Inglaterra y las ventas del Brexit
Cuando se supo el resultado del comicio que arrojaba a
Inglaterra fuera de la Unión Europea, fueron muchos los analistas económicos
que pronosticaron la debacle de la economía inglesa. Sin embargo, la mayoría
pasó por alto que la nueva situación le dará mayor autonomía financiera y que
consolidará a los ingleses como a una verdadera cueva off shore para esconder el dinero negro mundial.
Los estremecimientos de las Bolsas mundiales duraron pocos
días y el derrape pronosticado no fue tal. Es que Inglaterra nunca puso empeño para
consolidar una Unión Europea en la que nunca creyó. Mantuvo en pie la libra
esterlina y nunca se desmarcó del mayor interés norteamericano en la región: la
OTAN, el pacto militar que los ingleses ni siquiera se plantean abandonar.
Es que Inglaterra siempre jugó sola y es así que consolidó
un predominio mundial que recién perdió con el advenimiento del poder
norteamericano. Pasadas ya las épocas de
factoría textil y potencia marítima, ahora se especializa en ser el refugio
financiero para las cuevas off shore,
verdaderas islas del tesoro donde los poderes financieros mundiales depositan
ese dinero que no pueden declarar.
Mientras los teóricos del mundo discuten hacia qué tipo de
orden mundial marchamos, hay algo que está siempre fuera de discusión: en un
mundo capitalista los flujos financieros necesitan un refugio seguro y eso es
lo que ofrecen los ingleses. Caído Panamá después de los Papers que llevan el nombre de ese país, un paraíso fiscal en el primer
mundo se visualiza a priori como
invulnerable, al igual que su par norteamericano de Delaware.
Además el juego propio de Londres tiene un plus que sostiene
su estrategia individual: no sólo existe el
dinero que fluye de Wall Street o de Europa, sino que hay un creciente
protagonismo del yuan, la moneda china que apalanca el crecimiento del gigante
asiático. Y tampoco podemos obviar el creciente protagonismo ruso en el tablero
mundial.
Por todo esto es que poco les importan a los políticos ingleses las movidas independentistas de Escocia
y de Irlanda. Lo que antes habría sido reprimido a sangre y fuego, ahora se ve
como una de las tantas consecuencias inevitables del Brexit, que marca el
inicio de un nuevo rumbo mundial de pronóstico incierto pero en el que siempre
el Imperio británico se ha sabido acomodar.
Pablo Salcito
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