EDITORIAL AL Nº 287 – MAYO 2019
El vocablo hipócrita deriva del griego ὑποκριτής (hipocrités), que significa “actor o actriz”, en su origen no adquiría
connotaciones negativas, pues hacía referencia a la función de desempeñar un
papel, de actuar. Posteriormente, en esta misma cultura, se utilizó el término
para referirse a aquellos que “actuaban” en la vida cotidiana, es decir, que
fingían ser personas que no eran.
Así el
concepto llegó a nuestras costas y hoy adquiere connotaciones importantes,
claro está, en su segunda acepción y es utilizado por ciertos políticos como
muletilla ante la falta de respuestas adecuadas a los desafíos del cargo que
ejercen. Vale el prototipo del personaje “Dr. Merengue” de la historieta de
Divito, desdoblados en su oculto “otro yo”.
A medida que
se acercan las elecciones, con el empecinamiento de un gobierno que insiste con un candidato que cae estrepitosamente en las
encuestas, el panorama se les presenta negro, aunque insistan y no aflojen.
Ahora
intentan con medidas desesperadas para aplacar un tanto los precios
inalcanzables para el pueblo –el más humilde
claro está–. Medidas que no son nada novedosas, son
los tan criticados tanto por Macri, Vidal y Peña, al gobierno anterior, los “precios
cuidados”, después de haberlos descuidado durante tres años y medio.
Hacen de la
mentira una creencia y un ensañamiento contra el sacrificio popular, nada le
salió bien a Cambiemos, o más bien le salió a pedir de boca de los intereses de
los grandes monopolios, preferentemente extranjeros,
o de los familiares y amigos del poder. Aquel dogma es designado como “alivio”,
¿un paliativo tras tanto sufrimiento?
Para ello
pisotearon la Constitución con ilegales decretos
de necesidad y urgencia, destruyendo la división de poderes, clausurando en la
práctica las sesiones del Parlamento y haciendo
de la falsedad una manera de “gobernar”: mentir,
engañar y cuando ello no alcance, ¡reprimir!
Hablan de “un
único camino”, pero es el que ellos eligieron recurriendo
al FMI, cuando bien sabían de antemano de sus condicionamientos inaceptables
para la soberanía nacional, la prosperidad económica y el bienestar de un
pueblo al que le negaron salarios y condiciones
de trabajo justas.
No podían los
trabajadores vacacionar o adquirir una TV plasma, ahora ya obsoleta, más aún,
hoy carecen del acceso a las proteínas: a la
leche, al pan, la carne, los huevos, la verdura y la fruta, se acabaron los
asaditos domingueros y mucha gente se debe
conformar con acudir a los merenderos, a los que tampoco abastecen adecuadamente.
Las viandas
escolares además de insuficientes son de pésima calidad,
cuando no se encuentran en mal estado o contaminadas de cucarachas. Les retiraron a los pibes la provisión de
computadoras y no existen vacantes suficientes en las escuelas públicas.
Ni hablar de
la salud, que cayó en un pozo ciego, sin insumos, sin camas y sin los
medicamentos adecuados en tiempo y forma.
Los jubilados
fueron reducidos a la casi mendacidad, con tan
solo 10 mil mangos de mínima (quienes son más del 80% del padrón). El PAMI se
encuentra desbordado y a la gran mayoría les retiraron los medicamentos
gratuitos para casos agudos y crónicos.
Y el problema de la vivienda,
que con los planes UVA dolarizados, entraron en una situación sin retorno porque ya no pueden cubrir las cuotas con sus salarios
devaluados, los alquileres treparon a las nubes y muchas familia emigran a la casa de sus padres en el conurbano bonaerense,
donde las intendencias deben asumir costos y subsidios de los que el Estado se
desentiende.
El cóctel resulta ser tan explosivo que tanto Macri como Vidal
ya no pueden transitar libremente por las calles y los pueblos del interior
profundo sin recibir insultos de tonos elevados, y menos acudir al mentiroso
timbreo sin ser corridos. Hoy aventuran a “la puesta en escena”, que pretenden viralizar
en las redes, aunque a veces se les vuelva en contra, como el caso del obrero que increpa al
presidente con su “hagan algo”. ¡No! ¡más vale
no hagan nada!, ya que con cada cosa que hacen empeoran la situación.
En éste entorno deben abordar los comicios de octubre, y al evidenciar la caída libre en las encuestas
recurren “a la trampa”, como la pretendida –fraudulenta e ilegal–
trasmisión de datos del escrutinio mediante el escaneo y otras artimañas para
amañar los resultados.
Especulan con
la falta de unidad de la oposición, acompañados en muchos casos por el
individualismo y el egoísmo de algunos, tratando de reflotar nombres sacados de
“la galera”, como
Lavagna que la va de dandy, y de no ser posible buscarán algún otro “dispuesto”
de los que cada día quedan menos.
Así lanzan
estas medidas que no alcanzan a un plan, de último momento (hasta el mes de
octubre), como manotazo de ahogado ante la
vertiginosa caída de su política neoliberal fracasada,
del que el propio Macri no participó del anuncio, momentos antes de abordar el
avión para unas nuevas vacaciones de Semana Santa.
Hablan de
“congelamiento” de productos que ya antes aumentaron a niveles increíbles, de
entre 249 y el 460%, hablan de “alivio” cuando solo es aflojarle un poco la
soga al ahorcado.
Saben que su peor
enemigo es “la unidad”, la que se va consolidando, lenta pero irremediablemente, sellándole
la suerte a un gobierno que se desmorona día a día, y de allí la desesperación.
En pocas semanas se tendrán las evidencias.
¿Qué pasará después de las
elecciones? Si ellos llegaran a triunfar, en el país será el
sálvese quien pueda; en cambio si pierden, que se las arreglen
los que vengan, dejando ahora sí una verdadera “herencia recibida”.
Hasta la Próxima
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