FANTASMAS EN EL SUBTE "A" subte “A”
La
línea A de subtes, tal vez por ser la primera y más antigua, acumuló en su existencia
infinitas y variadas historias, algunas auténticas, otras que lindan con la
ficción y el mito, desde sus antiguas estaciones azulejadas de colores
orientativos para el pasajero inmigrante iletrado, hasta las que quedaron ocultas
en sus túneles umbrosos y misteriosos.
Las primeras y enormes
formaciones que perduraron cien años, eran
verdaderas orugas chirriantes que atravesaban las oscuras profundidades bajo
nuestros pies, pompas alucinadas que como lombrices gigantes y hambrientas devoran
humanos de toda clase en una fosa azulejada denominada estación, para
vomitarlos más adelante en alguna otra, ambas… casi todas, con nombre de próceres.
No sólo viajan humanos, también lo hacen mitos y leyendas que
atrapan al pasajero desprevenido. Son tantas y tan variadas las que se ocultan
en estos largos y oscuros túneles, que cuesta decidir con cuál empezar.
Distintos escritores han utilizado al “metro”
o al “subte”
como fuente inspiradora de su relato, como en el caso de Sábato en “Sobre héroes y
tumbas”, o Cortázar en “Texto en una libreta”.
En el texto de Cortázar se trata de los habitantes del subte “A”,
enmarcados por una cofradía que hasta llega a amenazar al protagonista, es
secreta y pretende apoderarse de todo, de la ciudad o acaso del mundo. Como en
“Manuscrito hallado en un bolsillo” también de Cortázar, cuyo título sugiere el
final trágico del protagonista. Después de la lectura sabemos que el narrador
estaba haciendo un informe, por ese texto en una libreta, que es lo único que
queda, por lo que se concluye que ha desaparecido.
La primera acción está ligada a los subterráneos de la línea
A (Anglo), que va desde Plaza de Mayo a Primera Junta. El mismo personaje narrador nos
cuenta del Hades (lugar donde habitaban los seres que habían
traspasado el umbral de la muerte):
“Es cierto que
entre Loria y Plaza Once se atisba vagamente un Hades lleno de fraguas, desvíos
y depósitos de materiales y raras casillas con vidrios ennegrecidos”. A
medida que avanzan los hallazgos del protagonista es mayor su miedo y la
sensación de estar vigilado. Teme que si revela su descubrimiento puede ser
muerto o recluido por loco, como lo sugiere un tal Montesano (el
antiguo inspector en jefe de la línea A, del cuento de Cortázar). Porque este
perseguidor innominado no cejará, llegará hasta el final de “un
descenso progresivo y cauteloso del subte, entendido como otra cosa”.
Si bien el cuento describe una verdadera pesquisa al estilo de una
narración policial, la atmósfera alucinante y el manejo de los distintos
niveles lingüísticos lo colocan en otro tipo de ficción. Aunque el autor usa la
ambigüedad propia de lo fantástico, la metáfora parece ser clara.
Vale entonces elegir como abanderada de estas “leyendas bajo
tierra” aquella que se refiere a la
extraña visión que puede asaltarnos cuando transitamos entre las clausuradas “medias
estaciones” Pasco y Alberti, de aquella línea de los subterráneos porteños.
Circula un relato que
cuenta que un antiguo operario de la estación Sáenz Peña “concurrió a los sanitarios en
horas de servicio y encontró en ellos a un hombre degollado sobre un charco de
sangre. De inmediato el atribulado empleado dio el alerta al personal de
seguridad de la estación, quien acudió rápidamente a inspeccionar el lugar,
encontrando el sitio en perfectas condiciones y sin ningún rastro de violencia.
El veredicto fue unánime: se trataba de una alucinación. Al día siguiente,
volvió a repetirse la situación, aunque el protagonista fue esta vez otro
empleado. Durante largo tiempo, muchos fueron los trabajadores que afirmaban
haber visto al degollado en el baño de esa estación”.
Otra historia de supuestos
aparecidos o alucinaciones tiene como escenario el tramo comprendido entre las
estaciones Alberti y Pasco, aunque su figura central esta vez es “una
extraña mujer en traje de novia. Cuentan los dichos que se trata del fantasma
de una joven a la que su prometido abandonó ante el altar, circunstancia por la
cual la muchacha habría salido intempestivamente de la iglesia y se habría
arrojado a las vías del tren. Otra versión, más romántica aún, señala que la
ceremonia del casamiento se realizó, pero al tratarse de una unión concertada por los padres de los
novios, la muchacha prefirió suicidarse al salir de la iglesia antes de
contrariar su propia voluntad”.
No es menos interesante la leyenda que
protagonizó Cynthia Arro, boletera de Metrovías,
de una inexplicable situación ocurrida en la
estación Congreso, lado sur, que le heló la sangre,
aunque después pudo comprobar que se trataba de un hecho frecuente que se
repetía a lo largo de toda la línea A: “Eran las 22.30 de un sábado y yo ya estaba
terminando mi turno cuando –recordó Cynthia en diálogo con Expedientes
Secretos– de repente, una sombra muy definida cruzó
por detrás mío y de costado para perderse en el interior de la boletería”. La joven quedó pasmada y le contó lo
ocurrido al nochero que se aprestaba a hacerse cargo de la estación hasta la
salida de los primeros servicios del día siguiente. Su compañero le dijo que no
se preocupara porque lo que había vivido en definitiva “era algo común”.
Cynthia, que era nueva por entonces en el trabajo, no quiso repetir esa
experiencia terrorífica y al día siguiente se apersonó ante su supervisor para
solicitarle el cambio de boletería, petición aceptada por el jefe que, sin
embargo, trató de calmar a la boletera con un frase que la trabajadora no
olvidará: “lo que vos viste, se ve en toda la línea
cuando no hay movimiento”.
Cuentan asimismo que durante la construcción de este
subte, en la estación Pasco –hoy clausurada– ascendente hacia la terminal de entonces “Primera Junta”, un derrumbe causó la muerte de varios obreros, todos
ellos inmigrantes. Se sabe que esa estación fue desmantelada a posteriori, debido a varias razones,
algunos opinan que por la cercanía de la de Alberti, otros debido a una mala
construcción que no permitía un ágil estacionamiento.
Sin embargo muchos porteños esconden en su memoria una historia
fantástica o recreada sobre ese paraje. Según la leyenda, si viajabas en el
último subte de la línea A –el de las 23:30
hs.– podías ver
a dos obreros sentados y con palas en la mano en las sombras de la
clausurada estación. Ambos te seguían la mirada
hasta que el tren desaparece internándose nuevamente en el túnel hacia
Miserere. De sólo pensarlo da escalofríos y pocas ganas de utilizar aquel
último viaje del día.
Otra historia
que gira en torno a la estación fantasma de esta antigua línea, es la que
cuenta un canillita joven (vendedor callejero de periódicos) a todos los
turistas que se acercan: "Mi padre me apretaba la mano fuerte y
entrábamos de un saltito. Una vez por semana –la única vez
que lo veía– tomábamos la
línea A del subte, desde la estación Lima hasta Primera Junta, rumbo a su casa
en el Gran Buenos Aires. Como era pequeño, casi siempre nos cedían el asiento y
yo apoyaba mi cabeza en su sobretodo azul. Entre el sueño que comenzaba a
apoderarse de mis ojos y la mezcla de olor a húmedo y colonia barata que se
ponía para no oler a borracho, mi viejo comenzaba a narrar historias
fantásticas y de aventuras que habían ocurrido años atrás en el subte".
“Una de ellas trataba sobre un viejo amigo de mi padre,
un guerrero incansable que luchaba contra unos monstruos nocturnos que se
desplazaban en autos enormes y verdes. Joaquín, ese amigo, luchaba casi sin
armas pero con una convicción que podía enfrentar a más de cien de los
monstruos. Con sus ideas y estrategias vencía al enemigo en incansables batallas. Pero, por errores que no recuerdo o
no entendí, ese amigo murió al ser ferozmente atacado después de que una
máquina le chupara la memoria".
"Así
Joaquín pasó a vivir como un fantasma en una estación vacía que hay entre
'Pasco' y 'Alberti'. Era un fantasma, o como decía mi viejo, un 'desaparecido'.
Algunas veces cuando pasábamos por esa estación, mi padre con los ojos un poco
tristes, me decía que escuchaba la voz de su amigo llamándolo o
cantándole una marcha pegadiza… Claro está, que años después cuando crecí,
entendí el significado de esa historia. Mi padre no me contaba cualquier
historia, sino la suya propia en forma
alegórica. La historia de su generación, la de sus
compañeros desaparecidos en la triste década de los 70…".
Hoy ya desactivadas
las centenarias formaciones de origen belga,
totalmente de madera barnizada, hasta sus mismos pisos con un ritmo acompasado
en su desplazamiento, de luces parpadeantes, que a veces se apagaban por
segundos, que fueron las primeras en circular en la ciudad de Buenos Aires y en toda
Latinoamérica, a más de cien años de transitar cumplieron
finalmente su viaje final para pasar a
“cuarteles de invierno”.
Se
hizo caso omiso a la aspiración de miles de usuarios que pedían el uso de algunas formaciones los días domingos y feriados con
un carácter histórico activo.
Con
la renovación total de la flota, desaparecieron los viejos coches de La Brugeoise, reemplazados por las nuevas unidades fabricadas por la
empresa china CNR, éstas no tienen,
ni la atracción ni el misterio de aquéllos.
Esta línea A, la primera de todas las que circuló por las
profundidades del subsuelo de Buenos Aires cien años atrás, se convirtió también
en la primera en modernizarse, con un sistema de seguridad de
frenado, aire acondicionado y una grabación
que alerta al pasajero despreocupado en qué parte
del recorrido se encuentra, aunque a veces la grabación esté descoordinada y el desprevenido puede llegar a bajarse en
cualquier estación.
Claro que también el
popular medio de transporte que hace unos años costaba $ 1.10, hoy multiplicó por siete su tarifa para atravesar los siete pesos
con cincuenta nacionales, aunque éste es otro tema no de misterio, aunque sí da demasiado miedo.
Finalmente, hoy continúan
enterradas en el subsuelo del barrio las antiguas
paradas clausuradas, ascendente de Pasco y descendente de Alberti, con todos
sus misterios y anécdotas clausuradas también, están allí para que otros
nostálgicos, escritores, poetas y los ganados por los relatos supra racionales,
los desentierren alguna vez, al igual que Sábato y Cortázar lo supieron hacer con su prosa
florida, en una mezcla que encierra ficción y realidad combinadas con el espacio
y la historia.
Pero como en los
“Cuentos de las mil y una noches”, serán motivo de otro
relato.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
--http://serdebuenosayres.blogspot.com.ar/2013/08/cortazar-y-el-subte.html
--http://www.lamaquinadeltiempo.com/cortazar/manusc.htm
--http://www.laotrarealidadweb.com.ar/?p=5526
--http://www.literatura.us/cortazar/libreta.html
--http://www.Subte-BA.htmlhttp://leyendas-urbanas.blogspot.com.ar/
--http://www.taringa.net/posts/info/2124371/Estacion-Fantasta-De-Subte-A.html
--http://www.taringa.net/posts/paranormal/10676735/Fenomenos-paranormales-en-la-Linea-A-Subte-BA.html
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