miércoles, 1 de agosto de 2018

VENDEDORES AMBULANTES DE PLAZA ALMAGRO


“La Plaza Almagro está triste”
Desalojaron a los vendedores ambulantes




Desde hace ya dos meses el barrio extraña a los vendedores (que se autotitulan “feriantes”), vecinos de ingresos bajos y jubilados que todos los fines de semana instalan sus puestos alrededor de la Plaza Almagro, y que fueron desalojados por la Dirección de Espacio Público del GCABA.
Primera Página realizó una entrevista a dos vecinos del barrio, Adela y Rubén, ambos jubilados, que habitan un modesto departamento en la planta baja de uno de los tantos edificios del barrio.
Gente de trabajo, “no se puede vivir de una jubilación mínima, los ingresos de los fines de semana nos ayudan a pagar los altos costos fundamentalmente de las tarifas que volaron a las nubes…” opina Rubén, que se encarga de restaurar zapatos para la reventa.
Adela teje bufandas que vende a precios moderados, y comenta: “todos los que estábamos en la plaza, vendiendo productos de elaboración propia o restaurados, no vendemos cosas nuevas, ya que no queremos molestar a los comerciantes de la zona, con los que tenemos una buena relación. Vivimos apretados pero dignamente, en la plaza somos aproximadamente 120 familias, muchos con hijos a los que hay que mantener, vestir y educar”.
En el lugar se venden libros, ropa y objetos usados en buen estado, así como también obras de arte y artesanías alrededor de la feria que está instalada desde hace 20 años.
Creen que hacen una buena contribución al reciclado y un beneficio al medio ambiente, muy en boga en la actualidad en países europeos, por ser de utilidad en una sociedad consumista, que muchas veces desecha cosas aun en buen estado.
 En otros lugares, como por ejemplo Parque Centenario, les permiten comerciar cobrándoles $ 150 por día, y en Parque Los Andes $ 50, dineros administrados por punteros partidarios, como salvaguarda para que no “los corran y les incauten la mercadería”.
Golpearon todas las puertas posibles, de la Comuna, de la Legislatura y del Municipio, pero sin resultado, la explicación es siempre la misma: que deslucen el espacio público; como si ganarse la vida dignamente fuera deslucir a alguien.
Mantienen una buena relación con los vecinos, de los que no tienen quejas, inclusive algunos les acercan algunas mercaderías para que vendan; y también son solidarios con los indigentes que hoy abundan.
Pero a la hora de la verdad son acosados por varios funcionarios, que llegan a veces con la policía para desalojarlos, sin que opongan resistencia, ya que son gente de paz que aspira a que le brinden un lugar y si es posible un puesto donde instalarse y abonar un canon moderado, que podría utilizarse para mejorar la que por el momento es la única plaza del barrio de Almagro.
No pretenden apropiarse del espacio público, que tampoco es patrimonio personal de quienes tienen el deber de administrarlo con justicia y equidad para mejorar la calidad de vida de los vecinos, que pagan sus impuestos, ellos solamente pretenden quedarse en Plaza Almagro y seguir trabajando en el barrio al que pertenecen en su gran mayoría.

                                      Eleonora Ríos




La plaza es de todas y todos






Los vecinos del barrio usamos nuestra plaza: algunos van a correr, otros a hacer ejercicios, también nos gusta sentarnos al sol a leer y tomar mate, pasear nuestras mascotas y llevar nuestros niños a la calesita los sábados y domingos, además nos gustaba recorrer los puestos de artesanos y vendedores ambulantes.
Encontrábamos cosas usadas a buen precio y algunos comprábamos, ya que no todos podemos hacerlo en el shopping. Había algunas artesanías novedosas, similares a las prohibitivas de la calle Libertad, había libros y antigüedades, era una práctica social entretenida y saludable.
Los vendedores compartían mate y comidas sin perjudicar a nadie, hacían sus pocos mangos para completar sus ingresos. Para ellos la plaza era su lugar en el mundo, allí, bajo el sol, el frío o el calor siempre al pie del cañón.
Pero un mal día llegaron los “inspectores” y todo se acabó: “Aquí no vienen más. Se acabó”. Los porqué y las excusas no faltaron: “que es ocupación del espacio público”…
A quién se le ocurre pretender ¡desde hoy no comerás más!, sin embargo algunas mentes egoístas están contentas, gente insensible a los que no les importa “el otro”.
Mas en este momento tan crítico, con tarifazos, bajos salarios y con los alimentos por la nubes, ¿qué hacer cuando uno se queda sin laburo y no tenés posibilidad de encontrar otro?
Los vecinos solicitamos que puedan volver los vendedores, para que puedan continuar llevándose un mango para el puchero dignamente.
¡¡¡Que las autoridades escuchen: ¡Sólo quieren trabajar!!!









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