EDITORIAL AL Nº 281 NOVIEMBRE
DE 2018
Sin pretender comparaciones calcadas, los hechos históricos se repiten
“primero
como drama, luego como farsa” (Georg Hegel, 1770-1831). El filósofo alemán decía que todos los grandes hechos y personajes
de la historia universal aparecen dos veces. Pero otro filósofo alemán, Karl Marx (1818-1883), le incorpora en su Dieciocho Brumario: “se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”.
Y así aparece
el papel que está jugando el presidente Macri, que
puede asemejarse mucho al de Pétain durante la invasión nazi a Francia, como garante de la “gobernabilidad” del ocupante nazi,
en aras de un supuesto menor sufrimiento del pueblo francés.
Hoy un nuevo fantasma recorre el mundo, aupado en la imagen de aquel “héroe
de Verdum”, el francés Philippe Pétain (1856-1951),
con la imagen de una América sometida dentro de un
mundo económica y socialmente subordinado al gran
capital internacional.
Argentina fue convertida así en un país económicamente ocupado por el FMI,
ya que perdió la soberanía económica, y embargó la soberanía política sometiéndose
también a su vez a los designios de otro ejemplar siniestro de la política internacional: Donald John Trump, político y empresario que maneja los asuntos
de Estado férrea, pero torpemente.
Joseph Goebbels (1897-1945)
–el “padre de la propaganda nazi”– creó 11 principios, que se pueden resumir así: “Crear un
enemigo único, cargándole sus propios errores, exagerándolos y vulgarizándolos,
repetirlos constante y masivamente, silenciando las cuestiones sobre las que no se tienen
argumentos, creando odios y prejuicios, hasta
unificar una opinión única. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente
de los individuos a los que va dirigida, con la ayuda de un blindaje
mediático”.
Sin embargo, al pretender aplicar con éxito
casi todos los 11 principios de la propaganda nazi de Goebbels, sumados al apoyo mediático local, el gobierno logra un blindaje que por el momento le alcanza
para mantenerse, aprovechando fundamentalmente la división del enemigo; a lo que se agrega
un adicional, la burla y el grotesco, que aunque risible pretende tomar por estúpido
al interlocutor despreocupado.
La mentira –ya naturalizada– alcanza límites
superadores, lo que resulta ¡¡¡peligroso!!!. Además se introduce la burla como método,
y el escaso entendimiento ciudadano tiende a no distinguir la realidad de la ficción
y en esa confusión galopa un gobierno que perdió totalmente la brújula.
Se instala la
parodia “de un gobierno de todos”, “en el que vamos juntos”, aunque esconde una solapada
lucha interna, cuyo objetivo final es el control absoluto del Poder Judicial; y ésa es la cuestión shakesperiana
que se
visualiza en la disputa –con apariencia de inocencia– entre Carrió-Lorenzetti-Garabano-Angelici, cuando
las encuestas en casi su totalidad marcan que más de un 75% de la sociedad ve con “malos ojos”
a una justicia sometida al Poder Ejecutivo y en descomposición, aunque sin poder desentrañar una salida.
Esta disputa esmerila
día a día la ya menguada figura presidencial, que también declina en las encuestas,
y no son pocos los factores de poder –como la Embajada de los Estados Unidos, aliada diplomática
del grupo Clarín, más el gran empresariado agroexportador– que ya “le soltaron la mano” y están en la búsqueda
de su reemplazante. Ya le sacaron a Macri todo lo que necesitaban hasta convertirlo
en material descartable.
Ente los anotados
los hay del oficialismo como de la pseudo oposición, y nombres al canto: Carrió
y Massa, como asiduos visitantes crónicos de aquella embajada, con aliados de lujo
que apoyaron todas las leyes propuestas por el gobierno y hoy intentan “despegarse”, a saber: Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti, Sergio Massa y Miguel Pichetto, convertidos
en “Los cuatro jinetes del Apocalipsis” (Apocalipsis: libro bíblico
que significa “descubrimiento” o “revelación”).
Los sucesos sociopolíticos
se dan a la velocidad del rayo, y cambian constantemente como antítesis de la versión
anterior –un principio Hegeliano no superado–. Así aparecen fenómenos como el “Caso Bolsonaro” en Brasil, que hilando fino
tiene explicación, como una profundización del macrismo en la Argentina, que incluye a los medios
en todas sus variantes e incorpora a las “modernosas” redes sociales.
Se produce así
una mezcla de irracionalismo
con esoterismo y ciertas tendencias religiosas de las más marginales, como la Iglesia
Universal del Reino de Dios (IURD) conocida como “Pare de sufrir”, una doctrina
con un vago sincretismo que toma elementos del evangelismo pentecostal, del catolicismo
popular y de los cultos afrobrasileños, especialmente del Umbanda, resignificados
en un sentido mágico y en una propuesta de “negocio con Dios”.
Así todo se traduce
a una conclusión que termina en un conformismo y resignación a soportar los males
y carencias actuales con la mira puesta en un supuesto futuro promisorio; claro está bajo
una creencia etéreo-religiosa, cuyo fin último es Dios, ¿pero cuál Dios?...
Lo que muestra
la falta de condiciones subjetivas en un electorado maleable que a futuro crea una
preocupación adicional y se convierte en un espejo preocupante en toda Latinoamérica.
Como corolario
basta un simple ejercicio de memoria
cotejando el estado de la gente entre octubre
de 2015 y octubre de 2018, actualmente con una inflación interanual del 40.5%,
97.000 puestos de trabajo perdidos (en especial
en la industria), miles de Pymes fundidas, con tarifas dolarizadas,
precios dolarizados, combustibles dolarizados pero con salarios y jubilaciones en
pesos devaluados, hoy convertidos en los “patacones” de los años 2001-2002 emitidos por ley
12.727 en la provincia de Buenos Aires, durante la gobernación
de Carlos Ruckauf, preludio del corralón de Felipe Cavallo,
otros dos “héroes” de la “Patria financiera”.
En este clima,
con más de 20 presos políticos, la Cámara de Diputados –vía extorsión a los gobernadores– logró la media sanción a un presupuesto inviable (que es el del FMI, que incrementó el crédito a
56.300 millones de dólares y el 88% entrará antes de las próximas elecciones), al cual –desgraciadamente– adhirieron algunos personajes que lucen
ropajes de opositores progres, sólo como disfraz.
Hasta la próxima
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