Colombia
interrumpe la salida del infierno
DUQUE ASUME LA PRESIDENCIA EN UN PAÍS EN LLAMAS |
Con la ayuda externa de la Cruz Roja
y del Papa Francisco, Colombia había emprendido un camino de salida del
infierno que tenía el ambicioso objetivo de concluir una guerra civil que
desangraba al pueblo colombiano desde hacía décadas. De la mano de un
presidente conservador como Santos, las conversaciones habían fructificado en
un pacto donde las viejas formaciones terroristas dejaban la lucha armada y se
integraban al sistema político.
El plebiscito fallido y el cambio de
gobierno sumaron dos escollos importantes. La asunción del nuevo presidente,
sumó un soldado más fiel a Washington que su antecesor. Gustavo Petro no ve con buenos ojos el pacto firmado con Santos y se propuso revisarlo. Mientras tanto, los ex guerrilleros de la FARC son hostilizados y su reinserción a la vida civil se
hace cada día más complicado.
Como si esto fuera poco, Petro ya se
alineó con el eje neoliberal que ahora domina a nuestro continente. La
creciente impopularidad de Temer y de Macri no asusta al nuevo mandatario. Sus
objetivos van más allá de cualquier encuesta de imagen. Lo importante es
proteger, al precio que sea, la renta de las familias poderosas del país,
esquema que repiten sus pares de Brasil y Argentina.
Frente a esta perspectiva, el futuro
luce oscuro y abrumador. Las víctimas de estos esquemas son siempre los
trabajadores y los desposeídos. Y en el caso colombiano, a la pobreza económica
se le puede sumar un regreso de la violencia, que repercute siempre sobre un
pueblo inerme y triste.
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