El mítico cine de Corrientes 2046:
“del Cataluña al Cosmos 70 y al nuevo Cosmos UBA”
EL ANTIGUO CINE CATALUÑA |
La historia del lugar –Corrientes 2046– se remonta al antiguo Cine-Teatro “Cataluña”, emplazado en un
edificio estilo art decó proyectado por el arquitecto belga
Albert Bourdón y construido en el año 1929 por la compañía del ingeniero Jacques América. Los pisos superiores fueron destinados
a vivienda familiar de amplios departamentos de 5 ambientes. El cine-teatro ocupaba la planta baja –con 900 butacas– y el primer piso donde se ubicaban las plateas altas y los
palcos con capacidad para 450 espectadores, totalizando 1.350
localidades, uno de los cines más grandes de Buenos Aires.
En la década de 1960, se vivía el momento fundacional de un estilo de cine que
plantó la semilla de un “nuevo cine”,
que dejaría de ser el de un mero entretenimiento pasatista, para convertirse en otro
de reflexión culta, profundísima, de los sentimientos y emociones humanas, un cine
que tantas cosas destruyó y creó al mismo tiempo.
Llega con films de la talla de “El año pasado en Marienbad” (Alain Resnaisem, 1961),
“La noche” (Michelangelo Antonioni), “Como en un espejo” (Ingmar Bergman), “La aventura” (Antonioni, 1960) y “Sombras” (John Cassavetes, 1959).
Luis Buñuel y Akira Kurosawa llegan a la plenitud de su trayectoria
con las obras más personales (y probablemente las más completas) que han hecho hasta
entonces, como “Viridiana” (1961), “El ángel exterminador” (1962), “Simón del desierto” (1965), “Los canallas duermen en paz” (1960), “Yojimbo” (1961) y “Sanjuro” (1962).
Los mejores frutos de la nouvelle vage francesa (con François Truffaut
y Eric Rohmer a la cabeza) y del free cinema británico llegan en los sesenta,
muchos directores televisivos comienzan a pasarse al cine y a dotarlo de una inmediatez
impensable hasta entonces.
Finalmente, de nuevo en 1960, Jean-Luc
Godard firma “Al final de la escapada”
(À bout de souffle) y el cine vuelve a
ser tan libre como lo era en sus inicios, al margen de industrias, de público, de
ganancias mercantiles y de academicismos.
Sin olvidar corrientes anteriores como las del neorrealismo italiano,
que se inicia en 1945 y deja una huella fresca
y naciente, con “Roma, ciudad
abierta” de Roberto Rossellini, que continúa
con cineastas tan destacados como Vittorio De Sica con “Ladrón de bicicletas” y Luchino Visconti
con “La tierra tiembla”, ambas en 1948. Ni tampoco la etapa del cine de Ingmar Bergman que desde 1956 recoge la
influencia formal del expresionismo y de la tradición sueca, con un gran sentido
plástico, casi pictórico, aprovechando las posibilidades del blanco y negro, planteando temáticas,
en especial la muerte y el amor, marcadas por las preocupaciones existencialistas
y religiosas del autor que abordan el drama psicológico o filosófico más profundo.
Su película más emblemática es “El séptimo sello” (1956), una lúgubre alegoría que indaga en
la relación del hombre con Dios y la muerte. Su virtuosismo técnico se hace evidente
en “Fresas salvajes” (1957),
recreación de su propia infancia para la que utilizó una estructura de narraciones
superpuestas, que se consolida con obras de la talla de “Persona” (1966).
Argentina se incorpora
a aquellas corrientes con películas
y directores de calidad que inaugura Torre Nilsson con “Fin de fiesta” (1960), “Piel de verano” (1961), “Un guapo del 900” y “La mano en la trampa”. También con “Tres veces Ana” de David José Kohon (1961), “Los jóvenes viejos” (1962) y “Pajarito Gómez” (1965) de Rodolfo Kuhn (1965); “Circe” (1964), “La cifra impar”
e “Intimidad de los parques”, de Manuel
Antín; “El negoción” (1959) y “Los de la mesa 10” (1960), de Simón Feldman; “Los inundados” (1961) de Fernando Birri; “Crónica de un niño
solo” (1964)
y “El romance del Aniceto
y la Francisca” (1967), de Leonardo Favio. Durante esta época además se destacó “La hora de los hornos” (1968) de Fernando ‘Pino’ Solanas, entre muchos otros films y
directores que hicieron historia.
Es un renacer y algunas salas de Buenos Aires adquieren una dimensión inusitada,
como el Cosmos 70, el Lorraine
y otras, que son secundadas por un creciente
grupo de “Cine-Clubes”, como
el Núcleo
y otros que contribuirán a forjar una nueva historia de la cinematografía.
ISAAC ARGENTINO VAINIKOFF
Vainicoff y guralnik, dos épocas del Cine Cosmos
No es posible desligar la historia
de este mítico templo del cine, que fuera famoso como “Cosmos 70”, con quien lo administrara durante 28 años, Isaac Argentino Vainikoff (27 de septiembre de 1910 - 15 de noviembre de 2003), periodista del diario Crítica y hombre de la cultura, esencialmente
del cine, ligado a la exhibición de films de origen soviético y de otros países
de Europa Oriental.
Le tocó vivir en tiempos políticos
difíciles, durante “la década infame”, sufriendo censura, cárcel y destierro, que lo que lo llevó a tener que cambiarse su nombre por el de Argentino Lamas. Fundó en 1937 junto a otros socios la distribuidora de cine soviético Artkino
Picture, en los también dramáticos
momentos de la Guerra Civil española, su idea era la de juntar fondos
para sostener aquella resistencia, y una vez finalizada la contienda, la distribuidora
comienza a importar películas rusas con el doble propósito de "impugnar el
avance del fascismo en el mundo y para formar en una alternativa al cine norteamericano",
que por entonces monopolizaba el mercado.
A mediados de los años cincuenta
Vainikoff alquiló primero y compró después el entonces Cine Teatro Cataluña, reinaugurado como Cosmos '70. El nombre era en homenaje a los avances soviéticos en el
espacio, y en alusión al ancho de las películas de 7O mm. Sobrevivió a los duros
años de dictaduras militares y se convirtió en un santuario de los amantes
del séptimo arte y del cine soviético en particular.
Desde sus butacas, los jóvenes rebeldes
de melena larga que descubrían el rock y que estaban dispuestos a cambiar el mundo,
devoraban las películas de Andrei Tarkovski, los emblemáticos filmes de Serguei
Eisenstein como “El acorazado
Potemkin” y “Octubre”, la monumental “Guerra y paz”, de Serguei Bondarchuk, ganadora del Óscar en 1968 y otros tesoros del séptimo
arte soviético y de Europa oriental.
"Antes ya llegaban películas rusas a través de Natalio Botana, director
del célebre diario Crítica, con la idea de juntar fondos y de hacer campaña
contra el nazismo que se avecinaba en Europa. Se reunía dinero para la Brigadas
Rojas en España porque había muchos refugiados republicanos en Argentina",
relata su hijo Luis, en un reportaje a Sputnik, quien agrega que casi todo el negocio
cinematográfico era de inmigrantes europeos movilizados por el tema de la guerra.
"Las películas soviéticas tenían muchísimo éxito, porque en los años
treinta los sindicatos en Argentina eran dominados por el Partido Comunista y todo
lo que venía de la URSS tenía una fuerza muy especial para ellos. Dieras lo que
dieras, eran colas y colas", continúa.
Entre 1947 y 1951 las películas
soviéticas estuvieron prohibidas por decreto de Raúl Apold, jefe de Prensa
y Difusión del gobierno de Juan Domingo Perón, censura que terminó en el año 1951,
cuando Vainikoff y el secretario político de la Presidencia, Martín Carlos Martínez,
convencieron a Perón de levantar la prohibición, pese a las reticencias de Apold,
incluso Perón le pidió a Vainikoff padre que trajera películas rusas para el primer
Festival Internacional de Cine Mar del Plata en 1954, en el cual participó una delegación
soviética encabezada por el célebre director Serguei Bondarchuk. Según comentarios,
el mismo Perón veía siempre cine ruso y le gustaba mucho.
Poco a poco, el archivo se fue formando,
y en esto fue decisiva la cuidadosa actitud de Argentino Vainikoff, que guardaba
todas las copias, “las imágenes eran lo único que nos
iba a quedar en el futuro y por eso nunca destruyó una copia, muchas se perdieron
en incendios, o por el paso del tiempo, pero él tenía la visión de que la imagen
era lo único que iba a perdurar", recuerda su hijo. "Eso traía problemas,
porque cuando se terminaban los derechos de las películas, había que devolver o
destruir las copias, pero mi padre las conservaba".
El Cosmos 70 fue un oasis de la
cultura porteña en las épocas oscuras de la represión militar. "Inauguramos el cine después del golpe de
Estado de Juan Carlos Onganía en 1966. Es que el cine funciona gracias a los golpes
militares. Las mejores películas argentinas se hicieron cuando había represión o
una gran crisis económica, que es cuando la gente se refugia en el arte. Cuando
todo va bien, la gente va al cine pero a ver otras cosas", reflexiona Luis.
Los Vainikoff resistieron el embate
del cine comercial: "Teníamos una visión
distinta porque no queríamos dejar de distribuir este material para pasar a las
grandes películas. Todos los distribuidores independientes, cuando hacían dinero
con algunas películas, se pasaban a las comerciales que eran más fáciles de explotar.
Nosotros nos mantuvimos hasta que pudimos", comenta.
A pesar de las persecuciones y de
las distintas veces que la sala fue cerrada, las películas soviéticas se seguían
viendo en cine clubes o en otras salas comerciales. "Cuando se venía una crisis económica muy grande o un movimiento político,
ahí reabríamos el cine, porque en esos momentos la gente trata de agruparse con
los que tienen cosas en común".
Los militares no se atrevieron a
tocar el Cosmos y nunca secuestraron ni detuvieron a nadie allí.
Gabriel Guralnik, actual director del Cine Cosmos UBA, recuerda que tenía 17 años cuando fue el golpe
militar de 1976: "Para la gente de
mi generación, durante la segunda mitad de la década del 70 y los primeros años
de los ochenta, el Cosmos era un lugar de referencia. Allí conocimos a Ingmar Bergman, las películas
soviéticas y de Europa oriental. Era un punto de encuentro que se mantuvo
durante toda la dictadura".
Lo sorprendente es que la audiencia
era de lo más variada: desde el almirante Isaac Rojas, uno de los líderes del golpe
que derribó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, cuya película favorita era
“El acorazado Potemkin”, hasta los activistas de izquierda, todos iban a ver las películas rusas.
Con períodos de cierres y reaperturas se reinaugura el 30 de agosto de 1966, comenzando
con la proyección de filmes famosos como “Dominique”.
Pero su gran éxito fue el laureado film checoeslovaco “La tienda de la Calle Mayor”, que se mantuvo
23 semanas en pantalla.
Otras producciones
de Europa del Este que pasaron por su pantalla fueron "Pasaron las grullas", "Las arenas del circo", "Flores de piedra", "La batalla por Moscú", "Trenes rigurosamente vigilados", "Los amores de una rubia", "El frío verano del 53", "Joe Cola Loca", "El destino de un hombre", "Una niña busca a su padre". También hubo lugar para ciclos de clásicos
del cine soviético como "La guerra y la paz", "Huelga" y "El acorazado Potemkin".
EL ACTUAL COSMOS UBA |
El Cine Cosmos cerró otra vez a
finales de 1987. Ocupó su sala la Discoteca “Halley”, hasta que el 26 de noviembre
de 1997 pudo reabrir, nuevamente en manos de Isaac Vainikoff, ya con 87 años de
edad. No se recuperó la sala original, cuyo lugar fue ocupado por un restaurante
chino, si no que se construyó una nueva de menor tamaño, con una entrada lateral
pequeña por un costado del edificio. Luego de la muerte de Vainikoff en 2003, sus
hijos Luis y Alba se hicieron cargo del cine.
El Cosmos se vio obligado a ponerse en venta en 2006, y aunque en esa
oportunidad no se concretó una propuesta para transformarlo en hotel, terminó cerrando
nuevamente a finales de 2008. Fue adquirido en el 2010 por la Universidad de
Buenos Aires y ahora se denomina Cine
Cosmos UBA. En el viejo edificio de la calle Corrientes, todavía se
encuentran los reflectores Prevost italianos, los mismos de la nostálgica
película “Cinema
Paradiso”.
Miguel Eugenio Germino
Fuentes:
-Calderón
Elisa Casella, en Bs. As. nos cuenta, nº 8 de abril de 1988.
-Graña
Dolores, “Mientras miro las nuevas olas”, en Radar
del 15/10/2000.
-https://diasdehistoria.com.ar/content/reabren-el-cine-cosmos/
-https://www.espinof.com/proyectos/1960-70-la-cumbre-del-cine
-https://lalibrearteylibros.wordpress.com/2016/10/07/artkino-y-la-difusion-del-cine-sovietico-en-argentina/
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