Historia verídica
A un
señor se le caen al suelo los anteojos, que hacen un ruido terrible al chocar
con las baldosas. El señor se agacha afligidísimo porque los cristales de
anteojos cuestan muy caros, pero descubre con asombro que por milagro no se le
han roto.
Ahora este señor se siente
profundamente agradecido, y comprende que lo ocurrido vale por una advertencia
amistosa, de modo que se encamina a una casa de óptica y adquiere en seguida un
estuche de cuero almohadillado doble protección, a fin de curarse en salud. Una
hora más tarde se le cae el estuche, y al agacharse sin mayor inquietud
descubre que los anteojos se han hecho polvo. A este señor le lleva un rato
comprender que los designios de la Providencia son inescrutables, y que en
realidad el milagro ha ocurrido ahora.
Instrucciones para llorar
Dejando de lado los
motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto
que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y
torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción
general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos,
estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se
suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si
esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo
exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho
de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará
con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños
llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón
del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
Página asesina
No hay comentarios:
Publicar un comentario