EL 6 DE DICIEMBRE DE 1901
LA LEY 4031 IMPLANTA EL SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO
Surge el Servicio Militar y nace con él la dualidad: armarse en defensa de la patria, o simplemente “colimba” (corre-limpia-barre) como un absurdo servilismo al servicio del superior de turno, muchas veces en faenas particulares en la casa del jefe.
El modelo tiene su origen en las antiguas “levas” y se convierte con el tiempo en una expresión desaforada de machismo como sinónimo de hombría, resistencia física y aguante.
Con la muerte del soldado Omar Carrasco el 6 de marzo de 1994, tal reclutamiento entra en su crisis final y desaparece, aunque en los últimos tiempos se vuelve a hablar de un servicio militar, o más bien civil, como “contención” en los cuarteles para los sectores más desprotegidos de la sociedad.
ANTECEDENTES
Desde tiempos remotos las distintas sociedades organizaron ejércitos, con fines de defensa y también de conquista, compuestos por “soldados” reclutados mediante levas forzosas, o bien como voluntarios contratados.
En Egipto, 3.500 años a de C., llegaron a existir los “nomos”, subdivisiones administrativas para el asentamiento de las tribus pero pronto, bajo el mando de sus respectivos jefes, se envolvieron en múltiples batallas de “unificación” mediante la conquista, con el resultado de miles y miles de muertos.
En Esparta (Grecia) la carrera de armas se iniciaba a los siete años, mientras que en la antigua Roma las “Legiones” constituyeron las raíces del vasto imperio que dominó casi todo el mundo conocido entonces.
En la América originaria, los aztecas, mayas e incas tenían sus ejércitos, con un determinado servicio militar, aunque todos los ciudadanos debían estar preparados para la guerra.
En los siglos IX y X surgieron pequeños ejércitos a las órdenes del señor feudal, y ya en la época moderna se establecieron servicios militares, obligatorios o voluntarios.
EN EL RÍO DE LA PLATA
Durante la Colonia y el Virreinato se constituyeron cuerpos de veteranos provenientes de la península, aunque en número insuficiente, lo que facilitó el arribo de las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807. A partir de entonces se forman distintos cuerpos militares separados por categorías: Patricios, Arribeños, Húsares, Pardos y Morenos, entre otros, lo que condujo a pensar en una futura independencia del Imperio Español, que no era capaz de garantizar la seguridad frente a una invasión.
Producida la revolución en 1810, Belgrano propuso que cada familia aportara un joven de ente 18 y 24 años para cumplir un servicio de armas, y en 1815 Álvarez Thomas dispondría el pago de seis pesos al “enganche voluntario”, aunque también el “enganchador” se llevaba una comisión de dos pesos.
En 1852 se crea en la Provincia de Buenos Aires, por decreto del gobernador Vicente López, una “Guardia Nacional” que sustituiría a las milicias rosistas, y en años sucesivos se sancionan diversas leyes que obligan a un servicio militar a los ciudadanos de entre 17 y 45 años de edad los casados y hasta los 50 años los solteros, con severas penas para los infractores.
El servicio de armas regía preferentemente para los paisanos y los gauchos, gente humilde que era llevada a la frontera para la “lucha contra el indio”, en condiciones miserables, sin conocer al enemigo, y sin un tiempo fijo de permanecencia allá. Esta incertidumbre, agravada por el maltrato, motivaba las constantes deserciones.
Instrucción militar de pibes de 10 años
José Hernández, denuncia tales iniquidades en su Martín Fierro:
“¡Y qué indios, ni qué servicio,
no teníamos ni cuartel!
Nos mandaba un coronel
a trabajar en sus chacras,
y dejábamos las vacas
que las llevara el infiel”.
En 1895, durante el gobierno de José Evaristo Uriburu, ante problemas limítrofes con Chile, se sanciona la Ley 3318 que establecía un Servicio Militar Obligatorio a los 20 años de edad. Esta primera conscripción militar fue conocida con el nombre de “Cura Malal”, por el nombre de la localidad en el Partido de Coronel Suárez donde se emplazó la División Buenos Aires.
LA LEY RICCHIERI
Durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, es sancionada el 6 de diciembre de 1901 la Ley 4031 del Servicio Militar Obligatorio, conocida como Ley Ricchieri, por su impulsor, Ministro de Guerra de aquel gobierno.
Su sanción generó un amplio debate por parte de aquellos que rechazaban la militarización en tiempos de paz, quienes sostenían que además obstaculizaba el desenvolvimiento comercial e industrial.
Ejercicios intensivos: además de core-limpia y barre
Se propugnaba este servicio como un deber de todos los argentinos y un instrumento moralizador. Finalmente, aprobado en general el 20 de septiembre por 57 a 23 votos, quedó sancionado tras su tratamiento en particular, en extraordinarias, el 6 de diciembre de 1901.
Este servicio se estructuró en base a un modelo prusiano de subordinación absoluta, para lo cual fueron contratados instructores alemanes.
Con el tiempo el sistema sufrió un constante deterioro, a consecuencia de los abusos, humillaciones y maltratos a que eran sometidos los conscriptos. De allí la intencionada denominación “colimba” (corre-limpia -barre).
HACIÉNDOSE HOMBRE
“…Fuerza, canejo, sufra y no llore
que un hombre macho no debe llorar.”
Como dicen los versos de Manuel Romero, con música de Carlos Gardel, a fuerza de golpes se hacen los hombres, y para eso nada mejor que “hacer la colimba”, que además le dejará al ciudadano un bagaje de anécdotas, para narrarlas a sus amigos, hijos y nietos.
En los cuarteles los “civiles maricones” se harán “machos militares”, con la mochila llena de suficiente hombría como para enfrentar la vida futura. La filosofía del machismo hecho con sufrimiento otorga la credencial de “guapo”, soportando los dolores, el sufrimiento y las humillaciones sin chistar, masticando la puteada a flor de labios, pero sin soltarla.
La colimba no es el ámbito apropiado para el llanto, como contraposición y negación de un mundo femenino de supuesto llanto fácil. La mujer llora, el macho, no; la mujer es débil, el macho, no. La mujer sufre, el macho no, aunque su cuerpo indique lo contrario, lo importante es conceptuarse por encima del sufrimiento.
El sistema prusiano, puesto a prueba durante el nazismo, validó la pedagogía del
“sufrimiento” basada en la tolerancia ilimitada al rigor, por más brutal e indigno que éste sea. Como una máscara encubridora del masoquismo, nada pedagógico y más cerca de la locura que de la razón.
Un sargento, por ejemplo, ha sido educado militarmente en la tolerancia al dolor, y será el encargado de trasmitir ese dogma a sus subalternos, aunque acaso se esté a un paso de la tortura.
¿Cuánto tendrá que ver este método en el manejo de la tortura que implementó la última dictadura militar?
El dolor infligido al torturado es purificador, para redimirlo y así posicionarlo frente a su posterior vida social en familia; serán luego su pareja y sus hijos quienes sufrirán esta rara pedagogía del dolor como herramienta de formación.
EL CASO CARRASCO
Omar Octavio Carrasco pasó a la historia como el causante involuntario de la eliminación del Servicio Militar Obligatorio, la brutal COLIMBA que terminó con su vida joven el 6 de marzo de 1994, sólo 3 días después de haber sido incorporado al cuartel.
Tras largas cadenas de encubrimiento, sólo purgaron su culpa los autores materiales del hecho. La impunidad de los responsables intelectuales (valga el eufemismo) nos dejó un sabor amargo, jamás los alcanzó la justicia.
A raíz de aquel lamentable hecho, el 31 de agosto de 1994 fue suspendido el Servicio Militar Obligatorio.
¿SERVICIO MILITAR “OPTATIVO” PARA POBRES?
Caemos ahora en otra pedagogía, la de la “inseguridad”, de la que vendrían a ser culpables únicos los jóvenes desprotegidos y casi expulsados de una sociedad injusta y discriminatoria. Para ellos, para su “contención”, nada mejor que una nueva COLIMBA, esta vez bajo una mascarilla grotescamente didáctica: Servicio Cívico Voluntario, en los cuarteles. Poco de cívico y poco de voluntario.
Sin embargo, a una década y media de aquella eliminación, el Senado de la Nación aprobó la implementación de este extraño servicio, proyecto del vicepresidente Julio Cobos junto a otros senadores, que lejos del olfato de Sherlock Holmes, sólo ven “la paja en el ojo ajeno” y disimulan la viga en el ojo de los poderosos que lucran con la trata de personas, la prostitución, el narcotráfico y la coima institucionalizada.
Afortunadamente este proyecto de ley sucumbió en Diputados, donde está mas fresca la memoria de las atrocidades ocurridas cuarteles adentro, que son profusamente conocidas por todos los argentinos. ¿O acaso se quiere volver a la “ley del gallinero” por la cual muchísimos jóvenes fueron expuestos a burlas y vejámenes, algunos de los cuales terminaron en tragedia?
Hay muchos que quieren volver a esos tiempos, creyendo que aquel era un espacio de sano aprendizaje, pese a que la realidad demostró siempre todo lo contrario.
Para colmo, ya se viene practicando en algunas provincias un servicio de pibes en la policía y en la gendarmería. Así por ejemplo en la ciudad de Esquel, donde el capellán de la fuerza policial, Padre Adrian Alberto Mari (perdón por lo de padre), habla de rescatar a los loquitos de las calles, por la mala fama de ser indigentes y marginados.
Estas aventuradas prácticas fueron motivo de denuncias y presentaciones en el Congreso Nacional, aunque no cuenten con el asentimiento del señor Julio Cobos.
Miguel Eugenio Germino
FUENTES:
--Debates nº 9, Página 12, “Servicio Militar Obligatorio”.
--http://es.wikipedia.org/wiki/leva…
--http://es.wikipedia.org/wiki/Servicio_Militar…
--http://www.infobae.com./política/539622-O-Cobos-intenta…
--http://www.pagina12.com.ar/especiales/14aniversario/pag07.htm
--http://www.taringa.net/posts/info/4240414/Omar-Carrasco-una-histor…
--Primera Página, nº 127 de Mayo de 2005.
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