Entre ficciones
y fantasías del gobierno el país se encuentra en estado de
parálisis, catástrofe social y económica.
“Ficciones” es el libro con
el que en 1944 Jorge Louis Borges ganó
el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, y sus relatos
encajan “a medida” con los de los “Ceos” y no tan Ceos, que rigen hoy,
desgraciadamente, los destino del país.
En la fárrago de aquel entorno,
todo se mezcla, hombres de negocios, evasores
en paraísos fiscales, espías, funcionarios judiciales y hasta operadores como el
último “especialista” de la confianza oficial, Marcelo D’Alessio, para colmo además falso
abogado, extorsionador y delincuente, que
fue fotografiado con ministros, jueces y fiscales --¡todo un bochorno!
En ésta
encrucijada se inserta el beligerante y provocativo
discurso del Presidente, en la inauguración de las sesiones
ordinarias del Congreso, toda una arenga caprichosa (posiblemente duranbarbezca), destinada a su
propia tropa de aplaudidores seriales,
salvo algunos rostros cuyas filmaciones delató todo, como los de Emilio Monzó, Federico Pinedo, y las incómodas poses de
Carrió y Patricia Bullrich.
A todo esto se persiste en gobernar
mediante decretos de necesidad y
urgencia, (ni necesarios, ni urgentes) , a espaldas del congreso, al que solo se lo convoca solamente a
sesiones especiales con temario definido por el ejecutivo. En todo el año 2018
no salió ningún proyecto de autoría de los legisladores. ¡Verdadera
antidemocracia! Por ser leves con la calificación.
Las inversiones
no vinieron, solo arribaron los préstamos del FMI –que pagarán nuestros biznietos--,
se importan productos manufacturados y se exportan mandarinas y limones mientras
las Pymes continúan fundiéndose.
En los últimos dos años cerraron 28.000 kioscos. Y miles de fábricas y comercios Así lo reveló un informe
que hizo el gremio de kiosqueros, quedando un tendal de despidos que no tienen techo, al igual que la inflación galopa sin freno.
Mientras; el gobierno
navega en un barco sin timón, en un país imaginario, con un naturalismo delirante, goza del apoyo de la prensa
hegemónica, y del adicional y desembozado soporte de los Estados Unidos para
mantenerse servilmente a su servicio.
Se encuentra nervioso y
alterado, y se lanza al todo por el todo, no descartando de ser necesario, alterar las reglas electorales, y ante
la desesperación no escatimará hacer
trampas, como única forma posible de triunfar democráticamente en las urnas.
El país de ficción es el combo borgiano perfecto para poner
proa en aguas tumultuosas, hasta estrellarse con el iceberg que avanza desde
la Antártida.
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