OBRA DE JOSEFINA SVARZCHTEIN
Este 24 de junio de 2019
se cumplen 84 años del fallecimiento de Carlos Gardel.
Un trágico día de 1935, en
Medellín (Colombia)
Para muchos de los que peinamos canas,
Carlitos es más que conocido y, en algunos casos, como el mío, somos
admiradores de su voz y su arte. Ese arte lo convirtió en el más grande cantor
de tangos, sin menosprecio de las cualidades interpretativas de todos los otros
grandes vocalistas que lo precedieron.
En el pasado mes de mayo se pudieron
ver, en el Teatro Gral. San Martín, 6 films interpretados por Carlos Gardel
entre 1932 y 1935. Algunos de ellos restaurados con muy buena técnica, y así
pudimos, aquellos que los vimos decenas de veces, volver a ver su figura,
escuchar su voz y deleitarnos con sus gestos y cara de picardía.
Esto es un pequeño resumen de quien
siente una pasión por este gran cantor que aparte de artista fue un embajador
sin cartera, y representó a nuestro país en el exterior. Hoy hay muchos lugares
del mundo que lo recuerdan.
El motivo que me moviliza cada año en
esta fecha y en la del 11 de diciembre, día de su nacimiento en 1890 en
Toulouse (Francia), es lograr mantener vigente su figura y que aquellos que lo
conocen poco se acerquen a su arte, escuchándolo cantar y comprenderán que no
exagero en nada.
La trascendencia y el
recuerdo de los ídolos del arte se debe a que las generaciones no los abandonan
ni los dejan de lado en su memoria, es por eso que deseo que mantengamos la
figura de Carlos Gardel por los siglos.
Es poco frecuente ver
que un artista popular se haya mantenido vigente en el recuerdo de los pueblos,
como es el caso de Carlitos, después de su desaparición física, hace ya 84 años.
Evocar a Gardel es
también evocar un paraíso no perdido.
Héctor Rebasti
gardeliano del barrio de Almagro
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