Nelly Pereira no quiere dejar de trabajar. Con sus 90 jóvenes años encima y con 65 de servicios prestados en la portería de la avenida Corrientes 1950, se la ve todos los días, mañana y tarde, firme al pie del cañón.
Comenzó a trabajar en el Año del
Libertador 1950, cuando el edificio recién se inauguraba, sin vivienda, ya que ella reside en el Abasto en un pequeño
departamento alquilado. Dos veces al día recorre las siete cuadras que la separan de la
portería, de ida y vuelta, para cumplir con sus funciones.
El edificio consta
de solo 16 departamentos, todos de tres ambientes. A esta altura, Nelly
pasó a ser parte integrante del lugar. Conoció a los primeros propietarios, de
los que ya no queda ninguno, y a los comerciantes de la zona, que es
principalmente mayorista.
Conoce vida y
milagros del barrio, y es estimada por los
vecinos; es un poco la abuela de todo el vecindario, que
la valora en su larga actuación en el consorcio.
Mes a mes llega con su changuito hasta la
Perfumería Bettina para efectuar la comprita de los artículos de limpieza que
usará en el edificio, y lo hace siempre con
una sonrisa y con una paciencia y tranquilidad envidiables. En la visita a este local comercial, suele contar alguna de sus historias
vividas en el edificio y en Balvanera. En comercios
vecinos le hacen descuentos y hasta le fían de ser necesario, concesión que trata de no utilizar nunca.
Cuenta que se entristece cuando llega el
fin de semana y no puede ir a trabajar. Le teme a la soledad de su casa y
extraña el bullicio de Corrientes y Paso, así
como las charlas cotidianas con vecinos y comerciantes. Los fines de semana son
para ella una penitencia.
Vio pasar muchos administradores, sin
embargo ella permanece en su puesto de encargada como una empleada de lujo,
respetada y mimada por todos.
Nelly, ¡por muchos años más!
Marta
Romero
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