Vista del patio remodelado en el año 2003 |
Así quedó el patio tras las últimas reformas, sin conservar las características del original |
¡Campanea como el cotorro va quedando destrozado!
Con esa estrofa de “Viejo smoking”, (con cierta modificación) podríamos definir lo que ocurrió en la Casa Museo Carlos Gardel, como fue
bautizado el espacio donde vivió el Zorzal
Criollo en el Abasto. Después de un año de su inauguración me atreví a
volver a entrar, porque temía encontrarme con lo
que me encontré.
En un momento de gran crisis
económica y con un importante criterio de creatividad, en la gestión de Aníbal
Ibarra se inauguró ese lugar que había estado abandonado por años. Hubo que reconstruirlo,
recrearlo, sin desmerecer su esencia. Por eso se preservó el estilo de casa del barrio, con su patio, sus puertas cancel,
su pileta de lavar la ropa en el patio, su cocina, su cuarto de planchar. Fue
un trabajo serio, que no quiso caer en la melancolía, pero sí recrear una época, un
sentido y un estilo de Buenos Aires, que día a día desaparece, sobre todo en
esos años 90 que habían liberado la piqueta en el barrio del Abasto.
En la primera experiencia que la
Ciudad de Buenos Aires hizo del Presupuesto
Participativo, los vecinos del Abasto acompañaron por mayoría la recuperación de
ese sitio, votado por encima de necesidades más acuciantes, porque para ellos Gardel fue absolutamente
prioritario.
La situación actual, luego de una
reforma que nadie esperaba, pero que nadie
criticaría si se hubiera obrado de otra forma, es encontrarse con un lugar de
una asepsia terrible, donde se arrasó con todo vestigio de la casa, transformándola casi sin
criterio, o mejor dicho con el criterio que
impone un modelo cultural que quiere el despojo de toda señal o referencia con
nuestra cultura. Se acabó con una casa, con un
estilo, con marcas de barrio, de historias de nuestro pueblo, con una
conmemoración de lo perdido.
De su pasillo de entrada el
vandalismo de la gestión logró sacar la placa de
mármol que contenía los nombres de gestores y donantes que llevaron a adelante
la recuperación del espacio, además de todas las placas que en el patio rendían
homenaje al cantor, placas de las provincias argentinas y de otros países.
¡Triste destino! de una inauguración a los que los vecinos del barrio acudieron masivamente y a
una
reinauguración con choripán, a la que
no fue nadie. De una decisión del barrio, a una decisión impuesta.
Antolín Magallanes
No hay comentarios:
Publicar un comentario