Ha muerto Antonio Domingo Bussi, un genocida que nunca se arrepintió de sus pecados, más aún, se jactó sin empacho que volvería a repetir su accionar criminal.
Murió sin pagar por sus delitos de lesa humanidad.
Difícil es tener piedad --incluso ante la muerte-- por quien no tuvo la mínima compasión con los prisioneros capturados clandestinamente, a los que no les permitió la mínima defensa en un juicio justo, ya que lo hacía en nombre del Estado.
se extrenó en el espiral criminal en Tucumán, con el Operativo Independencia, (en épocas de Isabel) un refinado laboratorio represivo del Terrorismo de Estado.
volvió a Tucumán en 1976, como interventor de la Dictadura Militar, donde continuó con fu faena asesina, y hasta llegó a ser ya en democracia, gobernador electo --inexplicablemente.
No pagó por sus culpas, ni llegó a estar encarcelado, fuera de su domicilio u hospitales, solo vagó pretendiendo dar lástima en silla de ruedas por los pasillos judiciales.
Recluido ultimamente en Tucumán al amparo de sus antiguos amigos de la oligarquía azucarera, donde amasó grandes fortunas a expensas de sus sucios servicios prestados.
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