26 de junio de 2002
La masacre de Avellaneda
“La
masacre de Avellaneda”, así
es como se conoce a la brutal y
desproporcionada represión de la manifestación del 26 de junio de 2002 donde
fueron asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, además de herir a 90 personas,
más de 30 con balas de plomo, y arrestar a otras 150.
Aquel instante marcó una situación clave en la historia social y
política del país, donde los medios de
comunicación fueron protagonistas, ya que las fotos de los reporteros gráficos fueron
determinantes en la investigación.
Esta masacre no fue un exceso policial, fue un plan político
organizado para acallar y disciplinar al pueblo.
Cada 26 junio
diferentes organizaciones políticas y sociales se reúnen en los actos que conmemoran
aquella represión y asesinatos.
ESTADO DE SITUACIÓN
Los
años 2001 y 2002 fueron para una gran parte de la sociedad argentina, una etapa
de grandes desilusiones originadas en una profunda crisis económica y un
conjunto de promesas incumplidas por parte del fracasado gobierno de
la Alianza. Esta desilusión agravada por la situación económica, generó una
aguda crisis política que llevaría tiempo superar. Se habían confiscado los
ahorros en los bancos por parte del ministro de Economía
Domingo Cavallo, estableciendo lo
que pasó a la historia como “el corralito”. En las
jornadas del 19 y 20 de diciembre del año 2001, la Plaza de Mayo se convirtió, en pocas horas, en el epicentro
del reclamo, donde el “Que se vayan
todos” resonó con fuerte indignación. Las fuerzas de seguridad no estuvieron a la altura y la
represión no tardó en llegar. El resultado fueron 39 personas muertas por la
policía –durante las
dos jornadas– entre
ellos, nueve menores.
Tras
la renuncia de Fernando De la Rúa y
su huida en helicóptero desde la casa de gobierno, se precipita el período
conocido como “la
semana de los cinco presidentes”: es
elegido para ejercer el cargo máximo del Poder Ejecutivo, Eduardo Alberto Duhalde. Lo que la sociedad esperaba del nuevo
gobierno era una respuesta a la crisis económica –expresada
en una creciente desocupación, la inmovilidad de los depósitos y las
dificultades para el financiamiento del Estado– junto
a una reversión de la inestabilidad política que se hacía evidente a través de
violencia callejera, las dificultades para designar autoridades interinas y las
críticas de la ciudadanía a los dirigentes políticos.
Duhalde
asume en un marco de ilegitimidad de origen bastante pronunciado que deberá
revertir en la medida de sus posibilidades, de manera urgente. En el plano
político, su objetivo fue la reconstrucción de la autoridad legítima para lo
cual apeló a la búsqueda amplia de consensos. En este sentido, al extendido
respaldo partidario inicial que tenía en la Asamblea Legislativa, intentó sin
éxito, sumar apoyos en la sociedad civil tratando de consensuar un programa
político a desarrollar.
Sin
embargo el problema de legitimidad política, aunque importante en términos
institucionales, no era de los más acuciantes ante los problemas de índole
económica y de orden social que requerían atención urgente y eran determinantes
de la suerte del gobierno.
En el
aspecto económico Duhalde se enfrentaba a tres problemas graves: decidir
qué hacer con la denominada Convertibilidad, una ley que establecía la paridad
uno a uno entre el peso y el dólar; qué hacer con el corralito, es decir con la
prohibición de retirar los depósitos bancarios por parte de los ahorristas y
cómo poner a la economía en el camino del crecimiento. Respecto del primer
problema, su ministro de Economía Jorge Remes Lenicov sugirió, y así se hizo, derogar la
Convertibilidad estableciendo una paridad de un dólar a uno con cuarenta de la
moneda local, con lo que los ahorristas perderían un 40% de sus ahorros.
LOS HECHOS DEL PUENTE PUEYRREDÓN Y LA ESTACIÓN AVELLANEDA
En aquel marco de la crisis
varias organizaciones planearon una
movilización masiva para el 26 de
junio de 2002, cuyas consignas eran: aumento general del salario, una duplicación
de 150 a 300 pesos y de 50 a 100 de los subsidios para los desocupados,
más alimentos para los comedores populares y solidaridad con la fábrica
ceramista Zanón,
ante el peligro de ser desalojada. Cuando la columna de manifestantes llegó al
puente Avellaneda, ya se encontraba en el lugar un fuerte operativo de las
fuerzas de Seguridad impidiendo el acceso a los principales puentes de ingreso
a la ciudad de Buenos Aires, logrando así su aislamiento geográfico por su frontera sur. Así y
todo, los manifestantes fueron desalojados del lugar violentamente por
efectivos de la Policía Federal, la Policía de la provincia de Buenos Aires, Gendarmería Nacional y Prefectura Naval Argentina.
El MTD (Movimiento
de Trabajadores Desocupados) no logró cortar el Puente Pueyrredón, siendo desalojados previamente
por la policía provincial. Entre ellos se encontraban dos jóvenes activistas: Maximiliano
Kosteki (22 años, de la ciudad de Guernica) y Darío Santillán (21 años,
de la ciudad de Lanús).
Aquel desalojo y la ensañada persecución a los manifestantes hasta la
estación Avellaneda dejó un saldo de 90 personas heridas, más de 30 con
balas de plomo y más de 150 arrestados. En la feroz represión y cacería de militantes participaron
las policías Federal y Bonaerense, además de la Prefectura y la
Gendarmería.
Maxi y Darío llegaron muertos al Hospital de Fiorito. En la estación de
Avellaneda Maxi había sido baleado en el pecho; Darío volvió a socorrerlo, la policía lo cercó y al tratar de
huir recibió un disparo en la espalda. Ambos pertenecían al Movimiento de Trabajadores Desocupados
Aníbal Verón. Ese día en coordinación con otras organizaciones, iban a
cortar cinco accesos rápidos a la Capital Federal en una apuesta para demostrar
su unidad y capacidad de movilización. Al MTD, por su fuerte presencia en el
sur, le tocaba cortar el Puente Pueyrredón. Allí, más de cinco mil personas
reclamaban mejoras en las condiciones de los subsidios, insumos para centros de
salud y escuelas, desprocesamientos de luchadores sociales y el fin de la
represión.
Una cámara del
noticiero de Canal 7 filmó el instante en que dos efectivos de la policía
provincial dispararon sobre los manifestantes, que en ese momento se encontraban
separados del resto de la manifestación en desbandada. También existen varias
fotos del fotógrafo independiente Sergio Kowalewsky y del fotógrafo del diario Clarín, Pepe Mateos Esas evidencias
resultaron clave en el curso de la investigación.
LA INVESTIGACIÓN, LAS CONDENAS
Y LA IMPUNIDAD
El 27
de mayo de 2005 comenzó el juicio y el 9 de enero de 2006 se leyó la sentencia
del Tribunal Oral nº 7 de Lomas de Zamora. Alfredo
Fanchiotti y Alejandro Acosta
fueron condenados a cadena perpetua por doble homicidio y siete tentativas de
homicidio. El comisario Félix Vega y
los principales Carlos Quevedo y Mario De la Fuente fueron sentenciados
a cuatro años de prisión por encubrimiento agravado. Los otros dos acusados de
encubrimiento, el oficial Gastón Sierra
y el cabo Lorenzo Colman, fueron
condenados a tres y dos años de cárcel, respectivamente. El ex policía Celestino Robledo recibió la pena de
diez meses por “usurpación de autoridad”, ya que actuó en la represión aunque
ya no era policía. Además, se iniciaron causas a los funcionarios Carlos Soria, Jorge Vanossi y Oscar
Rodríguez por falso testimonio.
La causa contra los responsables intelectuales y
políticos de planificar la represión estuvo a
cargo del juez Ariel Lijo y el fiscal designado fue Miguel Ángel Osorio. Pero
nunca se avanzó más allá de las cuestiones formales y en el año 2010, a pedido
del fiscal, se archivó la causa. La lucha de los familiares y de las
organizaciones sociales lograron reactivarla en el 2014, aunque permanece
cajoneada.
Los familiares de las
víctimas y el Frente Popular Darío Santillán piden que llamen a declarar a Eduardo
Duhalde, quien en ese entonces era presidente de la Nación; al ex gobernador bonaerense, Felipe Solá; al secretario de Seguridad, Juan José Álvarez; al ex jefe de Gabinete bonaerense, Alfredo Atanasoff, y a Carlos Ruckauf,
entre otros. Ninguno de ellos nunca realizó la mínima autocrítica
por aquellos actos reñidos con la democracia y los derechos humanos.
“De la rebeldía del mundo.
Acaso para que el mundo y nuestras vidas
no murieran del todo.
O, mejor dicho,
para resucitarnos.
La mano de Darío más bella que nunca
porque ahora esa mano era de todos,
como un inviolable, feroz y dulce deseo…”
Vicente
Zito Lema
El Senado de la Nación convirtió en ley el
proyecto que le cambia el nombre a la estación de trenes de Avellaneda del
ferrocarril Roca, por el de "Darío
Santillán y Maximiliano Kosteki". Un merecido homenaje a la inmolación de
estos dos jóvenes.
Miguel
Eugenio Germino
Fuentes:
-https://www.perfil.com/noticias/sociedad/cortan-el-puente-pueyrredon-a-16-anos-de-la-muerte-de-kosteki-y-santillan.phtml
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