domingo, 19 de diciembre de 2010

MONTESCOS O CAPULETOS

Con insana alegría no disimulada, el diario Clarín del sábado 17 de diciembre, nos “informa” que “la justicia”, en la palabra de dos jueces, descalificó los argumentos oficiales para pedir la intervención de la empresa Papel Prensa S.A. Como si esto fuese poco, luego relata e “informa” las características de la empresa y algunos detalles del proceso judicial.

Habrá observado, estimado lector, que en repetidas ocasiones he colocado comillas en la palabra informar, no por ironía, menos por doble sentido, ni mucho menos para cambiar el sentido del término, por el contrario, la intención es devolverle a las palabras su verdadero significado y entender la dimensión que ellas abarcan.

Vamos entonces, primero a la fuente, el Diccionario de la Real Academia Española, dice textual:

Informar: (Del lat. informāre).Enterar, dar noticia de algo.

Consultados también los manuales de estilo de los principales diarios de aquí (Clarín, La Nación) y del mundo (El País, Times) definen e indican el “acto de informar” como el relato de un hecho, alejado de toda posible contaminación de intereses o intenciones, opiniones o juicios de valor ni adjetivación alguna.

La ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en octubre de 2009 tuvo y tiene el espíritu de democratizar la información, esto significa no censurar a nadie sino todo lo contrario, abrir la puerta a todos, a los honestos, a los no tanto y a los deshonestos inclusive, aunque estos dos últimos fueron porteros en los últimos 50 años. Pero esta ley regula la actividad radial audiovisual, no la prensa escrita.

Hay algo cierto en la nota de Clarín, Papel Prensa es una empresa mixta cuyos accionistas mayoritarios son Clarín y La Nación y el estado tiene un porcentaje menor. Pero lo que Clarín no “informa” es por qué el estado tiene esa participación. Es el que debe garantizar que todo aquel que quiera hacer un diario, semanario, mensuario en la Argentina, acceda al papel al mismo precio, cantidad y calidad en iguales condiciones, sea o no socio de la empresa y si lo es, no tenga ninguna ventaja ni privilegio.

Esto, en este país no sucede, por lo menos desde el año 1976 hasta ahora.

Hasta aquí informamos, ahora opinamos, pensamos, conjeturamos.

Existen muchísimos indicios en la historia Argentina desde 1976 para pensar o percibir que la relación entre el Grupo Clarín y las juntas militares fue bastante buena, como lo fue también, según la propia letra del diario, con las posteriores épocas de economías salvajemente neoliberales. Teniendo en cuenta esto, volvamos a la empresa Papel Prensa.

Desde su concepción, curiosamente durante el onganiato, el espíritu de la misma fue proveer de papel de diario a la prensa escrita nacional para amortiguar los altos costos de la importación de este primordial insumo. Que sucedió desde la creación hasta noviembre de 1976, momento en que el Grupo Clarín se hace acreedor de las acciones de los Graiver, es materia de la justicia, lo que sí es una certeza y por lo tanto debe ser incluido como información sin encomillar, es que desde ese momento el acceso al papel no es igualitario.

También podemos conjeturar, ya que hay datos suficientes, que durante todos esos años, en la empresa, la relación Estado-Grupo Clarin- Nación era estrecha y amistosa. Esa amistad, provocó denuncias del Diario Perfil, de Jorge Lannata por Página 12 y muchas otras voces que no encontraron eco. Denuncias sobre la imposibilidad de acceso a un precio justo, calidad acorde y cantidad adecuada de papel para la impresión de los diarios.

El estado de hoy pretende cumplir con el rol que le fuera indicado en sus inicios, esto provoca una disputa en la que todos quedamos atrapados, al igual que con la ley de medios.

Sin importar demasiado como se llegó, existe hoy una dicotomía perversa e intencionada que posiciona a los ciudadanos, indefectiblemente, de uno u otro lado.

O estás con el gobierno o estás con Clarín. Esto no es sano para nadie.

En momentos en que la Argentina necesita acuerdos que sumen frente a los enemigos históricos, esta manipulada bipolaridad aleja a buenos ciudadanos de las filas de la construcción nacional y popular sin ninguna necesidad.

Sería coherente alegrarnos por la aprobación de la llamada ley de matrimonio igualitario si pudiéramos tener el mismo grado de tolerancia y aceptación en el terreno de la política. Los avances se deben dar por sectores y con acuerdos parciales, acordar con la ley de medios no implica apoyar incondicionalmente todas las medidas del gobierno. Que creamos en la justicia del 82% móvil para los jubilados no implica justificar la muerte o la tortura como método para acceder a la riqueza.

Clarín no es el enemigo, es una poderosa herramienta que utiliza desde hace más de 50 años, como lo fueron los militares en los 70, o el movimiento peronista en los 90 o la “honestidad” progresista de principios de este siglo. El enemigo va cambiando de color, nos confunde como mefisto, aparecen faustos por todos lados.

Hay alguien que quiere que veamos sólo ángeles o demonios, y ninguno de los dos existe. Festejemos los grises.

Enrique “Kike” Dordal

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