Nuevas variantes para atacar
a Venezuela
La oleada conservadora en América latina está en su apogeo y
en su momento más exitoso. Quedan pocos gobiernos populistas en la región y el
objetivo es que no quede ninguno. Sobreviven Evo Morales en Bolivia, tal vez el
más entero aunque sin posibilidad, por ahora, de
reelección y Venezuela, el más atacado y también el más resistente.
El gobierno de Maduro resultó un hueso duro de roer. Atacado
por varios flancos, parecía inminente su caída, pero no cayó y el movimiento
opositor que estuvo a punto de lograr su objetivo, hoy se diluye y deshilacha
frente a un chavismo que recuperó el control de la calle y del país.
Tal vez por eso, un Occidente que ya saboreaba un triunfo cercano, se ve obligado a retomar la ofensiva económica
y diplomática sobre el gobierno de Maduro. El
primer objetivo es lograr instalar la idea de default venezolano. La propuesta
de reestructuración de deuda del país caribeño fue tomada casi como una
declaración de cesación de pagos y así hacia allí
fueron los tiburones del capital sedientos de sangre. Pero el respaldo de Rusia
y de China al país latinoamericano frustró una ofensiva financiera prometedora.
Es entonces que entra a jugar la moralina occidental
amparada en los derechos humanos, esos mismos que no lograron defender cuando
las dictaduras asolaron nuestro continente en los 70. Ahora se acordaron que el
movimiento opositor en las calles fue reprimido, aunque evitan tener en cuenta
que la violencia vino de ambas partes y que varias de las muertes tuvieron
autoría dudosa. Allí van ahora las cortes internacionales buscando ganar en los
tribunales lo que se les escapó en las calles.
Con fuerte decisión política, y con una Constitución reformada que le dio un sólido andamiaje,
Venezuela sobrevive y le enseña al resto de la región que si los cambios no van
acompañados de un aparato político y constitucional que los ampare, son
efímeros y se esfuman ante el primer cambio de viento mundial.
Pablo Salcito
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