viernes, 31 de mayo de 2019

LOS ANTIGUOS GALPONES FERROVIARIOS DEL ONCE


Uno de los últimos galpones del Ferrocarril Sarmiento en “el Once”, hoy parte de las instalaciones del Parque de la Estación 

LOS GALPONES FERROVIARIOS SOBRE LA ACTUAL CALLE  PERÓN- -CIRCA AÑO 1904 QUE LLEGABAN HASTA LA CALLE B. SUR MER - A LA IZQUIERDA  LA ANTIGUA ESTRUCTURA DE LOS ANDENES QUE  FUERON FUERON DEMOLIDOS EN EL AÑO 1972.

                    Como rastros del constante e histórico crecimiento del primer ferrocarril, quedan en su recorrido estaciones intermedias, depósitos, puentes, refugios, cabinas de señales, talleres, viviendas y galpones junto a una variada y rica infraestructura.
Algunos de aquellos antiguos galpones, construcciones acordes a los constantes aumentos de tráfico de pasajeros y cargas, diseminados a lo largo de la línea, destinados a depósitos de carga y descarga de mercaderías, quedaron en el barrio de Balvanera, dos sobre la calle Bartolomé Mitre y el tercero, el que nos ocupa, sobre la curva de Díaz Vélez, Gallo y Perón, representado por el Museo Nacional Ferroviario Raúl Scalabrini Ortiz, de la avenida del Libertador 405, como el galpón nº 4 a los efectos de su identificación.
En el último tercio del siglo XIX, al igual que sucedía con las grandes terminales de Constitución y Retiro, que concentraban el tráfico del sur y norte del país, la estación Once de Septiembre iba camino a transformarse en el principal centro de comunicaciones que aglutinaba el tráfico hacia el oeste y con la región de Cuyo y otras localidades del centro del país. Conozcamos cómo nació este punto neurálgico de la ciudad.
El primer ferrocarril que circuló por estas tierras, denominado Camino de Hierro al Oeste, luego Ferrocarril Domingo Faustino Sarmiento, empresa iniciada por un grupo de capitales argentinos, fue adquirido por la provincia de Buenos Aires el 1º de enero de 1863, y más tarde, en 1890, vendido a la compañía británica The Buenos Aires Western Railway Co. Ltd.
Cuando en 1947 se produjo la nacionalización de los ferrocarriles, esta línea contaba con 3.100 km de rieles, 203 estaciones, 190 galpones propios y 451 tinglados, toda una poderosa infraestructura.
Se creó entonces el FCO el 13 de febrero de 1947, siendo administrado por la empresa estatal Ferrocarriles Argentinos, denominada Empresa de Ferrocarriles del Estado Argentino (EFEA), que tenía a su cargo los servicios de trenes de pasajeros en el área metropolitana, y los servicios interurbanos entre localidades aisladas y de larga distancia que unían la estación Once de Septiembre con otras del interior del país. Esta red del Ferrocarril Sarmiento era usada a su vez para el transporte de cargas, destacándose el traslado de la producción agropecuaria, almacenada en los galpones de referencia, para luego ser redistribuida mediantes carros y chatas tirados por caballos.
Pero la expansión no sólo comprendía a los edificios de las estaciones de pasajeros. El tráfico de cargas también se expandía y a medida que avanzaba la década de 1880 los galpones de madera de montaje en seco iban cediendo paso a otros de mayor envergadura y más sólida calidad constructiva.
La Estación Once fue en su origen una de las pequeñas paradas, apenas un apeadero, inaugurado durante el primer viaje que tuvo el F.C. del Oeste en 1857, entre la Terminal Parque, cabecera (ubicada en la manzana del actual Teatro Colón) y La Floresta, como terminal hacia el oeste.
La buena marcha de los negocios hizo que se construyera un segundo edificio, inaugurado en enero de 1883, también realizado en madera como su precedente, pero de mayores dimensiones. Al ser desafectada la Terminal Parque en ese año, la Estación Once pasó a ser la cabecera de la línea.

VECINOS RECLAMANDO FRENTE A LOS GALPONES  DE LA CURVA DE DIAZ VELEZ POR EL PARQUE DE LA ESTACIÓN 

Del conjunto de galpones que se expandían por la calle Cangallo (hoy Perón) sólo quedó el que nos ocupa de 205 m de largo y 17,90 de ancho, dispuesto en forma longitudinal, a diferencia de los que quedan sobre Bartolomé Mitre de forma transversal a las vías, y son mucho más pequeños. Posee un volumen neto, con cubiertas a dos aguas de tejas de Marsella, sostenidas por armaduras triangulares de perfiles de hierro (50 en total, de 17,90 m de luz).
En su cumbrera, la cubierta posee tramos de claraboyas con ventilación e iluminación cenital. Por su parte los faldones de tejas se prolongan sobre las fachadas longitudinales a modo de aleros. Documentos de época evidencian que estos aleros fueron ampliados en su longitud, incorporando una estructura independiente. En su origen, internamente, uno de sus extremos el galpón albergaba un sanitario y un depósito de inflamables, separado del resto de la nave por un muro, a modo de cortafuego.
Su envolvente de muros de ladrillos a la vista con juntas enrasadas posee mínimas referencias de estilo, consistentes en falsos sillares de revoque símil piedra en ángulos de muros, cargas y aberturas de medio punto (a modo de dovelas) de muros extremos.
Pero por sobre este repertorio, en formas del lenguaje clásico, lo que predomina en su arquitectura es la calidad expresiva del ladrillo a la vista, que caracteriza las construcciones utilitarias de ascendencia inglesa en nuestro país en aquella época.
Internamente, las armaduras de cubierta, sobre las cuales se disponen perpendicularmente perfiles metálicos que sostienen cabios y clavaderas de madera, se apoyan (cada 4 m) en pilares de mampostería, que hacen las veces de refuerzos estructurales de la envolvente de mampostería portante en dichos puntos.
Resulta de interés el sistema de desagües pluviales fijado a ellos, dispuesto cada dos armaduras metálicas, con tramos horizontales que recogen los líquidos llevándolos a columnas de hierro fundido embutidas en los muros, para luego seguir bajo el piso de los andenes laterales, donde desaguan. Las cubiertas, incluidos los aleros, posee una superficie cubierta total de 6.100 m2.
Sobre sus fachadas longitudinales se aprecia una sucesión rítmica de aberturas con arcos de descarga rebajados y portones de madera sobre rieles corredizos, típicos del ferrocarril. Frente a ellos, se extienden plataformas elevadas (0,80 m), soportadas por pilares de ladrillo o hormigón, que servían a desvíos ferroviarios y accesos de vehículos (entonces de tracción a sangre) para facilitar las operaciones de almacenamiento y despacho.

EL GRAN GALPON Nº 4 DE 210 METROS DE LARGO

Con los años, la nave sufrió distintas modificaciones, introduciéndose subdivisiones, artefactos (balanzas) e instalaciones precarias, producto de la sucesión de usos. A diferencia de estas mutaciones, su envolvente exterior, parte sustantiva de su identidad ferroviaria, se mantiene en aceptables condiciones de integridad y autenticidad.
A corta distancia del gran galpón que nos ocupa, perviven huellas físicas de otro galpón perteneciente al conjunto de construcciones ferroviarias del playón de cargas y descargas del F.C. del Oeste, por detrás de su elegante terminal que fue demolida, tras un mal uso indiscriminado, de las desafortunadas y continuas concesiones, del ONABE-ADIF, que no fiscalizaban el uso adecuado ni la preservación de un patrimonio ferroviario en extinción.
Se trataba de dos fachadas que limitaban los extremos de un depósito de ladrillo a la vista, sin referencias de estilo en símil piedra, en las que se muestra con claridad el legado de la tradición funcional, adoptando el ladrillo variedad de formas que lo enriquecen decorativamente. De ese galpón se conservan las paredes de ambos extremos, que se preservan como patrimonio del pasado ferroviario y pasaron a ser parte del Parque de la Estación, uno hacia Agüero, establecido como el escenario del anfiteatro y el otro sobre Gallo, al igual que las dos arcadas, la de Agüero y la de Díaz Vélez, arco de entrada al ex playón de Expedición de Cargas, que hoy se encuentra en el lugar.
 La actividad en los galpones de la Estación Once a principios del siglo XX  se asocia al mundo del trabajo del ferrocarril y sus estaciones terminales, eran las puertas de entrada a las ciudades, no sólo para quienes llegaban en tren, sino para la infinidad de mercaderías que arribaban a sus playones y depósitos y de allí al mercado consumidor. Un hormigueo de gente llevando y trayendo bultos, con un ir y venir de caballos tirando carros repletos de mercancías llegadas con el tren desde los más apartados confines.
Con motivo de pasar este galpón a ser parte de la infraestructura del Parque de la Estación, fue reciclado a nuevo, renovadas sus estructuras, limpiadas sus tejas y reforzadas sus apoyaturas, así como también sus claraboyas vidriadas fueron renovadas con vidrio doble.
Reacondicionadas sus paredes laterales y sus portones corredizos originales, instalándose en su interior sanitarios y distintas dependencias destinadas a un nuevo uso al servicio de la cultura y el deporte, además de un vivero interior con fines educativos y de reposición de especies autóctonas, claro está, ya que este último principio fue esquivo a la hora de seleccionar las especies que hoy cubren plazas, parques y el propio arbolado porteño.

                                                          Miguel Eugenio Germino

Fuentes:
-Museo Nacional Ferroviario Raúl Scalabrini Ortiz de Bs. As.
-http://elarcondelahistoria.com/inauguracion-de-la-estacion-%C2%93plaza-once%C2%94el-ferrocarril-oeste-de-buenos-aires-581896/
 -http://www.wikiwand.com/es/Ferrocarril_Domingo_Faustino_Sarmiento
-http://wwwcronicaferroviaria.blogspot.com/2014/08/la-historia-de-nuestro-
 primer.html





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