Delia Garcés
Dama de la escena
Delia Amadora García nació el 13 de octubre de 1919; chispa de
humor, plasticidad de gestos y movimientos que encantaron al público.
Estudió en el Conservatorio Nacional. Su debut fue en el Teatro Cervantes en los tiempos de
la comedia nacional. Trabajó en teatro, radio, televisión (en un ciclo de “Lo
mejor de nuestra vida, nuestros hijos”) y fue una de
las máximas estrellas del cine de oro argentino.
“Creo que he sido una
actriz correcta”, afirmó sobre sí misma.
En 1937 con la película “Segundos afuera”, se
inició en el cine argentino; le siguieron “La vida de Carlos Gardel” (1939), “Veinte
años y una noche” (1941, junto al galán español Pedro López Lagar, dirigida por Alberto de
Zavalía), “La maestrita de los obreros” (1942), “Casa de muñecas” (1943),
“La
dama duende” (1944), “Rosa de América” (1946), “El
otro yo de Marcela” (1950), entre muchas otras.
En México filmó junto a Arturo de Córdova la película “Él” (1952), dirigida por Luis Buñuel.
Trabajó también con éxito en España y Francia.
Su marido, el director Alberto
de Zavalía, la dirigió en 11 de los 23 films que protagonizó.
Su últimos trabajos fueron sobre las tablas,
en el Teatro Odeón y en el Teatro General San Martín integrando la
Comedia Nacional hasta 1966 en Otra vuelta de tuerca, El otro yo
de Marcela, Santa Juana de Bernard Shaw, El
cuarto en que se vive de Graham Greene y
su labor cumbre: El jardín de los cerezos de Antón Chéjov,
dirigida por Jorge Petraglia, que marcara su adiós definitivo a los
escenarios porteños.
En 1982 Delia recibió el premio Leopoldo Torres Nilson, un
galardón por su trayectoria y aportes al cine nacional. Se incluía 15 años de
trabajo en el Fondo Nacional de las Artes, películas de calidad y su amor al
teatro.
En octubre de 2001 fue merecedora del primer
Premio ACE de Platino a la trayectoria por
la Asociación de Cronistas del
Espectáculo, falleciendo dos semanas después del evento, el 7
de noviembre de 2001, por complicaciones cardíacas.
Delia Garcés
representó en América latina talento, ternura y picardía, con sus ojos
soñadores era una estrella entre soles y lunas del espectáculo. Una enorme
actriz para los clásicos de la comedia, cine y teatro, y una cualidad muy
particular: dulzura para los géneros poesía y la narración con toda la
profundidad del ser humano.
Brilló en diferentes disciplinas artísticas, interpretando
heroínas y evocando poetas con los matices que supo manejar con la suavidad de
su voz, agregando a su perfil elegancia y serenidad en sus humildes actitudes
entre sus pares.
Natan Blum
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