BARAJAR Y DAR DE NUEVO
LA PLACITA CERCADA |
Como en el juego de naipes, así piensan dirimir el futuro de la placita del barrio construida por los vecinos y que lleva el nombre del militante asesinado por la Triple A Julio César Fumarola.
Dos
grandes cartelones en ambos accesos, anuncian su inminente reconstrucción, por
la nada módica suma de casi $ 1.200.000. En el vecindario surge con razón la
pregunta: ¿Hace falta tanto dinero “para poner en valor” –como gustan
expresar las autoridades locales–, una
plaza de las pequeñas dimensiones como es la ésta?
Qué
haría falta: dos o tres árboles más, un nuevo juego, dotarla del agua de riego
y acondicionar la pequeña canchita multiuso. Para eso no se necesitan más de un
millón de pesos, se puede hacer con menos de la mitad y aun sobra dinero.
¿Qué hay
entonces en esta licitación, realizada a espaldas de la Comuna, que es el
organismo que entiende a materia de espacios verdes del barrio?
Lo que
sí hace falta es un adecuado mantenimiento diario, limpieza, apertura y cierre
del predio así como que reglamenten el ingreso de perros, para los que hay un
canil, que no se usa.
Es
necesario que el Gobierno local le clarifique al vecindario y a sus
instituciones vecinales el por qué de tan abultado monto para llevar a cabo las
refacciones. El barrio quiere saber de qué se trata, ya que las obras se hacen
con el dinero de los impuestos que pagan y que no son poca cosa, a los que ahora se suma un impuestazo del ABL.
Es
preciso controlar y preservar los dineros públicos locales ya que hay muchas otras
insuficiencias que deben repararse en la zona, como ser centenares de veredas
rotas, falta de rampas en las esquinas, arbolado urbano, iluminación y, por
sobre todo, que mejore la limpieza ya que al momento es más que deficiente. Los
vecinos pensamos que la cuestión no es “barajar y dar de nuevo”, sino hacer los
arreglos necesarios sin tanta pompa publicitaria. Y que tal renovación sea realmente
efectiva y coloque a la placita en el estado óptimo que debe estar para el uso
del barrio.
Así
sería justicia, lo contrario encubriría
otros fines ajenos a la obra que hoy se pretende realizar.
Algo más, los carteles hablan de 90 días, que
no es un plazo corto. Pero como los plazos no se cumplen, se suma otra fuente
de preocupación para los vecinos, ya que en otra plaza del barrio, la “Primero de Mayo”,
el gobierno no respetó el plazo establecido para su terminación.
Consejo de Redacción
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