Hasta siempre, Enrique Samar
Despedimos a un gran amigo de los Pueblos Indígenas en Buenos Aires, el docente y director Enrique Samar, durante mucho tiempo a cargo de la Escuela 23 de Flores Sur. Su trabajo en dicho establecimiento fue pionero en el reconocimiento de las realidades plurinacionales de ese bastión del sudoeste porteño, habitado por diversas culturas originarias.
Deja un legado enorme. Por citar un ejemplo entre tantos, podemos referirnos a la Ley 1550 aprobada en la Legislatura Porteña que permite no asistir a clases a los alumnos y alumnas por el Año Nuevo de los Pueblos Originarios, reconociendo esa fecha el 21 de junio.
Sus restos fueron velados el 27 de febrero en Treinta y Tres Orientales 1071, Ciudad de Buenos Aires, a partir de las 17 horas hasta la medianoche. El reentierro fue el jueves 28 de febrero, en el cementerio de Chacarita, con una multitud presente.
El ejemplo de Enrique Samar seguirá iluminando, con su particular compromiso y alegría, el camino de todas las organizaciones y comunidades de Pueblos Originarios que luchamos por el cumplimiento efectivo de nuestros derechos.
La obra de Enrique Samar
Por Diana Lenton, antropóloga
En estos tiempos en que la infancia es territorio de toda clase de violencias e indignidades, la imagen de Enrique Samar se presenta luminosa y cálida. Siendo docente y director de la tan maltratada escuela pública, trabajó, luchó, reclamó, abrazó, denunció, contuvo, imaginó mil maneras de excederse del estrecho margen pautado por los formularios, para crear justicia. Esa justicia que tiene que ver con el trabajo docente diario y su reconocimiento, y más aun, con la reivindicación de la capacidad y la dignidad de todos los miembros de la comunidad educativa, comenzando por los alumnos y por el barrio. A quienes acompañó en el trabajoso camino de rescatar sus historias, sus orígenes, sus proyectos contrahegemónicos.
Y como no hay mejor manera de enseñar sobre empoderamiento y compromiso si no es con el propio ejemplo, este Director salía de su escuela 23 de Flores Sur para encarar a los gobiernos, y así es como le debemos al maestro Enrique la iniciativa que culminó en el establecimiento del feriado correspondiente al Año Nuevo indígena para los alumnos que participan de dicha celebración en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires. Y la lucha –compartida con Osvaldo Bayer entre otros- por el cambio de nombre de la plaza Virreyes por Tupac Amaru. Y la celebración pública del Inti Raymi en el ámbito escolar, así como su firme y documentada negativa a la ejecución del Himno a Sarmiento. Todo ello acompañado por una incansable inquietud por el mejoramiento de los contenidos educativos, que procuró a través de los talleres de lenguas originarias, de la publicación de bibliografía y del Suplemento “Miradas desde la Escuela Pública” del diario La Gaceta de Flores, de la promoción de la murga como herramienta para redescubrir capacidades y vocaciones, o del programa de Ajedrez en las escuelas, que –sin sorpresa alguna- fue ignorado por la actual gestión maleducativa de la ciudad.
Es honra de los hombres proteger lo que crece, decía Armando Tejada Gómez. Hoy sentimos que Enrique Samar honrosamente protegió a docentes y educandos, y posibilitó que nos acompañemos en nuestros respectivos crecimientos. Mi eterno agradecimiento por haber compartido con él algunos de los pasos de la vida.
Reconocimiento a Enrique Samar en noviembre de 2018.
Charla sobre educación intercultural en Punta Querandí, noviembre de 2015.
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