“La Plaza Almagro
está triste”
Desalojaron a los vendedores
ambulantes
Desde hace ya dos meses el
barrio extraña a los vendedores (que se autotitulan “feriantes”), vecinos de ingresos bajos y jubilados que todos
los fines de semana instalan sus puestos alrededor de la Plaza Almagro, y que
fueron desalojados por la Dirección de Espacio
Público del GCABA.
Primera Página realizó
una entrevista a dos vecinos del barrio, Adela y Rubén, ambos jubilados, que
habitan un modesto departamento en la planta baja
de uno de los tantos edificios del barrio.
Gente de trabajo, “no
se puede vivir de una jubilación mínima, los ingresos de los fines de semana nos ayudan a pagar los
altos costos fundamentalmente de las tarifas que volaron a las nubes…” opina
Rubén, que se encarga de restaurar
zapatos para la reventa.
Adela teje bufandas que vende a precios moderados, y comenta: “todos los que estábamos en la
plaza, vendiendo productos de elaboración propia o restaurados, no vendemos
cosas nuevas, ya que no queremos molestar a los comerciantes de la zona, con
los que tenemos una buena relación. Vivimos apretados pero dignamente,
en la plaza somos aproximadamente 120 familias, muchos con hijos a los que hay
que mantener, vestir y educar”.
En el lugar se venden libros, ropa y objetos usados en buen
estado, así como también obras de arte y artesanías alrededor de la feria que
está instalada desde hace 20 años.
Creen que hacen una buena contribución al reciclado y un
beneficio al medio ambiente, muy en boga en la actualidad en países europeos,
por ser de utilidad en una sociedad consumista, que muchas veces desecha cosas
aun en buen estado.
En otros lugares, como por ejemplo Parque Centenario, les permiten comerciar cobrándoles $ 150 por día, y en Parque Los Andes $ 50, dineros
administrados por punteros partidarios, como salvaguarda para que no “los
corran y les incauten la mercadería”.
Golpearon todas las puertas posibles, de la Comuna, de la
Legislatura y del Municipio, pero sin resultado, la explicación es siempre la misma: que deslucen el espacio público; como si ganarse la vida dignamente fuera deslucir a alguien.
Mantienen una buena relación con los vecinos, de los que
no tienen quejas, inclusive algunos les acercan algunas mercaderías para que
vendan; y también son solidarios con los
indigentes que hoy abundan.
Pero a la hora de la verdad son acosados por varios
funcionarios, que
llegan a veces
con la policía para desalojarlos, sin que opongan resistencia, ya que son gente de paz que aspira a que le brinden un
lugar y si es posible un puesto donde instalarse y abonar un canon moderado,
que podría utilizarse para mejorar la que por
el momento es la única plaza del barrio
de Almagro.
No pretenden apropiarse del espacio público, que tampoco es patrimonio personal de quienes tienen el deber
de administrarlo con justicia y equidad para mejorar la calidad de vida de los vecinos, que pagan sus impuestos, ellos solamente pretenden quedarse en Plaza
Almagro y seguir trabajando en el barrio al que pertenecen en su gran mayoría.
La plaza es de todas
y todos
Los
vecinos del barrio usamos nuestra plaza: algunos van a correr, otros a hacer ejercicios, también
nos gusta sentarnos al sol a leer y tomar
mate, pasear nuestras mascotas y llevar nuestros
niños a la calesita los sábados y domingos, además
nos gustaba recorrer los puestos de artesanos y
vendedores ambulantes.
Encontrábamos
cosas usadas a buen precio y algunos comprábamos, ya que no todos podemos
hacerlo en el shopping. Había algunas artesanías
novedosas, similares a las prohibitivas de la calle Libertad, había libros y
antigüedades, era una práctica social entretenida y saludable.
Los vendedores compartían mate y
comidas sin perjudicar a nadie, hacían sus pocos mangos para completar sus
ingresos. Para ellos la plaza era su lugar en el mundo, allí, bajo el sol, el
frío o el calor siempre al pie del cañón.
Pero un mal día llegaron los
“inspectores” y todo se acabó: “Aquí no vienen más. Se
acabó”. Los porqué y
las excusas no faltaron: “que es
ocupación del espacio público”…
A quién se le ocurre pretender
¡desde hoy no comerás más!, sin embargo algunas mentes egoístas están
contentas, gente insensible a los que no les
importa “el otro”.
Mas
en este momento tan crítico, con tarifazos, bajos
salarios y con los alimentos por la nubes, ¿qué
hacer cuando uno se queda sin laburo y no tenés posibilidad de encontrar otro?
Los vecinos solicitamos que
puedan volver los vendedores, para que puedan continuar llevándose un mango para
el puchero dignamente.
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