Carlos Bozzi: Abogado Sobreviviente
LA NOCHE DE LA CORBATAS
Fue ésta otra de las violentas y negras noches de la dictadura cívico-militar instaurada en 1976, como también lo fueron “La noche de los lápices”, “La noche de los bastones largos”, “El apagón de Ledesma” …y tantas noches más en la larga lista de crímenes infames.
En aquella Noche de las Corbatas fueron secuestradas once personas, en distintos procedimientos de los nefastos “grupos de tareas”, entre ellas siete prestigiosos abogados marplatenses del fuero laboral.
Confinados en La Cueva, un viejo radar de la base aérea convertido en cárcel clandestina, a escasos 12 kilómetros de la ciudad de Mar del Plata, algunos fueron torturados hasta la muerte como el Dr. Centeno; otros continúan aún hoy desaparecidos.
LOS HECHOS
Entre la noche del 6 y la madrugada del 8 de julio de 1977 fueron secuestrados, entre otros, los letrados laboralistas Norberto Centeno, Salvador Manuel Arestín, Raúl Hugo Aláiz, Camilo Ricci, Carlos Bozzi, y Tomás J. Fresneda. A ellos se agregarían el Dr. José Candeloro y su esposa Martha García, secuestrados el 13 de junio en Neuquén, y llevados a Mar del Plata. Además se secuestró a la esposa de Fresneda, Mercedes Argañaraz, embarazada de cuatro meses, a María Esther Vázquez de García, a su esposo Néstor Enrique García Mantica, y a José Verde y su esposa.
El “viejo radar” de la Fuerza Aérea donde estuvieron encerrados, estaba al costado de la base, a poco más de 11 kilómetros de Mar del Plata, y era conocido como La Cueva.
Todos fueron torturados y sólo sobrevivieron Ricci y Bozzi, Martha García ─esposa de Candeloro─, Julio Verde y su esposa. El Dr. Centeno murió en la mesa de torturas y su cuerpo fue arrojado en un camino vecinal; el resto permanece en calidad de desaparecidos.
Esta orgía de sangre fue denominada por los propios represores como “La noche de las corbatas”.
El Dr. Carlos A. Bozzi (25 años) había sido titular del Centro de Estudiantes de Derecho de la Universidad Católica local en 1973, y militaba en la Juventud Peronista.
El Dr. Norberto Centeno (60 años) era uno de los más prestigiosos abogados laboralistas de la ciudad. Había sido el artífice de la Ley de Contrato de Trabajo 20.744, era peronista ortodoxo y militante de la resistencia de los años 50.
El Dr. Jorge Candeloro (socio de Centeno) estaba en la mira de los militares por su conocida trayectoria de izquierda.
El Dr. Tomás Fresneda se encargaba de las presentaciones de habeas corpus, por las numerosas desapariciones, además de defender los derechos de los trabajadores.
Todos eran un estorbo para el accionar de la dictadura y para el plan económico de Martínez de Hoz.
EL MOMENTO POLÍTICO-SOCIAL EN MAR DEL PLATA
Hacia 1977 el manejo de la represión en esa ciudad estaba a cargo del entonces Coronel Alfredo Manuel Arrillaga, Jefe de la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea 601. El comodoro Ernesto Alejandro Agustoni era entonces Comandante de la Base Aérea, y fue quien cedió al ejército el uso de las instalaciones del radar.
Ya desde años atrás, antes del golpe del 24 de marzo, existía en la zona una feroz e indiscriminada persecución política, especialmente en la Universidad Católica, donde alumnos, profesores y autoridades eran objeto de intimidaciones y secuestros, como ocurrió en 1975 con la Decano de Humanidades, María del Carmen Maggi, o con la estudiante María Dolores Muñiz Etchemoun, el 17 de marzo de 1976.
El índice de secuestros en Mar del Plata entre 1976 y 1977 superaba el promedio nacional; se promovieron desde los focos de poder enfrentamientos entre los sectores estudiantiles antagónicos de la combativa CNU (Concentración Nacionalista Universitaria) y la Tendencia Universitaria de la JUP, todo con fines desestabilizadores.
Antes del golpe era perceptible cuál sería la “pata” civil de la dictadura, que finalmente dejó al descubierto el carácter cívico-militar de la misma.
“LA CUEVA” DE LA BASE AÉREA MAR DEL PLATA
La Cueva, dentro de la Base Aérea Mar del Plata, ubicada en la Ruta Nacional Nº 2 y lindante con el aeropuerto, funcionaba como centro de detención clandestina. Es una construcción subterránea sobre la cual se encuentra la torre de un viejo radar. Exteriormente es un montículo de tierra de forma trapezoidal con una entrada casi a ras del suelo. Se ingresa descendiendo unos quince escalones que desembocan en un pasillo. A mano derecha se encontraba la sala de máquinas, que fue utilizada como recinto de torturas, y contiguos a ella se ubicaban la cocina y el baño. A la mano izquierda había seis recintos de diferentes dimensiones, que fueron usados como precarias celdas, dos de ellos no tenían puertas que dieran al pasillo.
El lugar hoy ha sido reformado, y se utiliza como polvorín auxiliar.
UNA LIBERACIÓN Y EL INTENTO DE INCRIMINAR A MONTONEROS
El descubrimiento de la maniobra de “liberación” surge del mismo testimonio del Dr. Carlos A. Bozzi, que relata su peripecia el día de la liberación:
“Vendado y atadas las manos, me introducen en el baúl de un automóvil, el cual es interceptado por una patrulla militar en el camino que une el acceso a la Ruta 2 con la localidad de Santa Clara.”
“El auto frena bruscamente, escucho al conductor exclamar: ‘La puta, ¿qué mierda es esto?’, abren las puertas, hay tiros, corridas y muchos silencios.”
“En determinado momento percibo movimientos cercanos a la rueda trasera izquierda, cuatro disparos, un golpe de algo que cae en el asiento trasero y tres quejidos. Soldados me sacan del baúl y ya sin vendas en los ojos un oficial, Itaka en mano me comunica que en el coche hay ‘dos muertos.’"
“La claridad de la noche y las lejanas luces de la Ruta 2 me permitieron observar el automóvil -un Ford Falcon- con el parabrisas y la luneta destrozadas por los balazos, las cuatro puertas abiertas, soldados yendo y viniendo y un ánimo de confusión y desconcierto en los protagonistas.”
Gracias al Licenciado Alejandro Inchaurregui, designado perito forense por la Cámara Federal de La Plata en varias causas de búsqueda de personas, se pudo establecer que los dos muertos eran estudiantes universitarios secuestrados el 28 de junio de 1977 en la ciudad de La Plata y trasladados desde el Centro Clandestino La Cacha para ser eliminados en ese fatídico camino. Otros sobrevivientes los vieron allí, días antes, a kilómetros de Mar del Plata, encapuchados y maniatados.
El enfrentamiento había sido fraguado. El diario La Capital decía en la portada de esa fecha: "Armas secuestradas: Los tripulantes del Ford Falcon tenían en su poder dos revólveres calibre 32, una pistola 22 y un fusil, así como numerosos proyectiles... Habría confesado uno de los abatidos: En el comienzo de la crónica se informa que uno de los delincuentes que viajaban en el Ford Falcon, al iniciarse el tiroteo, emprendió la huída hacia el campo. Entonces, mientras protegía su fuga a balazos, cayó herido.”
Al parecer, el oficial a cargo del operativo le tomó declaración. En esa oportunidad se habría confesado jefe del grupo actuante, señalando que pertenecía a la denominada organización Montoneros. También habría dado a conocer trascendente información que permitiría en las próximas horas nuevos procedimientos.
Para la cobertura del diario, la "operación liberación" fue una noticia impactante y auspiciosa, no sugiere ninguna sospecha en las supuestas declaraciones hechas por el extremista herido, que en pocos minutos dejó de existir.
Agregó el Dr. Bozzi: “Lo cierto es que en una misma acción las fuerzas represivas sumaron: una liberación, le atribuyeron mi secuestro a Montoneros, mataron secuestrados, recuperaron el automóvil del Dr. Centeno, reforzando la teoría de que también había sido muerto por dicha organización, y se vendió la operación como un éxito de las fuerzas legales.”
Esto que ahora puede parecer hasta absurdo, era la moral y la confusión que prevalecían entonces.
Se dijo que los archivos del Diario La Capital de Mar del Plata correspondientes a esa fecha se han perdido por inundaciones o incendios, pero alguien conservó un ejemplar de la edición de ese día para hacerla valer en el juicio, en la mejor de las intrigas cinematográficas, el crimen difícilmente quede impune.
LOS TORTURADORES
El Coronel Pedro Alberto Barda era el comandante a cargo de la Subzona XV, dentro del sistema represivo del Primer Cuerpo de Ejército. Nacido en 1920, egresó del Colegio Militar de la Nación en 1947 y pasó a retiro en 1981. Era el responsable de los distintos campos de concentración que funcionaban en Mar del Plata, como el de La Cueva, el de la Base Naval, el de la Comisaría 4ª, el Destacamento de Batán, y el Destacamento de Suboficiales de Infantería de Mar.
Barda había sido indultado por el ex presidente Menem. Recientemente fue detenido y procesado por el Tribunal Oral Nº 1 de Buenos Aires, y trasladado a dependencias del Tribunal Federal de Mar del Plata.
El General Alfredo Manuel Arrillaga era uno de los más brutales represores militares. Además actuó en la Guerra de Malvinas y en el sanguinario aplastamiento del intento hecho por civiles de tomar La Tablada, durante el gobierno de Alfonsín. Cumplió tareas en la Jefatura del Ejército hasta 1990, cuando pasó a retiro. Actualmente se encuentra procesado y detenido en Mar del Plata, implicado en distintos hechos de secuestro y desapariciones en esa ciudad.
El Suboficial de la Fuerza Aérea Gregorio Rafael Molina fue sub-jefe de la Base Aérea donde funcionó La Cueva. Era el encargado de torturar a los detenidos. Se le imputan las muertes de los abogados Norberto Centeno y José Candeloro. De aquella Base también despegaban aviones cargados de detenidos, “que luego regresaban vacíos”.
Molina es el primer condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad cometidos en Mar del Plata durante la última dictadura cívico-militar.
Miguel Eugenio Germino
FUENTES
-http://www.lafogata.org/003arg/arg7/ar_noche.htm
-http://www.lanochedelascorbatas.netfirms.com/introducción.htm
-http://www.pagina12.com.ar/diario/universidad/10-22565-2003-07
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