Entre la
naturalización, la fantasía, la mentira y la ficción, transita un gobierno que
sumió al país en un estado de parálisis total: política, social y económica. La permanente ficción, en los
últimos meses de gobierno, revela una vulgar reedición apócrifa del libro “Ficciones”, con el que Jorge Luis Borges ganó el Gran Premio
de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores en el año 1944. Los relatos de aquella obra encajan “a medida” con los de los “CEOs” –y no tan CEOs– que rigen hoy, desafortunadamente,
los destinos del país.
En la fárrago de aquel entorno,
todo se mezcla, hombres de negocios, evasores en paraísos fiscales, espías, funcionarios
judiciales y hasta operadores como el último “especialista” de la confianza
oficial, Marcelo D’Alessio, para colmo además falso abogado, extorsionador y
delincuente, fotografiado en animado diálogo con
ministros, jueces y fiscales. Un verdadero bochorno felizmente investigado por
el Juez Federal de Dolores Alejo Ramos
Padilla.
¿Quiénes se jactan de denunciar “la brecha” como si ésta nunca hubiera
existido? La brecha existe en el país desde 1810, cuando aún no estaba
constituido como tal y era apenas una colonia emancipada y jaqueada por los
imperios español e inglés.
Pero ¿qué es “la brecha”? Etimológicamente el concepto se refiere –según el diccionario– a una derivación del
vocablo franco breka (roto), utilizado para nombrar una rotura, resquicio o
abertura.
Sin embargo existen brechas que son sociales,
culturales o políticas y fueron creadas y
ensanchadas por quienes desde posiciones de poder se apropiaron del esfuerzo ajeno; no fueron creadas puntualmente durante el gobierno
anterior como afirman –al que le atribuyen el origen de todos los males–, sino que vienen de muy lejos y en la actualidad fueron ensanchadas profundamente
por el actual poder de turno.
Escribía Domingo Faustino Sarmiento
(1811-1888) en su Facundo, en el año 1861:
“No somos ni industriales ni navegantes, y la Europa
nos proveerá por largos siglos de sus artefactos a cambio de nuestras materias primas”.
Pero
para hacer realidad tal proyecto había que terminar con “los malos ejemplos”, como el Paraguay de Francisco Solano López (1826-1870), que transitaba un desarrollo industrial
independiente que había alcanzado sin necesidad de endeudarse con ninguna banca
extranjera. Para ello provocaron –a instancias de Inglaterra– la “Guerra de la Triple
Alianza” (1865 a 1870), que
al finalizar sumergió al Paraguay en un país en ruinas e hizo desaparecer
prácticamente a toda su población masculina.
Además, como producto de la misma,
produjo el endeudamiento de Argentina, Uruguay y Brasil, mientras que en lo
interno acaeció la eliminación física de los
llamados “caudillos”, como Felipe Varela
(1821-1870), líder del último pronunciamiento del interior, contrario a la
Guerra del Paraguay y a la hegemonía política de la provincia de Buenos Aires.
En
esta etapa histórica se ensancha la brecha que
hoy pretenden “descubrir” y se revive el proyecto sarmientino de país agroexportador sin industrias, retomado actualmente por Mauricio Macri, Eugenia Vidal y toda
su tropa de verdaderas “bandas” que tomaron por asalto el país.
Sin embargo,
para que aquello ocurra, deben refundar un país para sólo la mitad de los 45
millones, privando al resto de todo derecho: jubilaciones
precarias, escaso pan y mucho circo (como el
discurso del presidente del 1º de marzo, haciendo centro en la mentira más
descarada jamás vista antes, y claro está con un apoyo adicional
mediático-judicial).
El gobierno navega en un barco sin timón, en un país irreal, ficticio, artificial, con un naturalismo
delirante, y goza
del apoyo adicional y desembozado de los Estados Unidos para mantenerse servilmente
a su servicio.
Todo hoy
hace agua con el caso D´Alessio, que le explotó en las manos al poder y que resulta ya imposible revertir, tras la valentía
del juez Ramos Padilla y del masivo apoyo
popular movilizado que lo respalda.
Sin
embargo existen aún importantes núcleos de ciudadanos afectos al “mentime que
me gusta”, y hay una clara voluntad en el gobierno
de no descuidar su aparato represivo fenomenal y bien aceitado.
PERO COMO NADA PUEDE QUEDAR DESPROTEGIDO EN
ESTE AÑO ELECTORAL, PRETENDEN, SI FUERA PRECISO, LA INSTANCIA FINAL DEL FRAUDE –CADA DÍA MÁS PROBABLE–, AUNQUE PARA ELLO DEBAN AFRONTAR LA REACCIÓN
POPULAR QUE TAL DISPARATE DESENCADENARÍA.
Hasta la
Próxima
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