Fuerza,
expresión y personalidad al servicio del 2x4
“Me gustan las cosas fuertes,
con ´r´: Soy una cantora, una obrera del tango, una mujer pegada al pavimento.
Mi oficio es el tango, yo sé hacer tango”. Así se define –con
contundencia y pasión– Patricia Malanca, reconocida habitante de Balvanera, que viene pisando cada vez
con más fuerza en la escena del 2x4. Nacida y criada en Avellaneda, en un
ámbito obrero y fabril, y definitivamente tanguero, comenzó a cantar tango a
los diez años, en los actos escolares. Tomó contacto con el género a través de
su padre, fanático de la música ciudadana. Fue su maestro de música quien
descubrió las enormes dotes que ofrecía su voz.
Malanca destila carácter y carisma.
Pone el cuerpo en cada interpretación, se entrega, da todo de sí. Brilla y
logra conmover porque transmite todo el abanico
de sentimientos que trasunta el tango. Su rostro, su voz, sus gestos, nos cuentan una historia que nosotros le creemos indefectiblemente.
“Yo podría cantar tango for export
en los locales para turistas pero decido calzarme los guantes, el pico, la pala
y ponerme a hacer metafóricamente pozos dentro de la tierra para entender cómo
se fusionaron diferentes historias, diferentes etnias para dar origen al tango
y así poder crear una música nueva, siempre vinculada al tango. Por eso, no me
quedo con lo viejo, no recorro habitualmente el repertorio clásico sino que
trato de ser una artista que se identifica con su época y canta a autores de su
época. Mi último disco es una muestra de eso. Se trata de ese tango sucio, ese
tango maldito, contestatario, que siempre va a estar del lado de la gente, que
lo escucha cómplice”,
explica la cantante.
En 2013 lanzó su primer
disco, La Malanca, una inmejorable
carta de presentación y una obra conceptual donde se hilvanan tangos clásicos
con tangos contemporáneos de autores jóvenes como Diego Baiardi y Martín
Elizalde –Daría, Lo que se ha perdido y Más cielo–. La señal distintiva de la placa son los arreglos originales que
presenta. Entre los clásicos figuran Romance
de barrio, Nunca tuvo novio, Una canción
y El último café –en una versión desgarradora al igual que Daría–.
El segundo trabajo llegó en
2014: Aunque nadie te vea nunca conmigo.
Constituía un proyecto riesgoso, que representaba un gran desafío: versionar
algunos de los más celebrados temas de Silvio Rodríguez en clave de tango.
Malanca se considera “parida en la era de Silvio”, se recuerda adolescente
escuchando extasiada sus canciones, que cuestionaban todos los mandatos
culturales. Para la realización del disco se seleccionaron los temas más
vinculados con la identidad urbana de las historias del tango. Clásicos como Te doy una canción, Quien fuera, Canto arena,
Historia de la silla son ejecutados
por la Orquesta La Tangueando a Silvio Rodríguez. El productor artístico fue
Martín Elizalde. Malanca salió airosa de la experiencia, la cual contó con la
total aprobación del trovador cubano.
Finalmente, en 2016 editó Bucles. 4 Historias de amor y 11 Tangos
desesperados, su tercer CD. El nombre hace referencia a la necesidad del cambio,
del movimiento en el tango. En el disco participaron el LHN Trío y figuras
descollantes del género como Hernán Cucuza Castiello, Dolores Solá, Acho Estol
y el Tape Rubín. La mayoría de los tangos son contemporáneos salvo cuatro
tradicionales. Hay dos temas compuestos por Malanca: Bucles –con Mariano
Heler– y Milonga de frases hechas –con Leandro Nikitoff–,
un tango ocurrente y divertido. El dato a destacar es que la productora
ejecutiva fue la propia cantante para Epsa Music.
El tango que da título al
álbum y que Malanca interpreta con infinita gracia, alude a la mujer de hoy: “Entre
Nunca tuvo novio –la
mujer dominada por el patriarcado– y Alma de loca –la copera, la prostituta– canto Bucles, que se refiere a una mujer que es absolutamente dueña de su destino,
no está esperando al príncipe ni está prostituyéndose sino que es una mujer que
decide, sale a trabajar, elige qué quiere, si estar con alguien o no”, comenta la cantante.
Psicóloga y militante
social, hace algunos años coordinó un servicio del gobierno porteño para ayudar
a la gente en situación de calle, a la cual le cantaba tangos en las madrugadas.
Su compromiso para vincular el arte con lo social es permanente. De hecho, en
la actualidad conduce el programa musical Gotan
Tropic –que mezcla tango
con el género tropical– en
Urbana TeVé, el canal de la Villa 31.
En este momento está
escribiendo letras y grabando su cuarto CD, que ganó el Premio del Fondo
Nacional de las Artes. Es un proyecto experimental de fusión de música griega
con tango, que se va a llamar Grecotango,
en el cual va a haber seis tangos cantados en griego. Malanca actuó en Grecia
en dos ocasiones y en julio va a volver a ese país para editar su disco.
“El tango me eligió a mí, es
como los rulos con los que nací. Un tiempo después de empezar a cantar, yo ya
abrazaba el tango de la misma manera que abracé mis rulos, los asumí, los
acepté y acepté que el tango era parte de mi identidad. En vez de resistir y
pelearme con todo lo que era, lo asumí y lo defiendo. Defiendo mi identidad que
tiene que ver con todo ese paisaje que construyó una tanguera: los suburbios,
las orillas, el pasto, los trenes, las zonas fabriles. Ya está, es así, soy una
tanguera”, jura y
perjura la cantante como si hiciera falta.
Laura Brosio
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