Julián Assange
Los WikiLeaks y la hipocresía de la
libertad de prensa
La excusa más habitual del
intervencionismo yanqui, es la defensa de los valores democráticos. Y dentro de
esos valores, brilla siempre la libertad de prensa como baluarte del Occidente
liberal frente a la barbarie de otras regiones del mundo. Claro que cuando
rasgamos apenas la superficie de este principio, vemos que enseguida tambalea,
presa de los intereses de los bloques dominantes que no aceptan que se
visibilicen sus prácticas oscuras.
Asistimos a una
escenificación clara de esta contradicción. Un gobierno servil como el
ecuatoriano, hizo lo que sus patrones esperaban de él: levantó la inmunidad
diplomática de Julián Assange, quien espera ahora el castigo por mostrar el lado
oscuro de los intereses cruzados de empresarios, gobiernos y periodistas.
Mientras en la
Argentina presenciamos impávidos las
revelaciones que involucran a fiscales, periodistas y ex policías devenidos en
servicios de inteligencia, en el mundo asistimos a la persecución de una
organización que se esforzó en mostrarnos a los ciudadanos de a pie cómo se cocinan en secreto tramas que tarde o temprano
incidirán en nuestras vidas.
La red de WikiLeaks reveló, desde su
nacimiento, más de 10 millones de documentos, que involucraron a dirigentes
políticos sin direccionar esa información por el prisma de las pertenencias
partidarias. Supimos así de las presencias habituales de dirigentes argentinos
en la Embajada norteamericana, a la espera de
instrucciones o de ser evaluados, como vasallos de una autoridad que estaba más
allá de nuestras fronteras.
En una época donde
dominan las fake
news, la prisión de Julián Assange es coherente con la decadencia de la
libertad de prensa, un término que los hipócritas arrojan sobre sus enemigos
externos, pero que generalmente no cumplen en sus propias tierras. Más ávidos
por llenar sus bolsillos que por tratar que los pueblos estén bien informados.
Pablo Salcito
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