinoamericanos.
Mercedes
Sosa nunca abandonó la denuncia política, a la que sumó en sus últimos años la
lucha por la conservación del medio ambiente. Su defensa de la hermandad de los
pueblos latinoamericanos le valió el sobrenombre
de "La Voz de América". Entre los muchos premios recibidos por la
artista figuraron el Gardel y el Grammy Latino. En 2008 fue nombrada Embajadora
de Buena Voluntad de la UNESCO.
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