Una propuesta gastronómica y
cultural que enaltece la zona del Abasto
Para beneplácito de los vecinos, cada vez hay más propuestas
gastronómicas y culturales interesantes y disfrutables en la zona del Abasto.
Una de ellas es el Conventillo Cultural
Abasto, ubicado en Anchorena 575,
a apenas 100 metros de la Avenida Corrientes, frente al shopping. El Conventillo
es un proyecto independiente dedicado al arte y la cultura que funciona en una
enorme casona antigua de casi 500 m². La premisa principal que anima a sus
impulsores es generar un espacio para que el arte pueda desarrollarse,
fomentarse y auto sustentarse.
En el lugar se ofrecen obras de teatro independiente, una agenda
semanal de ciclos de música, exposiciones, presentaciones de libros, clases
regulares de diferentes actividades y se alquilan salas para ensayo. Además, el
Conventillo dispone de bar, restaurant, estudio de fotografía y de grabación. La
casona –que consta de planta
baja y primer piso– cuenta
con un salón grande para eventos –con capacidad para 150 personas– con el correspondiente equipamiento técnico, cinco salas para clases
y ensayos –todas con espejo,
barras, audio, piso de madera, excelente iluminación–, patio y terraza.
Una particularidad del Conventillo es que parte de su infraestructura
y mobiliario fue ideada y construida por sus propios dueños en base al
reciclado de materiales. Esto puede observarse en las mesas de madera del bar y
en las pizarras del restaurant con el listado de comidas y bebidas. En el caso
de estas últimas eran persianas antiguas que fueron arregladas y pintadas. Queda
muy original y combina con las características de la casona. Asimismo, el
patio, donde funciona el bar, está decorado por un bonito y colorido mural de
cerámica –realizado con la
técnica del mosaiquismo–
compuesto por una forma ondeada y tres carteles que rezan: “Extrañarte”,
“Sueños”, “Amor”. Esta obra de arte le da un toque de alegría y distinción al
lugar.
Dialogamos con Evelyn Bareille Hösel,
propietaria del Conventillo, quien nos comentó cómo surgió el emprendimiento en
2013: “Con el socio que tenía antes veníamos a la casa a tomar clases de
tango porque acá funcionaba la escuela del bailarín y coreógrafo Carlos
Copello. El lugar iba a cerrar porque no podían cubrir los gastos. Nos daba
pena que cerrara. Entonces nos pusimos a investigar y se nos ocurrió armar este
proyecto. En ese momento éramos seis socios: tres bailarinas, un fotógrafo, una
diseñadora de vestuario y otra chica que era fotógrafa y programadora; nos
conocíamos de diferentes ámbitos. Con el tiempo mis socios se fueron yendo y
desde el año pasado quedé yo con mi familia –mis padres y mi hermana– a cargo del Conventillo”. Bareille Hösel es bailarina y da clases
de danza clásica y contemporánea en el lugar.
También se dictan talleres
de tango, folclore, salsa, teatro, percusión y
fotografía. A la noche hay ciclos musicales cuatro veces por semana. Todos los
domingos está la jam de blues brindada por el grupo Blues en movimiento. Dos
miércoles al mes hay una práctica de tango: primero se da la clase y luego se
realiza la práctica. En abril comenzó una movida de blues más acústica que se
mezcla con otros géneros como el country, el soul y el jazz. En tanto, los
viernes y sábados hay ciclos que son fijos y otros que van cambiando. Asimismo,
se llevan a cabo jams de danza con músicos en vivo: danza tribal y contact improvisation, que son técnicas
de danza contemporánea. En la programación se planea sumar obras de teatro y un
ciclo de poesía que se desarrollará una vez al mes.
Las salas disponibles no
sólo se alquilan para ensayar y dar clases sino que también hay grupos que las
utilizan para reunirse y brindar charlas, por ejemplo los veganos, quienes
profesan el amor libre y agrupaciones LGBT
(lesbiana, gay, bisexual y transgénero).
El promedio de edad de los asistentes ronda los 25-40 años. Muchos son
de la zona; los habitués recomiendan el lugar y van trayendo a su gente en una
suerte de boca a boca. En cuanto a la rentabilidad del emprendimiento en estos
tiempos de crisis económica, la propietaria señala: “Siempre es difícil administrar
estos espacios porque tienen mucho de
autogestión. Además, es un espacio enorme, hay que estar todo el tiempo. Para
nosotros es importante no tener precios altos, tener un precio al que la gente
pueda acceder pero tampoco quedarnos tan abajo porque tenemos un gasto fijo
alto que tenemos que cubrir”. Quienes deseen hacer una obra de teatro
deben presentar un proyecto donde conste de qué trata la obra, cuánto dura, qué
necesitan técnicamente para ver si el lugar lo tiene, si es funcional para
ellos. En el caso de la música, no pueden actuar bandas punk ni de heavy metal
porque el espacio no está preparado para tanto ruido. Por esa misma razón, los
recitales se cortan a las 0.30 horas. “Los artistas que quieran exponer sus
cuadros deben contactarse con la página del Conventillo, que la manejamos
nosotros directamente. Dependiendo de la idea que tengan y lo que podamos
ofrecerles, se arma algo. Lo que más nos gusta a nosotros es que se dé, no
ponerle palos en la rueda. Es mejor encontrarle la vuelta, que nos sirva a
todos y se pueda hacer”, afirma Bareille Hösel. El Conventillo abre de
lunes a domingos, incluso los feriados, a las 10 de la mañana y, si no hay
espectáculos a la noche, cierra a las 22. En tanto, si los hay, puede
permanecer abierto hasta las 2 o 3 de la madrugada.
Laura Brosio
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