Mario Jorge De Lellis, poeta de Almagro
Buenos Aires, 14 de mayo de 1922
- 14 de noviembre de 1966
“…Para poder
decirte enteramente habría que beber, por ti, jugo de estrellas. Habría que
charlar de cosas inocentes como hacen tus niños al borde de la siesta…”
Supo pintar el barrio de poesía
además de definir al país y sus habitantes con sus noblezas y sus mezquindades.
Engalanó con un dulce manto las cosas más simples e inocentes. Con la
contundencia de un látigo, enarboló sus versos en contra de las inequidades y
despotismos de un mundo al revés, como en Los hombres del pan duro:
“Tienen hijos de cobre, muy
sonoros; tienen mujeres recias, cigarrillos baratos en sus dedos, hondas causas
vitales manchando sus orejas. Están aquí y allá. Suenan, resuenan. Son de una
gama gris. Andan y trepan… Son esos hombres duros como el cobre. Suenan,
resuenan”.
Nació en una casona de la calle
Sarmiento 3565, un 14 de marzo de 1922, en una antigua vivienda de principios
del siglo XX, hoy ya demolida. De su unión con Nira Etchenique (Cilzanira
Edith) nació Sandra. Nira, que también escribía, participó con él en la lúcida
Generación del 60, la que produjo un alumbramiento de poetas, escritores y
compositores que dejaron huellas imborrables. Era el tiempo de las revistas Grillo
de Papel y El Escarabajo de Oro. Compartió las tertulias de entonces
con figuras de la talla de los hermanos Tuñón, Roberto Santoro, Juan Gelman,
Olga Orozco, Cátulo Castillo, Homero Manzi,
Julián Centeya, Macedonio Fernández y Nicolás
Olivari. Justamente Olivari dirá de él: “Sus poemas son iracundos,
sentimentales y populares”, confirmando así los principios del género, de
conmover con figuras teñidas de emociones junto a sentencias claras y
categóricas.
uno de sus libros
Mario Jorge era un caminador de
las calles del barrio. Con sus ojos fotografiaba todas las vivencias, que
plasmaba luego en el papel. Hallaba inspiración en los viejos cafés de Almagro,
tales el desaparecido El Motivo, de Corrientes 3975, o Gildo, de
Medrano y Corrientes, donde hilvanó poemas como Puente de Bustamante,
Valentín Gómez 3887 - 2º E, Amistad con Buenos Aires
o Radiografía de Almagro…
Compartía allí las mesas con
amigos luego de hacer largas caminatas, enfundado en un sombrero negro y
luciendo unos clásicos bigotes, a veces más gruesos, otras más delgados, estilo
típico de los años 1940/50, período durante el cual modeló la parte fundamental
de su obra. Escudriñaba el barrio en lo más íntimo, a su vez hurgaba en las
cosas más simples, que para muchos pasaban inadvertidas. Pero al mismo tiempo
exploraba el proceder de los hombres, de las instituciones burocráticas, la mecánica
de los factores de poder, de las injusticias cometidas en nombre de una falsa
verdad, desde el originario saqueo de las tierras durante las “invasiones
españolas” hasta las cometidas en nombre del señor dinero, del señor dólar,
como lo expresa en su poema Canto a los hombres del dólar:
“…Porque pusieron pie y robaron
tierra. Porque nosotros somos ese ejército limpio de cachorros con un diente en
la lengua y un puño en cada lance y un amargo sudor donde acabadamente han de
caer los hombres de los dólares, los cajeros del caucho y del petróleo, los que
nos dieron luz sin alumbrarnos, los ricos mercaderes que creyeron que América
no es de carne y hueso”.
O en Canto a los hombres de
Papel Sellado:
“…Uno los ve con corbatas y
gominas, electores correctos, fanatizados cuerpos bajo el saco, inmóviles, de
negro, cerrando abriendo puertas, decreciendo en constante pulso inútil Uno los
ve al margen de las cosas vivas, hazmerreíres serios, impermeabilizados…”
Éstos se le mezclaban con otros
poemas dedicados al barrio, tales Tranvía 14, dedicado a la
desaparecida estación de tranvías Federico Lacroze, de la esquina SO de
Corrientes y Medrano:
“Muy solo en este viejo tranvía
tan catorce me prolongué hasta ti, como un amigo. Daban las dos de la mañana
(en otro tiempo el vigilante de Salguero estaba ya dormido). Daban las dos de
la mañana (la 104 estrenaba su arpege –‘perfume’– y su vestido). Daban las dos de la mañana (un
recuerdo bebía de su copa en un rincón del Gildo)”.
De Lellis fue un poeta íntegro y
autentico, que tenía mucho más para entregar de no haber sido arrebatada tan
pronto su vida por la maldita enfermedad, con sólo 45 años. Y lo extrañaron las
calles de Almagro –su
barrio–. Las mesas
de Gildo, con su antigua atmósfera de humo de tabaco. Y lo extrañaron sus
amigos de las encendidas charlas sobre literatura, sobre política y sobre el
club de sus amores, Boca Juniors, al que también le escribió versos. De Lellis
se convirtió en otro más de los grandes que transitaron por Almagro, como el Gordo
Pichuco, que se inició en el Cine-Teatro Medrano de Corrientes 3976.
No faltó tampoco un poema para
uno de sus escritores predilectos, Roberto Arlt: “…Blasfemó y escribió. Con
todo el corazón, todo el cansancio. Capítulo a capítulo nos describió la piel,
nos mostró gorrioneras de hambre flaca, largos galpones duros donde el dolor
dolía, Buenos Aires cayéndose sonámbulo…”.
Su obra soslaya cuestiones
meramente formales, para permitirse expresiones claras, esquivando el silbato
del capanga antes de soltar los sabuesos adiestrados en el oficio de vapulear
al revoltoso que no acepta los moldes determinados. El sistema encubre las
miserias y las injusticias, y en esas miserias se amamantan los obsecuentes que
marcan como parias a los poetas, escritores, compositores y cantores que hacen
del arte otra manera de rechazarlas. Los que no aceptan las reglas hechas por
los poderosos para que las cumplan los sumisos, desde el inicio de los siglos
de anquilosamiento en la Edad Media, oscurantista y contenida en el tiempo,
frenando el desarrollo cultural y social. Se negó como toda aquella camada de
la generación del 60 a recibir órdenes y obedecer en silencio con tal de
recoger los sobrantes, en un país en que los nativos deben considerarse
extranjeros, extraños en su propio suelo. Mario Jorge nos dejó un 14 de
noviembre de 1966, ya muy enfermo y bajo el constante cuidado de su segunda
esposa, también escritora, Lucina Álvarez, más tarde tragada y desaparecida por
la última dictadura militar. En un justo reconocimiento a la trayectoria y obra
de Mario de Lellis la Legislatura de Buenos Aires, mediante el decreto 969 del
15 de agosto de 2002, le puso su nombre a la plazoleta de la intersección de
Lezica y el pasaje Peluffo. Es un minúsculo espacio verde en forma de triángulo
que se produjo al desaparecer la antigua estación Almagro del Ferrocarril
Oeste; fue inaugurado como plazoleta el 28 de septiembre de aquel año.
También una esquina del barrio,
la de la Confitería Las Violetas, de Rivadavia y Medrano, pasó a
denominarse Mario Jorge de Lellis a partir del 28 de septiembre de 2009, otro
galardón para el poeta de Flores del silencio (1941), Cantos
de la tecla negra (1942), Siglo rojo (1943), Tiempo
aparte (1946), Calles de marzo (1947), Litoral de
angustia (1949), Mediodía por dentro (1951), Ciudad
sin tregua (1953), y su obra póstuma: Ortigal de Almagro.
“Tú me quisiste siempre como a un gorrión que juega. Y eso de andar,
Almagro, cobijándome, es gaje de tu oficio centinela … Yo que nací por marzo en
este barrio tuyo, Te miro como a alguien que me habrá comprendido”.
Miguel Eugenio
Germino
Fuentes:
-Granelli,
Omar Pedro, Almagro en el intento, Ed.
del Autor, 1999.
-Trueba,
Carlos Manuel, Almagro: El pasado que perdura, Fundación Boston, 1989.
-http://www.elinterpretador.net/34Rodolfo
Eduards El Trabajo DeLaP…
-http://campodemaniobras.blogspot.com/20l0/06/mario-jorge-de-lellis.htnl
-http://decidor.blogspot.com/2006/12/jorge-mario-de-lellis.thml
-http://hectornegro.blogspot.com/2008/10/mario-jorge-de-lellis.html
-http://elmundoincompleto.blogspot.com/2009/09/que-reloj-de…
-http://primerapagina93.blogspot.com/2010/11/mario-jorge-de-lellis.html
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