La cortina de humo de Corea del Norte
MISILES PREPRADOS QUE TAL VEZ NUNCA SE DISPAREN |
Las noticias sobre el agravamiento de la tensión en Corea del Norte se suceden, un país empobrecido pero poseedor de armas nucleares va directo a la guerra con su similar del Sur. Nada parece frenar al líder de la única monarquía comunista existente en el planeta, que parece no dudar a la hora de usar misiles con cargas atómicas. Pero estas amenazas son más aparentes que reales y además son funcionales a la estrategia norteamericana para la región.
El flujo de noticias que nos llega
sobre este conflicto en el lejano Oriente, nos plantea un escenario donde se
justifica el despliegue militar norteamericano ante la amenaza de una guerra
entre las dos Coreas. Sin embargo, si uno aproxima la lupa al régimen de Corea
del Norte advierte algunos datos que se contradicen con este clima de guerra.
KIM-JONG-UN JOVEN LIDER NORCOREANO |
En primer lugar, la frecuencia de esta suba en la tensión es casi anual y hasta ahora no ha desembocado en un conflicto armado. El joven líder de Corea del Norte se posiciona interna y externamente con bravuconadas que no llegan a la agresión. Es más, según algunos medios norteamericanos, muchos de los componentes del ejército coreano se encuentran trabajando en zonas agrícolas, por lo que no están disponibles para una próxima batalla.
Tal vez algún misil norcoreano vuele
por los aires para justificar tanto palabrerío pero no provocará una guerra ya
que el objetivo alcanzado no será importante si es que no cae directamente en
el mar. Y si bien la diplomacia norteamericana no lo toma en serio, aprovecha
la volada para desplegar sus barcos en una zona para amenazar o para
condicionar a otro país. No se trata de Corea del Norte sino de China.
Los motivos son obvios: China es el único país que amenaza en forma real la
hegemonía norteamericana mundial. En el rubro económico los chinos pronto
superarán a los yanquis. Si bien la Casa Blanca tolera esta situación, no
aceptará de ninguna manera que esa superioridad se traslade al plano militar y
al político.
Además, Estados Unidos consolida sus
bases en una región a la que considera prioritaria. Después de los fracasos en
Afganistán y en Pakistán, Obama no puede permitir que se dude de la reacción
norteamericana en caso de sentir sus intereses amenazados. Esta actitud puede
garantizar la paz momentáneamente, pero puede suceder que Japón o China se
sientan en la obligación de entrar en una carrera armamentista para garantizar
su soberanía. Ahí sí, el conflicto puede derivar en consecuencias no deseadas
por ninguno de los actores de la región.
Pablo Salcito
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